Se atribuye a la reina de Francia María Antonieta, esposa de Luis XVI, la frase «si no tienen pan, que coman pasteles». Aunque no existen pruebas de que la pronunciara, con el tiempo se ha convertido en un símbolo de la indiferencia y falta de conocimiento de ciertas élites sobre los problemas de la gente común.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha formulado recientemente unas declaraciones con fuerte resonancia a la supuesta actitud de la reina de Francia.
Tras conocer que algunos países europeos, entre ellos Alemania, Austria, Italia y los Países Bajos, tienen previsto reabrir centrales de carbón para asegurar la oferta energética este invierno, a Von der Leyen no se le ha ocurrido otra cosa que recriminarles que los esfuerzos deberían centrarse en “inversiones masivas en las [energías] renovables”.
La líder de la UE ha añadido que «tenemos que asegurar que utilizamos esta crisis para avanzar y no recaer en los sucios combustibles fósiles». “Es una línea muy fina y no está claro que hagamos el giro necesario”.
El problema, evidentemente, es que el desarrollo de nuevas plantas productoras de energías renovables tarda años, mientras que los meses de frío llegarán en cuestión de unos pocos meses. Sin hablar de la imposibilidad de almacenar la electricidad producida por las fuentes renovables, ni de las dificultades de abastecimiento de las materias primas necesarias para la construcción de molinos y placas solares.
La declaración de Von der Leyen, por su desconexión con la realidad, denota o bien una falta de conocimiento muy grave de los problemas más inmediatos a los que se enfrenta la Unión Europea, o bien una hipocresía flagrante.
Los países europeos comienzan darse cuenta poco a poco de las consecuencias concretas que está teniendo su política de sanciones contra Rusia a raíz de la invasión de esta última de Ucrania.
En Bruselas y en las grandes capitales europeas, muchos todavía pensaban que Moscú nunca se atrevería a incumplir las entregas al mejor cliente de su gas natural
Estas últimas semanas Moscú ha dado un giro en su política de entregas de gas, empezando a incumplir sus contratos. Por ejemplo, ha reducido en un 60% el volumen que circula por el gasoducto Nord Stream 1 y que sirve a Alemania y numerosos países de Europa central y occidental directamente desde Rusia por el Mar Báltico.
Se trata de un hecho inaudito en la historia del gas ruso en Europa. En Bruselas y en las grandes capitales europeas, muchos todavía pensaban que Moscú no se atrevería a incumplir las entregas al mejor cliente de su gas natural.
El director de la Agencia Internacional de la Energía Faith Birol, que ya alertó recientemente de que Europa podría tener que racionar el gas este invierno, dice ahora que es necesario que la UE se prepare para un paro total de las entregas de gas ruso.
Las alternativas al gas ruso se están demostrando muy difíciles: el llamamiento de Von der Leyen a favor de las renovables es totalmente inútil a corto plazo, y presenta numerosos obstáculos a medio plazo.
En cuanto al gas licuado, faltan las infraestructuras para acogerlo, y además Europa tendrá que competir con el resto del mundo para obtenerlo a precios estratosféricos. Por si fuera poco, un incendio reciente en una terminal de gas licuado en Texas dejó a Estados Unidos sin el 20% de su capacidad productora durante al menos tres meses.
La carta del carbón, que en estos momentos parece la más fiable, entra en contradicción directa con la política radical que lleva a la Comisión Von der Leyen contra los combustibles fósiles, y que prevé entre otras la prohibición de vender coches de combustión interna nuevos en 2035.
Además, por el momento Europa se beneficia de la mala situación de la economía china, pero cuando ésta se recupere de la crisis causada por la variante ómicron, la demanda del gigante asiático empujará aún más al alza los precios del gas y petróleo.
Unos precios que ya están disparados en Europa: tan sólo la semana pasada el precio del gas natural se incrementó un 50%, siendo ya seis veces más caro respecto al 2019.
Según recoge el Financial Times, el sector industrial europeo teme que la única solución para evitar un invierno catastrófico sea que el gas ruso vuelva a fluir, algo que no está ni mucho menos garantizado por razones políticas.
El gobierno de Alemania ya ha pedido a sus ciudadanos que utilicen la menor energía posible este verano a fin de conservar lo que queda de las reservas para el invierno
Por el momento, el gobierno de Alemania ya ha pedido a sus ciudadanos que utilicen el mínimo de energía posible este verano a fin de conservar lo que queda de las reservas actuales para el invierno. Es una medida desesperada que deja en evidencia la falta de visión de los gobiernos europeos y de la UE en la guerra de Ucrania.
Por su parte, declaraciones de tipo «brindis al sol» como las de Von der Leyen demuestran que los mismos que nos han metido en este lío no tienen ni idea de cómo salir de el.
Declaraciones como las de Von der Leyen demuestran que los mismos que nos han metido en este lío no tienen ni idea de cómo salir de ella Share on X