Tic-tac, tic-tac. El tiempo pasa y seguimos en un círculo vicioso

Cataluña sigue viviendo en un círculo vicioso en el que el tiempo pasa entre las reclamaciones de los partidos independentistas, sin respuesta efectiva por parte del Gobierno de España.

El resultado es que nada mejora, y lo que va mal sigue la misma tónica o incluso empeora. Porque, en un régimen parlamentario, es inconcebible que un gobierno que comienza el primer año de mandato sea incapaz de aprobar su presupuesto y diga que no pasa nada, que da igual y que ya lo arreglarán con suplementos de crédito por valor de 4.400 millones de euros que negociarán con los partidos que apoyaron en su día a la presidencia de Salvador Illa.

Si esto es así, cabe decir que el Parlament ha perdido su función principal, que es la de debatir y aprobar el presupuesto y controlar su cumplimiento. Si resulta que da igual y se puede funcionar igual de bien a base de inyectar suplementos de crédito de tal magnitud, entonces la cuestión presupuestaria ha perdido el sentido.

Pero no es así, por supuesto; éste es el relato que presentan aquellos que están apegados al poder a pesar de no tener la legitimación democrática suficiente para ejercerlo. Porque no se trata de que te voten una sola vez y ya está. La democracia es, como se repite hasta no poder más, un ejercicio cotidiano, y si no te aprueban el presupuesto en las democracias europeas, se convocan elecciones y das la palabra a los ciudadanos, que para eso estamos.

En su día, Aragonès hizo un gesto que ahora se ve que no abundacuando debería ser la actitud normal, porque el padrino de Illa, el presidente del Gobierno Sánchez, actúa por igual. Y si hace falta continuar esta legislatura un segundo año sin presupuesto aprobado, se dice que no importa, y ya está.

Y esta sociedad y sus liderazgos sociales y económicos, cada vez más faltos de virtudes cívicas, lo aceptan pasivamente a la espera de qué hay «de lo suyo».

Naturalmente, esto es un fracaso de la democracia y, por consiguiente, a medio plazo, de la misma economía. Porque es también evidente, lo demostraron los últimos premios Nobel: Aron Acemoglu, Simon Johnson y James Robinson. El funcionament de les institucions afecta a la prosperidad de las naciones.

¿Cuánto tiempo hace que los partidos independentistas negocian la financiación de Catalunya? Que en teoría está pactado entre PSC y Esquerra Republicana, pero que en realidad nadie es capaz de explicar en qué consiste el contenido de ese pacto. Sin embargo, ya se ha informado de que hará un amplio recorrido por España informando de las bondades del nuevo sistema a los presidentes de las demás autonomías. Quizás entonces sabremos de qué va la cosa, porque mientras tanto ni siquiera Junts parece haberse enterado del acuerdo, porque sigue reclamando “abordar un modelo de concierto económico para Catalunya como una de sus condiciones”.

Como afirmaba, en unas declaraciones en La Vanguardia el domingo 19 de enero, Antoni Castellà, hombre de confianza de Junts y figura emergente de este partido, cuando el gobierno español ya ha dicho por activa y por pasiva que de concierto nada, y que lo pactado con ERC no lo es, algo que ya asume el partido republicano.

Mientras, para no perder la costumbre, seguimos endeudándonos más. Ahora 8.481 millones, que se añaden a los 8.642 millones que solicitaron el pasado año, y que sitúan el endeudamiento de la Generalitat en 88.952 millones, la mayoría de ellos con el Fondo de Liquidez Autonómica, es decir, con el Estado, puesto que son 75.813 millones los contraídos por esta vía. Lo peor es que este nuevo endeudamiento se dedicará, en su mayor parte, a pagar los vencimientos de la deuda, principalmente con el FLA: 8.048 millones, configurando así un aspecto más del círculo vicioso. Nos endeudamos para pagar la deuda, formando una bola de nieve que no tiene fin.

Existe el compromiso, también pendiente como todo lo demás, de condonar el 20% de la deuda del FLA, unos 16.000 millones, una cifra de mejora que ya nos hemos comido con la nueva deuda contraída entre el pasado año y el actual.

Mientras, Junts amenaza, en un gesto vacío al que ya nadie otorga credibilidad, porque es incapaz de pactar un adelanto electoral con la oposición. Y que sean, una vez más, las urnas, la opinión de los ciudadanos, quienes decidan, última razón de cómo las democracias resuelven sus círculos viciosos: de unos pactos que nunca se cumplirán y de unos gobiernos sin fuerzas para disponer de presupuestos.

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