Gobierno Sánchez. Sin vergüenza ni complejos

Una de las ventajas de ambos gobiernos españoles, el del PSOE y UP, es que actúan sin ningún tipo de vergüenza ni complejos. Ahora mismo, dos días antes de que comience la campaña electoral en Andalucía, la ministra fundadora de la nueva esperanza de la izquierda, Yolanda Díaz, ha anunciado que regalará 50 millones no previstos a Andalucía con motivo de la importancia que tiene el paro en este territorio. Cabe recordar que en las últimas elecciones en Castilla y León hubo una decisión similar con ayudas al sector agrario. En ambos casos intentan mantener cautivo un voto a base de prebendas, pero es demasiado descaradamente vergonzoso.

Que en Andalucía hay mucho paro de larga duración, juvenil, entre las mujeres y de todo tipo, es un hecho bien sabido, y lo lógico era, si se considera que este es el problema grave, actuar desde un buen inicio del presupuesto actual. No hacerlo y esperar a las puertas de la campaña electoral es un indicio de que cada vez nos acercamos más a las prácticas políticas bananeras caribeñas, lo que cuadra bien con la crisis climática y el aumento de las temperaturas. También hay que decir que es injusto porque hay otras comunidades autónomas que presentan niveles de paro muy altos, pero como carecen de elecciones no recibirán la propina extra.

Al mismo tiempo, desde Bruselas, Sánchez ha anunciado que seguirá manteniendo la subvención a la gasolina, los 20 céntimos, que por cierto ya han sido devorados por la continua subida de precios. Hay una coincidencia muy amplia al constatar que esta es una mala medida porque afecta a todos los bolsillos por igual, en lugar de concentrarse en aquellos que tienen las rentas inferiores, y también porque es un contrasentido que, queriendo reducir los combustibles fósiles, se subvencione su compra.

Asimismo, el reiteradamente anunciado acuerdo con Bruselas para limitar el precio del gas no acaba de llegar y mientras tanto lo pagamos al precio de un ojo de la cara, lo que se mantendrá con tendencia a crecer porque el creciente flujo de gas licuado que nos llega de EE.UU. y Qatar es sencillamente más caro. Mientras tanto la inflación no sólo no se revierte, sino que ha vuelto a subir por encima del 8% y, lo que es más grave, con una inflación subyacente que ya supera de mucho el 4%. Todo esto presiona fuertemente la reivindicación salarial, pero el gobierno se revela incapaz de poner en marcha un pacto de rentas, la única solución que permitiría paliar el desgaste de los ingresos de las familias sin generar más inflación.

Mientras, Sánchez sigue siendo el hombre simpático de la Comisión Europea y dice amén a todas las propuestas, pese a que estas empujan más y más hacia los incrementos de precios y el castigo a la economía sumergida. En la medida en que reducimos la provisión de petróleo y gas ruso, aumenta la inflación y disminuye el crecimiento, como ya ha alertado al Banco de España. En el peor escenario podemos llegar a un crecimiento del PIB inferior al 3%, lo que pospondría la recuperación para 2024 y una inflación estabilizada en torno al 7 o 8%, con lo que esto significa de malestar social.

Pero todo esto no es inconveniente porque Sánchez, que quiere ser el mejor de la clase con la perspectiva de un futuro cargo internacional, anuncia que hará más gasto militar para celebrar el 40 aniversario del ingreso en la OTAN. Y toda esa desmesura presupuestaria sucede cuando el gobierno se niega a presentar un plan de consolidación fiscal, a pesar de la certeza de que en pocos meses el Banco Central Europeo retirará las ayudas que permiten a la deuda española disfrutar de unas condiciones extraordinarias, dado que el precio al que accede sus emisiones de deuda tienden a cero. Pero esto empezará a acabarse, bien a principios, bien a finales de verano. Todo ello es un lío demasiado grande para pensar que podamos salir bien parados.

Necesitamos una hoja de ruta clara y el que mejor la dibuja no es el PP, sino el Banco de España. Es alentador ver la utilidad de una institución independiente, pero es preocupante que en el mundo político nadie nos explique con claridad el laberinto en el que nos encontramos y señale con precisión los caminos de salida.

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