La guerra de Gaza y el nacimiento de un nuevo orden mundial

El siglo XXI se nos está convirtiendo, de hecho, en una serie de crisis consecutivas.

La primera fue la provocada por los atentados del terrorismo islámico, producidos en territorio norteamericano, el 11 de septiembre de 2001. La reacción desmesurada de Estados Unidos al 11-S se convirtió en un error estratégico de grandes dimensiones.

El presidente Biden en su reciente visita a Israel del 18 de octubre para testimoniar personalmente a su amigo Netanyahu su apoyo ante el ataque terrorista de Hamas del 7 de octubre y el inicio de la guerra de Gaza ha declarado: “Tendréis todo nuestro apoyo, pero no cometáis los mismos errores que nosotros cometimos después del 11 de septiembre de 2001“.

De las cenizas de Al-Qaida, organización terrorista coordinadora de los atentados, surgió el Estado Islámico (ISIS). Irak y Afganistán han vuelto a donde estaban, después de enormes destrucciones y pérdidas muy elevadas en vidas humanas.  El coste de la reacción, tanto financiero como humano, fue desorbitado, no sirvió para lo que se proponía y empeoró seriamente las cosas.

La democracia de Estados Unidos quedó tocada. Bush hijo demostró no estar a la altura de su padre. Estados Unidos comenzó con ello un período de declive en su liderazgo mundial, que todavía dura.

Todo lo anterior ocurrió después de que Estados Unidos hubiera conocido un período de hegemonía plena y de liderazgo en solitario en un mundo unipolar, a partir del hundimiento del muro de Berlín (1989) y de la implosión de la URSS (1991). Significaban grandes victorias para Occidente.

La vergonzosa retirada de las tropas americanas y occidentales de Afganistán en agosto de 2021 ejemplificó el final de un período histórico de hegemonía USA plena entre 1989 y 2001, pero en declive a partir de 2001, todo ello al mismo tiempo que se estaba produciendo un despegue extraordinario de China como gran potencia económica, hasta convertirse en “la fábrica del mundo“. 

China había cambiado su modelo económico en 1978, cuando abandonó el comunismo y adoptó un “socialismo de mercado“ dentro de un  régimen político de partido único. Corrían los tiempos del gran líder pragmático Deng-Xiao-Ping, que hizo famoso el proverbio “gato blanco, gato negro, da igual; lo importante es que cace ratones“. Es lo que aprendió Felipe Gonzalez en 1985 directamente de Deng Xiao-ping y que no dejó de repetir en todo su viaje oficial a China. En 2001 China entró como miembro de pleno de derecho en la Organización Mundial del Comercio (OMC). Continuaba su gran transformación hacia  el objetivo de alcanzar el liderazgo mundial.

En la terminología interna de la UE de la segunda década del siglo actual nacieron expresiones como “crisis hiedra“, “permacrisis” o “policrisis” para referirse a la Gran Depresión de 2008 más las crisis que le sucedieron:

Crisis del euro (2010) que puso en peligro no solamente el euro sino que amenazó con llevarse  por delante la UE, crisis de los refugiados (2015), crisis del Brexit (2016) con la primera salida  de un país miembro del club comunitario, crisis de relaciones con Estados Unidos por la elección de un presidente americano anti UE llamado Trump (2016),  pandemia (2019). Después llegaría la vergonzosa retirada de Estados Unidos y de Occidente de Afganistán (2021), la guerra de Ucrania (iniciada el 24 de febrero de 2022) y hace unos días acaba de estallar la guerra de Gaza, de gran potencial desestabilizador no solamente en la región sino a nivel global.

El centro de estudios Bruegel, basado en Bruselas, uno de los think tanks más prestigiosos de Europa, acaba de hacer público un informe sobre el posible impacto de la guerra de Gaza en el orden mundial que se está fraguando, en el que solamente existen dos grandes potencias globales -Estados Unidos y China- y en el que todo va a depender de las relaciones entre ambas, que clasifica en tres tipos: competición, cooperación y conflicto.

El documento argumenta que Estados Unidos sigue siendo la potencia hegemónica, aunque ya situada en un “declive relativo“, mientras que China es la gran potencia (re) emergente.

China “reemerge” porque se considera a sí misma como una civilización primigenia con 5000 años de antigüedad, como “el centro del mundo “(este es precisamente el significado de la palabra “China”) y como la primera potencia de siempre en la historia de la humanidad, excepto el período que Pequín denomina “siglo de humillación “(1839-1849). Humillación sufrida ante las a potencias occidentales y Japón, tecnológicamente superiores después del aislamiento chino impuesto por la dinastía Ming a partir del siglo XVI, que condujeron a tratados y guerras desiguales e injustos.

La posición de China tras el ataque de Hamás a Israel constituye una prueba más del deterioro de las relaciones entre Pekín y Washington, que podría conducir al mundo a una nueva Guerra Fría.

“El ataque indiscriminado del grupo terrorista Hamás contra Israel del pasado 7 de octubre es mucho más que eso, como ha quedado claro no solo por la intensidad y crueldad, sino por la reacción de Israel. Estamos ante un nuevo evento que, junto con los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos y con la invasión de Ucrania por parte de Rusia el 24 de febrero de 2022, cambiarán el devenir del mundo “.

En todos estos tres episodios cruciales de nuestra historia reciente, China ha jugado un papel relevante pero bastante diferente, lo que muestra cuánto se han deteriorado las relaciones entre Estados Unidos y China, y hacia dónde podríamos estar dirigiéndonos.

La respuesta de China al 11 de septiembre de 2001 fue apoyar a Estados Unidos, igual que hizo Rusia, en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Mientras Estados Unidos seguía ensimismado en su cruzada antiterrorista, China se convirtió en su principal socio comercial, con un superávit a su favor de 400.000 millones de dólares en apenas 10 años.

Después de una crisis que se llevó por delante el sistema financiero estadounidense en 2008, la Administración de Barak Obama empezó a entender que la política de puertas abiertas con el llamado “gigante asiático“ no podía continuar sin condiciones.

Obama anunció en 2012 un giro en la estrategia exterior de Estados Unidos, un giro bautizado como pivot to Asia. Obama reconocía que la primera economía mundial había perdido demasiado tiempo empantanada en los conflictos de Oriente Medio sin darse cuenta de que una nueva potencia con ambiciones globales se estaba creando en Asia.

Para cuando Rusia decidió invadir Ucrania en 2022, Estados Unidos ya había perdido buena parte de su liderazgo económico mundial, golpeado no sólo por la crisis financiera de 2008 sino también por la pandemia. También su liderazgo político, como quedó evidenciado en la retirada de sus tropas de Afganistán en 2021.

La guerra de Ucrania ha ido separando cada vez más a Occidente, no solo de Rusia, sino también de China, que sigue empujando a los países emergentes y en vías de desarrollo a alinearse en contra de Estados Unidos, bien por su pasado colonial o simplemente apelando a su sentimiento antioccidental.

“En ese contexto, la guerra de Gaza no solo es enormemente doloroso, sino que está provocando a su vez movimientos tectónicos en Oriente Próximo“. Movimientos a los que China no es ajena.

En primer lugar, parece difícil pensar que Hamás haya podido atacar a Israel de manera tan sorpresiva como certera y letal sin ningún apoyo exterior. Los ojos están puestos en Irán. Arabia Saudí, hasta que tuvo lugar este ataque, se encontraba inmersa con Estados Unidos para cerrar un acuerdo con Israel, con el objetivo de normalizar relaciones diplomáticas (Acuerdos de Abraham, ya concluidos con Emiratos Árabes Unidos, Bahrein, Sudán y Marruecos).

Arabia Saudita e Irán han pasado de enemigos históricos a mostrarse un respeto mutuo y China ha intervenido de manera decisiva en este acercamiento. Las declaraciones recientes del ministro de asuntos exteriores chino sobre la necesidad de proteger a Palestina dejan bien claro donde se coloca su Gobierno en este conflicto. Desde Mao, China ha mantenido una posición propalestina, opuesta a Estados Unidos. China ha pasado de ser un mero socio comercial a principal socio estratégico de Oriente Medio, ante el vacío progresivo dejado por Estados Unidos. El presidente Biden ha forzado un parón a los intercambios tecnológicos entre Israel y China. La sombra de Rusia detrás de Irán es conocida.

Según el informe de Bruegel, la reflexión de mayor calado que se puede hacer sobre la guerra de Gaza es la confirmación del “inexorable avance“ de un mundo que se separa en dos polos, dirigidos por Estados Unidos y China, las dos únicas grandes potencias realmente hoy existentes. Rusia no lo es, entre otras cosas, por tener un PIB inferior al de Italia. La UE no lo es porque no ha sabido alcanzar su unión política federal, con políticas comunes en asuntos exteriores y defensa. “La guerra de Gaza es un acelerador de la fragmentación global en dos bloques. En el mundo se está jugando una gran partida entre Estados Unidos y China, que nos va a cambiar a todos la vida“.

La sobreactuación de Úrsula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, a favor de Netanyahu ha tenido que ser corregida públicamente por el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel.

La semana pasada hemos contemplado como China y Rusia capitalizaban el conflicto en las capitales árabes y musulmanas, así como el desgaste de los aliados más indestructibles de Israel, Estados Unidos y la UE. La UE no ha podido esconder, una vez más, su debilidad ni sus graves divisiones internas. La sobreactuación de Úrsula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, a favor de Netanyahu ha tenido que ser corregida públicamente por el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel.

Arabia Saudita y los Emiratos Unidos se acaban de incorporar al grupo de los BRICS, liderado por China y Rusia. Emiratos ha votado en el Consejo de Seguridad de la ONU, junto con China y Rusia, a favor de una propuesta de tregua en Gaza, que no ha prosperado por el veto de Estados Unidos. Los cálculos en la región serían otros si el pasado mes de marzo Arabia Saudita e Irán no hubieran enterrado el hacha de guerra, por mediación de China. Ambos países se han acercado a China y Rusia en los últimos años. China mantiene excelentes relaciones con Irán, patrocinador de Hamas, gran responsable del ataque a Israel del día 7 de octubre.

El 18 de octubre un Vladimir Putin “atómico”, después que la Duma le acabara de dejar manos libres para llevar a cabo pruebas nucleares después de 33 años, llegó a Pequín para visitar a su amigo y aliado Xi Jinping.  El encuentro escenificaba la existencia de un bloque alternativo a Occidente.

Tercer Fórum de la Nueva Ruta de la Seda

En febrero de 2022 ambos firmaron una declaración en la que se hablaba de una cooperación “sin límites“ entre sus respectivos países. Putin no ha querido perderse el Tercer Fórum Mundial de las Nuevas Rutas de la Seda (17-19 de octubre), de hecho, ha sido el invitado estrella, como tampoco se perdió el primero ni el segundo.

El Tercer Fórum ha reunido a 130 países y más de 30 organizaciones. Celebra el décimo aniversario del programa más ambicioso de Xi Jinping. Ambos mandatarios se entrevistaron en bilateral con la guerra de Gaza como fondo y de manera simultánea a la entrevista mantenida por el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, desplazado personalmente a Israel dada la gravedad de la situación, con Benjamin Netanyahu.

El azar y Hamas han querida brindar a China el regalo de que los éxitos de la Tercera Cumbre del BRI (Belt and Road Initiative ) actúen de contraste con las dificultades que se advierten  en Estados Unidos y en Europa en relación con Israel y Oriente Medio.

El primer ministro de Hungría, Viktor Orban, también ha acudido al Tercer Fórum y ha aprovechado la ocasión para reunirse con Putin, en un desafío abierto a la unidad de los países de la UE y aliados de la OTAN en relación con la invasión rusa de Ucrania.

La guerra de Gaza reduce la atención sobre la guerra de Ucrania.

Xi y Putin han coincidido en que la única vía para frenar el conflicto árabe-israelí consiste en “respetar la solución de los dos estados“. Pedro Sánchez ha declarado lo mismo a la hora de explicar los resultados de la última reunión del Consejo Europeo, a título de presidente en funciones del gobierno de España, presidenta de turno de la UE.

La frase más acertada probablemente de las pronunciadas últimamente sobre la guerra de Gaza es la de un general israelí en la reserva que dice así: “Vivimos un conflicto enquistado. No vamos a tener paz hasta que ellos (los palestinos) tengan esperanza“.

Xi Jinping quiere que todos los caminos conduzcan a Pequín, la conectividad es la clave.

No en vano la palabra China significa “el centro del mundo“. El programa BRI aspira a vertebrar Eurasia y otros continentes, como África, lo que es visto como un desafío en toda regla por Washington. El tren rápido que une Mombasa y Nairobi en Kenia, o el que une la capital de Laos con Kunming en China, o más recientemente el primer tren de alta velocidad del Sudeste asiático entre Yakarta y Bandung, son algunos de los ejemplos del enorme esfuerzo de financiación y construcción llevado a cabo por China en el llamado Sur Global.

El gran ausente en el Fórum de Pequín  en sintonía con Occidente- vuelve a ser India. El primer ministro Narendra Modi lideró en la reciente cumbre del G-20 el proyecto de construcción de un corredor alternativo a la Ruta de la Seda que uniría Europa con India, vía Israel precisamente y Arabia Saudita. Un proyecto que peligra a causa de la guerra de Gaza.

La coincidencia del Tercer Fórum de la Nueva Ruta de la Seda con la guerra de Gaza brinda en bandeja de plata el mensaje que China quiere lanzar al mundo, consistente en que ella construye y busca la paz, mientras que otros dividen y destruyen.

En el Libro Blanco sobre el Futuro de la Ruta de la Seda, publicado antes de la celebración de su tercer Fórum, Pequín declara que la Ruta va más allá del comercio: pretende construir “una comunidad global de futuro compartido“. China aspira al fin del “hegemonismo” y “unilateralismo” estadounidense y a la creación de un nuevo orden mundial multipolar, un lugar de “respeto” entre distintas civilizaciones.

¿Un mundo multipolar que seguiría a un período inmediato de nueva Guerra Fría previsto por Bruegel?

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1 comentario. Dejar nuevo

  • Mara Cañas
    7 enero, 2024 12:17

    Buenas, estoy leyendo este artículo pero no encuentro el informe de Bruegel que el autor cita. ¿Sabe alguien dónde puedo encontrarlo?

    Responder

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