Josep Borrell visita Barcelona con dos objetivos

Josep Borrell, Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, ha visitado Barcelona el pasado 24 de noviembre, con dos objetivos: 1) asistir al VII Foro Ministerial de la Unión por el Mediterráneo (UPM), institución que tiene la su sede en Barcelona (Palacio de Pedralbes), y 2) participar en un acto organizado por CIDOB, think tank dedicado a las relaciones internacionales,  también radicado en Barcelona, sobre el tema  “Crisis globales, respuestas europeas”.

La Unión por el Mediterráneo (UPM) es una organización intergubernamental. Forman parte de esta organización 43 estados: los 27 estados miembros de la UE y 16 países socios mediterráneos del norte de África, Oriente Medio y sudeste de Europa. Se fundó en 2008 en la Cumbre de París para el Mediterráneo, bajo el impulso del presidente francés Nicolas Sarkozy, con el objetivo de reforzar la existente Asociación Euromediterránea (Euromed), creada en 1995, más conocida como el Proceso de Barcelona, que fue todo un éxito en su día. La UPM tiene una presidencia rotativa que ostenta conjuntamente un país miembro de la UE y un socio mediterráneo.

El Foro Ministerial de la UPM se creó en 2015. Presiden el Foro los copresidentes de la UPM y el Alto Representante de la UE para la Política Exterior y Seguridad de cada momento. Asisten los ministros de asuntos exteriores de cada país miembro.

VII Foro Ministerial de la Unión por el Mediterráneo (UPM)

El VII Foro ministerial de la UPM ha tratado de manera especial sobre la guerra de Ucrania. Preocupan mucho las crisis energética y alimenticia derivada del conflicto y sus consecuencias sobre toda la región mediterránea. El Alto Representante de la UE ha presentado un escenario poco alentador al afirmar que la guerra “ha provocado una crisis alimentaria y energética que afecta a todo el mundo, en particular al sur del Mediterráneo, que está sentando las bases para una crisis financiera , más inflación, menos crecimiento y más sufrimiento humano“.

Borrell admitió que la UE está volcada en la crisis ucraniana, pero aseguró que, pese a que Bruselas está «preocupada y ocupada» con Ucrania, no pierde de vista su «atención y compromiso» con los vecinos del sur. Éste ha sido el mensaje fundamental que ha querido transmitir con su visita al VII Foro Ministerial euromediterráneo. “Si miramos un mapa de Europa de noche, la verán iluminada y verán una gran parte negra; es Ucrania donde no hay luz. Los bombardeos rusos amenazan con destruir las infraestructuras energéticas del país en pleno invierno. Esto no disminuye nuestra atención y preocupación por los amigos del sur“.

Por otra parte, ha reconocido que es necesario trabajar aún mucho más y mejor en la región mediterránea. “Todo lo que está pasando nos obliga a reconocer que la fractura entre ambos lados del Mediterráneo cada vez es mayor. La superación de esa fractura es nuestra principal obligación”.

España ha estado representada en el Foro por el ministro de exteriores, José Manuel Albares. Ha declarado que «para que la paz vuelva lo antes posible a Ucrania, los soldados rusos deben volver a las fronteras de la Federación Rusa, que no deberían haber abandonado nunca».

CIDOB, think tank dedicado a las relaciones internacionales

En el acto de CIDOB, Josep Borrell ha tenido la ocasión de explicarse ampliamente sobre las actuales tensiones internacionales, particularmente la guerra de Ucrania, y el papel de la UE.

Ha empezado comentando las dificultades que él debe confrontar en su cargo de Alto representante de la UE responsable de política exterior. Ya lo ha hecho recientemente en varias ocasiones, como por ejemplo en el último Seminario internacional sobre la UE celebrado en la Universidad Internacional Menendez y Pelayo (UIMP), en su discurso de recepción en los embajadores de la UE reunidos en Bruselas o en su discurso de apertura de curso de la Escuela Diplomática de la UE en el Colegio de Europa de Brujas (Bélgica). En Brujas  declaró lo siguiente: “La UE es un club de estados. No es fácil adoptar una decisión si deben ponerse de acuerdo todos los 27 estados miembros de la UE. Se requiere la unanimidad y existe el derecho de veto. Desgraciadamente, debo dedicar muchas más energías para lograr un consenso interno que a la implementación exterior de algún acuerdo adoptado”.

Seguidamente, ha hablado sobre discrepancias existentes en la UE en determinadas cuestiones, como la del ex Sahara español o la cuestión Israel/Palestina. “Sobre el Sáhara, hay diez estados miembros de la UE que se posicionan como actualmente lo hace España, el resto defienden las resoluciones de la ONU sobre el particular. Hay estados miembros de la UE que nunca condenarán a Israel, otros lo están haciendo de alguna manera“.

Sobre política de defensa, ha declarado con firmeza que «la UE debería ganar músculo». “Más allá de crear un ejército europeo, es necesario actuar sobre muchos aspectos en materia de armonización y coordinación militar entre los estados miembros de la UE“. La suma de los presupuestos nacionales  de defensa  es alta, pero el problema es la falta de coordinación y el consecuente derroche de recursos.

Borrell ha insistido en la necesidad de reforzar la defensa del bloque comunitario.

“Europa debe aprender el lenguaje de la fuerza y debe iniciar un proceso de rearme, si quiere estar a la altura de los retos”. Ha recordado que la UE estima que su gasto en defensa seguirá creciendo, hasta el 2025, en unos 75.000 millones de euros. Ha defendido su plan de realizar compras conjuntas de armamento entre los 27 para que los ejércitos nacionales se complementen entre ellos y no dupliquen recursos. Si cada país va por su cuenta, el despilfarro está asegurado. Pero esta dinámica de rearme no puede durar indefinidamente. “Hay que reconstruir un sistema que garantice la seguridad de Europa. El organismo mediador vigente, la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) no está en funcionamiento. Polonia ha vetado al ministro ruso de asuntos exteriores, Sergei  Lavrov, en la cumbre de la OSCE que se celebra en Varsovia en los próximos días“.

Sobre la guerra de Ucrania, ha enfatizado la percepción diferenciada que tienen los países del este miembros de la UE sobre el peligro que supone Rusia para su seguridad, «justificada por razones geográficas e históricas». “No se ve a corto plazo el inicio de conversaciones para alcanzar un alto el fuego, dado que, en estos momentos, ninguno de los dos bandos están de acuerdo sobre cesiones territoriales. Hay muchas presiones para que se detenga la guerra, debido a su coste, las consecuencias económicas y el malestar social que arrastra. Naturalmente, son los ucranianos quienes soportan el sacrificio. Mientras los ucranianos se muestren dispuestos a seguir luchando, la UE seguirá proveyendo armamento y presionando mediante sanciones a Rusia“.

Borrell ha comentado que el ministro ruso de asuntos exteriores no quiere hablar con él, porque no considera a la UE como interlocutor válido.

El caso de las dos Coreas

«En el caso de negociaciones, la UE estará presente, pues la UE ha impuesto sanciones». En caso de agotamiento de los contendientes y en ausencia de victoria militar, “la guerra podría no terminar y congelarse como Corea, donde se firmó un acuerdo (armisticio) que dividía al país en un paralelo  (el 38) , con una zona desmilitarizada, sin reconocimiento recíproco alguno“. Para que se produjera un escenario similar al de las dos Coreas, Ucrania y Rusia deberían retroceder a sus posiciones y renunciar a reclamar, defender o conquistar territorio. “Actualmente vigente, el armisticio de Corea es un tratado de no agresión firmado en 1953 por Corea del Norte y Estados Unidos, en calidad de aliado de Corea del Sur, que puso fin a las hostilidades entre ambas naciones. En principio,  el pacto  iba a sentar las bases de un futuro acuerdo de paz definitivo, pero no se ha alcanzado todavía. La firma de este armisticio también estableció la actual zona desmilitarizada de Corea tomando como referencia el paralelo 38 norte“.

Borrell ha declarado que «es muy pronto para pensar en una negociación de paz». No es el momento  que se sienten las dos partes del conflicto, de la misma manera que tampoco es el momento de dedicar esfuerzos al pensar en la reconstrucción del país, porque “es mejor centrarnos en evitar la destrucción”.

Borrell no aspira a llevar la voz cantante a las conversaciones de paz, porque “Rusia no admite a la UE como interlocutora”. «Lavrov siempre ha preferido hablar directamente con los ministros de Exteriores de los países del blog y no conmigo». Pero la UE deberá estar en la mesa de negociaciones porque «nuestras sanciones son un elemento fundamental de cualquier negociación y porque la seguridad de Europa es nuestra seguridad». Borrell considera que «Putin piensa que las sociedades democráticas son débiles, por el debate que se genera, y espera que la opinión pública pida que acabe la guerra».

«De la misma forma que para la Covid la UE ha sido capaz de aprobar el programa Next Generation, la UE también ha sido capaz ante la guerra de Ucrania de improvisar un gran mecanismo de ayuda». Puede decirse que la Covid y la guerra de Ucrania están actuando como “federadores” de la UE. Se cumple así lo que profetizó Jean Monnet: “la integración europea  se hará a golpe de crisis“. Buena parte del dinero de apoyo europeo se canaliza a través de un fondo intergubernamental, es decir, al margen del presupuesto comunitario. Además, cada Estado miembro proporciona sus propias ayudas directamente a Ucrania. Sumando todo ello, “el conjunto de la UE supone el 40% del total de ayuda recibida por Ucrania, un porcentaje muy elevado, dado que el Reino Unido no está incluido”.

Borrell se ha referido también a la rivalidad entre Estados Unidos y China y el papel que juega Europa en este contencioso.

No ve posible un decoupling (rotura, desacoplamiento) entre China y Estados Unidos. “No es posible aplicar las políticas de contención aplicadas por Estados Unidos a la URSS durante la Guerra Fría. Estados Unidos no tenía entonces prácticamente intercambios comerciales con la URSS. El caso de China es muy distinto, pues los intercambios entre las dos grandes potencias suponen un porcentaje muy elevado de sus respectivos PIB“. Además, gran parte de las reservas monetarias de los chinos está materializada en bonos del tesoro americano. Se calculan en algunos billones de dólares. En Estados Unidos no existe una visión compartida sobre cuál debe ser la política respecto al reto que supone China. En la UE existen diferencias notables en materia de imbricación comercial y económica con China, lo que hace que los Estados miembros mantengan posiciones diversas que van desde la intransigencia a la condescendencia. «La línea que debemos seguir los europeos es evitar la excesiva dependencia de China, no hay que poner los huevos en la misma cesta, como se ha hecho con el gas ruso».

Según Borrell, el mundo se divide actualmente en dos grandes bloques:

Por un lado, las democracias occidentales (“incluyendo obviamente Japón, Australia, Nueva Zelanda, Corea del Sur o Singapur”) y, por otro lado los sistemas autoritarios (China, Rusia y otros). El resto se agrupa, a grandes rasgos, en lo que se llama Global South (el sur global, grupo que incluye la mayoría de países del hemisferio sur, India, Pakistán, China y los de los continentes de África y Americano del Sur, entre otros), una especie de países no alineados de la Guerra Fría, pero mucho más variado, pues por ejemplo Arabia Saudí o Sudáfrica reclaman formar parte de este tercer grupo de países. En principio no se posicionan en contra de nadie (estilo Tito de la antigua Yugoslavia), pretenden obtener favores de los dos bloques enfrentados (el caso de las vacunas anti-COVID es paradigmático).

China, a través de su política conocida como nuevas rutas de la seda, está aumentando los flujos comerciales y de inversión, ganando progresivamente influencia en el Sur Global, ofreciendo ayudas y créditos financieros “incondicionales” (sin considerar la naturaleza de su régimen político), centrándose principalmente en infraestructuras. África y Latinoamérica son escenarios privilegiados para este tipo de penetración china. Mi tarea consiste en tratar de convencer a los países del Global South de que lo malo de la película es Rusia y no las sanciones de la UE“.

Borrell ha señalado que China se presenta como un modelo alternativo mucho más eficaz que las democracias occidentales. Los países en desarrollo tienen ahora un modelo a seguir si quieren salir de la pobreza. Al mismo tiempo, todos se muestran contrarios a la invasión de Ucrania. Pero agregan que las consecuencias las pagan ellos con los precios de los alimentos y la energía más altos, que afectan al bienestar de la gente. Reclaman que la guerra se detenga.

Borrell ha declarado finalmente: «Yo sé cómo parar la guerra: dejando de suministrar armamento a Ucrania». Pero a continuación se ha preguntado sobre “qué consecuencias tendría en todo el mundo si se constata que la fuerza militar se impone para modificar fronteras internacionales, en clara violación del derecho internacional”. Su respuesta a la pregunta anterior ha sido ésta: “Si Rusia gana la guerra, se dedicará a preparar una nueva agresión y a definir el siguiente objetivo territorial a alcanzar”. «De ahí la posición diferenciada sobre Rusia de los estados miembros del este de Europa y de los bálticos sobre la invasión rusa de Ucrania».

Borrell ha comentado que el ministro ruso de asuntos exteriores no quiere hablar con él, porque no considera a la UE como interlocutor válido. Clic para tuitear

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1 comentario. Dejar nuevo

  • Jose manuel dominguez prieto
    6 enero, 2024 23:07

    Por una unión europea justa solidaria con progreso desarrollo bienestar .para todos los europeos.medio ambiente protección.energias limpias.y no depender de .ee.uu.en política exterior.etc…union por el Mediterráneo .más comercio cooperación.paz.en palestina.

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