Estado de alarma: De la incompetencia a la institucionalidad por mayoría abrumadora

El nuevo estado de alarma es un doble fracaso. El de las políticas seguidas por el gobierno español y de muchos de los gobiernos autonómicos a su aire, y el del Estado de Derecho

En Alemania, un estado realmente federal con una situación mucho mejor que la española, la primera ministra Merkel ha establecido exigentes medidas federales para todo el país, sin menoscabo de otras de carácter estatal, a pesar de la distinta situación de cada land. En España el gobierno se ha puesto de perfil, y establece una nueva situación de excepcionalidad que deja en manos de las comunidades autónomas, pero sin un plan y estrategia conjunta. Se critica a la Unión Europea porque no tiene capacidad normativa para adoptar una política común en relación con la pandemia, y en España, donde tal cosa es posible, el gobierno Sánchez es poco más que un espectador.

Por otra parte, vuelve a congelar el Congreso medio año en una decisión que, para muchos juristas, incluidos antiguos miembros del Tribunal Constitucional, es contrario a la Constitución, que establece un plazo máximo de 15 días prorrogables por acuerdo del Congreso. Es un paso más hacia la desvirtualización de la democracia y el Estado de Derecho, y por esta razón constituye un precedente peligroso. Habrá que ver qué dice otra vez la Unión Europea, quien ya frustró el intento de manipular la elección de los jueces del Poder Judicial.

Pero antes de llegar a este estado de cosas, era- sigue siendo- necesario contestar a una cuestión básica: ¿Cómo hemos llegado a este nuevo gran fracaso? Si no conocemos lo que ha fallado es imposible que salgamos del círculo vicioso que una y otra vez nos llevará a nuevas y calamitosas restricciones.

Un ejemplo claro de los errores que se producen cuando no existe una revisión de los previos se encuentra en Cataluña. Esta comunidad estableció el cierre de bares y restaurantes durante 15 días, con una indemnización total por establecimiento de 1000 a 1500 euros. Es una solución ruinosa. Pues bien, la propagación de la epidemia ha continuado aceleradamente. Los efectos del cierre han sido nulos o marginales.

Estos son bajo mi punto de vista los principales errores de la política seguida contra la Covid-19:

  • Unas intervenciones contundentes muy tardías, que llegan, una vez más, cuando el Sar-Cov-2 ha hecho saltar todas las barreras.
  • El excesivo retraso en conocer los resultados de las PCR, que impide que los contagiados no sigan trasmitiendo la enfermedad.
  • Pero todavía más acentuado, el rastreo insuficiente de las cadenas de contagio.
  • La aplicación de una gestión y metodología de rastreo que identifica de manera muy parcial los contactos no establece bien los focos; por ejemplo, subvalora la trasmisión en el transporte público.
  • Los insuficientes recursos de control para garantizar un efectivo cumplimiento de la cuarentena por parte de la personas afectadas.
  • Una información confusa, deficiente e insuficiente. Es el caso, por señalar un ejemplo, de la obligación de guardar cuarentena por parte de quienes hayan estado en contacto con un contagiado, aunque la prueba de PCR de negativa.
  • Las consecuencias de la confusión en la disciplina de los ciudadanos necesaria para cumplir con las normas.
  • La ausencia de interlocución del Ministerio de Sanidad con las Organizaciones de Médicos, a quienes simplemente ignora, como ha explicado la Organización Médica Colegial.
  • El olvido de toda medida técnica para frenar el coronavirus, especialmente su propagación mediante aerosoles. Afecta a muchos y distintos planos de la cuestión, a la situación y medias sobre el transporte público, a la inexistencia de protocolos obligatorios para la aireación natural, como los que la OMS dispone, la falta de incentivos, incluida la información sobre medios eficaces antivirus, como la luz ultravioleta, la ventilación con filtros antivíricos, la medición de C02 en locales cerrados para verificar el estado de la ventilación. Así, con datos por debajo de las 700 ppm y ya no digamos si resultan inferiores a 500 ppm la transmisión por el aire es muy improbable si se usa la mascarilla y la distancia es la adecuada. Este tipo de enfoque, y otros más, hubieran facilitado el mantenimiento restringido, pero sin cierre, de muchas actividades económicas. Todo lo que sea conocimiento objetivo de la propagación permite un mejor control.
  • El olvido del potencial de la protección civil, que apenas si se ha utilizado, para prevenir, informar y controlar. Hay aquí un inmenso y beneficioso capitulo para explorar.
  • Finalmente, la manera deficiente como se han abordado las actitudes de grupos de irresponsables que movidos por un irrefrenable impulso jolgorioso han actuado como grandes contagiadores de grupo. No son meras infracciones administrativas, sino verdaderos atentados contra la salud pública, y como tal deben ser tratados. Esto y la necesidad de aumentar el capital social en términos de responsabilidad social. El famoso filosofo de la cotidianidad  Byung-Chul analizaba en un texto reciente como los buenos resultados de Japón, Corea del Sur, Taiwan, Singapur y Hong Kong, no radicaban solamente- que también- en la eficacia de sus políticas públicas, sino en el comportamiento y responsabilidad colectiva de sus ciudadanos. Este es otro capitulo inédito, cuyo abordaje permitiría avanzar en muchos otros aspectos de la vida común.
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