El Gobierno de la Generalitat ha anunciado para el próximo viernes 31 una conferencia matinal del presidente, que tiene un título y una intención bien explícitos: «Un modelo económico de prosperidad compartida«. No es poco, porque pretende explicarnos que existe un modelo que no sólo es ambicioso, sino que además generará prosperidad para situar a Catalunya nuevamente por delante de Madrid en términos de PIB.
Nuestro país ocupaba ese primer puesto en una larga serie histórica hasta que, en 2017, perdió esta prerrogativa, siendo superado por la economía de la región de la capital de España. Cabe señalar, de entrada, que si ésta es la medida de la prosperidad, el planteamiento ya está muy equivocado. China, por ejemplo, es el segundo país del mundo en dimensión de PIB, pero está muy lejos de ser un país próspero como Francia o incluso Italia. El motivo es que lo que determina esta calificación es el PIB por persona.
Si un país aumenta su PIB, pero lo hace principalmente debido al crecimiento de su población, como sucede en España, puede ocurrir que los ingresos por persona, que dependen del PIB per cápita, no crezcan al mismo ritmo. Es fácil de entender: si la tarta crece, pero también aumenta el número de comensales, la porción que corresponde a cada uno puede quedar casi igual o incluso disminuir en comparación con la situación previa.
Por tanto, ya tenemos la primera duda sobre el planteamiento del presidente de la Generalitat. Incluso en el caso improbable de que Catalunya recupere el primer puesto en PIB total respecto al conjunto de España, esto no sería sinónimo de prosperidad, mucho menos de prosperidad compartida. Pero, claro, dado que el anuncio es básicamente de orden propagandístico, si nos referimos al PIB por persona, ni siquiera podríamos hablar de alcanzar la primera posición. Actualmente, además de Madrid, también nos superan en este indicador País Vasco y Navarra, y, claro, pasar de cuartos a primeros por mucha propaganda que se haga no cuela.
Primera acotación: por la vía de aspirar a ser otra vez primeros no lograremos la prosperidad. Basta con seguir recibiendo a inmigrantes como hasta ahora de forma masiva y ver si así se consigue. Pero esto no nos hará vivir mejor, más prósperamente.
El discurso del presidente presenta su modelo de prosperidad compartida como una oposición al modelo de prosperidad excluyente e insolidario que, según dice, propugna la derecha. Esto, aplicado a Cataluña, abre un abanico de interpretaciones: ¿se refiere a Junts, cuyo modelo económico desconocemos? ¿Al PP catalán, que sigue siendo una nota al margen en nuestra política? Este tipo de afirmaciones generan antagonismo innecesario, incluso donde no existe, continuando así los dictados de su jefe, el secretario general del PSOE Pedro Sánchez.
Hablar de prosperidad compartida, cuando ni siquiera hay capacidad para aprobar el presupuesto del 2025, parece poco serio. Es pura propaganda, generadora de descrédito. No es suficiente con una imagen seria y adusta para ser creíble; lo que cuenta es la coherencia de lo que se plantea y los hechos. En ambos casos, el déficit de Illa es preocupante para el bienestar y buen funcionamiento de Cataluña.
De hecho, la primera gran medida económica adoptada ha sido endeudarse con el Fondo de Liquidez Autonómica (FLA) por un importe superior a 8.000 millones de euros, prácticamente la misma cifra en la que incurrió Aragonès. Lo peor de todo es que la mayor parte de ese dinero se destinará a financiar la deuda de la Generalitat. La Generalitat se endeuda para pagar deuda: el peor círculo vicioso en el que pueden incurrir las finanzas públicas.
Además, no se puede abordar esta cuestión sin responder claramente al problema crucial que afronta Catalunya, compartido en cierto modo por España: su baja productividad. Sin productividad, la prosperidad es imposible. Los ingresos, y por tanto el PIB per cápita, dependen de forma decisiva de este factor.
La productividad tiene como componente clave la Productividad Total de los Factores (PTF). Según la Fundación BBVA-IVIE, la PTF española fue negativa (-0,34) entre 1995 y 2022. En el caso catalán, fue aún peor, con -0,44 . En términos simples, la productividad total disminuyó respecto a 1995. Aunque el trabajo y el capital físico aportaron incrementos al Valor Añadido Bruto, la PTF los rebajó, dando como resultado un aumento anualizado de esta magnitud de únicamente un 1,77% .
En lugar de utilizar términos políticamente correctos como “reindustrialización”, “fortalecimiento de la investigación” o “acceso digno a la vivienda”, sería más útil que el presidente explicara concretamente cómo su modelo pretende solucionar el estrangulamiento de nuestra productividad .
Un estudio más reciente de la Fundación BBVA-IVIE , que abarca hasta 2023, indica que Cataluña ha continuado su evolución negativa en productividad. Dado su peso en el conjunto español, esto ha restado potencial al crecimiento económico español. En el otro extremo, regiones como Murcia, Galicia, Cantabria, País Vasco y Navarra muestran una contribución positiva, también Madrid, aunque en menor grado. En estas condiciones, ¿qué credibilidad tiene el sorpasso?
Bienvenido que el Gobierno pretenda mejorar el país, porque es su obligación. Sin embargo, deben ser criticados los intentos de abordar esta necesidad con propaganda en lugar de planteamientos razonables. Que nos explique Illa su política para mejorar la productividad y especialmente la PTF y todo resultará más creíble.
Por último, si se quiere utilizar un concepto como el de “prosperidad compartida”, sería intelectualmente honesto señalar su origen:
El concepto de “prosperidad compartida” ha sido promovido principalmente por el Banco Mundial desde 2013. Este enfoque combina crecimiento económico y equidad, centrándose en mejorar los ingresos del 40% más pobre de la población. El Banco Mundial introdujo un indicador específico para medir ese objetivo. Aunque la idea de que el crecimiento debe beneficiar a toda la sociedad no es nueva, la formalización y medida de la “prosperidad compartida” ha sido una iniciativa clave de esta institución.
Si la Generalitat quiere utilizar este concepto, debería aplicarlo de forma pública y transparente, midiendo año tras año cómo mejoran los ingresos del 40% más pobre de la población catalana.