El presidente Emmanuel Macron acaba de renovar el gobierno de su primera ministra Élisabeth Borne, y el pasado 20 de julio se supo que volvería a introducirse un ministerio encargado de las familias. Oficialmente se trata del “Ministerio de las solidaridades y las familias”, y se emplaza bajo la dirección de la joven Aurore Bergé (36 años), política que inició su carrera con la derecha tradicional (Els Republicans), antes de hacerlo se “macronista” en 2017.
Se trata de un retorno destacable ya que es la primera vez que un gobierno Macron incluye la noción de familia en el nombre de un ministerio. Además, en el país que gasta más dinero del mundo entero en prestaciones sociales (15% del total mundial para ser exactos), el hecho de que la «familia» se combine con la noción de «solidaridad» es plenamente coherente ya que por esta última se entienden precisamente los generosos subsidios a la población.
De hecho, en Francia la medida ha generado cierta unanimidad, e incluso la presidenta del Sindicato de la familia, el movimiento heredero de la Manif pour blandos , Ludovine de La Rochère, ha aplaudido la decisión en una tribuna en Le Figaro .
Al parecer, las revueltas que Francia sufrió a principios del verano dieron mucho que pensar en Macron y sus ministros. El propio presidente de la república, a pesar de no tener hijos, hizo un llamamiento a los padres y en particular a la figura del padre (en masculino), lamentando públicamente su ausencia demasiado frecuente y el impacto negativo de ésta sobre el educación de los chicos (de nuevo en masculino).
Macron, un reconocido progresista en política social, reconocía así implícitamente la complementariedad entre el padre y la madre en la educación de los hijos. Numerosas personalidades y cargos políticos se sumaron a las declaraciones sobre la importancia de la familia, incluso llamando a que los padres de los menores implicados en los saqueos e incendios fueran co-responsables financieramente de la reconstrucción.
Como viene siendo habitual desde su llegada al poder en el 2017, Macron ha actuado por reacción en un área en la que no se siente confortable, pero tiene el mérito al menos de admitir que la familia es la columna vertebral de cualquier sociedad.
A pesar de que Francia mantiene políticas sociales muy generosas, durante el gobierno del socialista François Hollande (2012-2017) Francia dio pasos atrás en su ayuda a las familias, suprimiendo por ejemplo el carácter universal de las prestaciones familiares.
Esta noticia llega en un contexto en el que el gobierno italiano de Giorgia Meloni ha iniciado el despliegue de su “Family Act”, aprobada el año pasado y que se presenta como una ley integral que busca relanzar la natalidad y mejorar la calidad de vida de las familias.
La importancia, que estos países vecinos, conceden a la familia contrasta plenamente con la marginalización que ésta ha sufrido durante la campaña electoral del 23J. Esto, a pesar del estado de derrumbe en el que se encuentra el tejido familiar español y la constatación del fracaso de la estrategia de sustitución de la natalidad mediante la inmigración. La Moncloa debería hacer su prioridad absoluta.
Es la primera vez que un gobierno Macron incluye la noción de familia en el nombre de un ministerio. Además, en el país que gasta más dinero del mundo entero en prestaciones sociales (15% del total mundial) Share on X