La invasión rusa de Ucrania ha provocado una ola de inquietud por lo que podría suceder en Extremo Oriente.
Según recoge Financial Times, las demandas de empresas multinacionales a consultoras especializadas en riesgos políticos no se detienen. Sus preguntas suelen ser las mismas: la probabilidad de un ataque de China contra Taiwán, y ¿cómo hay que prepararse para este riesgo?
Particularmente en Estados Unidos, los consultores en riesgo político y los expertos en China van más solicitados que nunca. Y las solicitudes a empresas de seguros para cubrir el riesgo de un conflicto en el estrecho de Taiwán también se habrían disparado.
China (entendiendo a China como el país continental) nunca se ha desdicho de una posible invasión militar de la isla de Taiwán, que desde 1949 es oficialmente la “República de China”. Esto es, el último reducto de los partidarios de Chiang Kai-shek, el líder nacionalista que perdió la guerra civil frente a Mao Zedong.
Los expertos y analistas coinciden en apuntar que la invasión de Ucrania por parte de Rusia ha incrementado el riesgo de una acción militar por parte de Pekín sobre Formosa (el antiguo nombre portugués de Taiwán).
De hecho, los mercados taiwaneses estarían ya sobrerreaccionando en función de los signos de escalada militar por parte de Pekín, que ha incrementado la actividad militar en la región.
Pero irónicamente, como apunta Financial Times, lo que más preocupa a los inversos extranjeros no es lo que pueda suceder en la pequeña isla de Taiwán, sino las consecuencias que una operación militar china tendría sobre la economía de ese mismo país, y de rebote sobre los mercados mundiales.
De hecho, es la intensa guerra económica entre Occidente y Rusia tras la invasión de Ucrania la que ha encendido todas las alarmas sobre Taiwán.
Todo el mundo es consciente de que una escalada similar entre Occidente y China tendría consecuencias inimaginables para la economía mundial, mucho más profundas y graves que las del actual conflicto con Moscú. Sobre todo para los estadounidenses, que por el momento han sido los grandes beneficiados de las sanciones contra Rusia.
Algunos analistas consultados por el Financial Times apuntan a que hay un 20% de posibilidades de algún tipo de escalada en torno a Taiwán. Sin embargo, añaden que las probabilidades de un conflicto militar limitado, como podría ser un bloqueo parcial de la isla o la ocupación de islotes actualmente controlados por Taiwán se sitúa por debajo del 10%.
Así pues, el riesgo de una invasión a gran escala que tenga como objetivo la capital, Taipei, sería por ahora estadísticamente muy bajo.
Se ha apuntado que un escenario que podría incrementar repentinamente las probabilidades de que Pekín considere seriamente una opción militar sobre Taiwán es que la situación interior de China se degrade fuertemente. Algo que no puede excluirse debido a los graves problemas de endeudamiento, de burbuja inmobiliaria y de Covid que arrastra al gigante asiático.
En estas circunstancias, los líderes chinos podrían sentir la tentación de una aventura militar a fin de asegurar su poder.
A diferencia de la invasión rusa de Ucrania, el daño que una ofensiva china sobre Taiwán, incluso el de una operación a pequeña escala, causaría a la economía mundial sería catastrófico
El problema es que, a diferencia de la invasión rusa de Ucrania, el daño que una ofensiva china sobre Taiwán, incluso el de una operación a pequeña escala, causaría a la economía mundial sería catastrófico. Hecho que convierte esta hipótesis en un cisne negro . Y, tras la Covid-19, ya nadie se atreve a descartar ese tipo de escenarios.
Los analistas apuntan que la disrupción empezaría por afectar a las cadenas de suministro globales. Para empezar, detendría por completo la exportación de microprocesadores a Occidente.
Pero buena parte de los daños dependerían de si Estados Unidos y la Unión Europea deciden imponer a China un régimen de sanciones similar al que han infligido a Rusia.
Una opción que no parece tan clara puesto que llevaría al mundo hacia una crisis de dimensiones inauditas.
Por el momento, ante estas remotas pero oscuras posibilidades, numerosas multinacionales trabajan para reducir su dependencia de China. Algo que no resulta fácil, ya que China es un mercado de unas dimensiones, riqueza y complejidad que la hacen insustituible para las grandes empresas occidentales.