Esquerra Republicana. El ridículo de sus reivindicaciones sobre el gobierno Sánchez

Millones de personas en la calle, presos y represaliados, dirigentes que han abandonado el país, reclamación insistente de que la única respuesta posible al conflicto con Cataluña es la amnistía y el referéndum pactado, esto es lo que ha estado reiterando Aragonés en relación a la mesa de diálogo. Y llega la hora de la verdad, aquella en la que ERC sí tiene fuerza negociadora, el momento de negociar los presupuestos de Sánchez, y he aquí que la máxima cuestión que se le ocurre poner sobre la mesa es que se ejecuten bien ¡las asignaciones presupuestarias y que la ley del audiovisual respete el catalán! Brutal.

Realmente que, a estas alturas, quienes dicen que harán la independencia y que tienen la sartén por el mango para que Sánchez pueda aprobar los presupuestos, se limiten a pedir una cuestión tan elemental como el respeto al catalán en una ley que afecta de forma central a los ámbitos idiomáticos, como es el del audiovisual, es realmente para llorar por parte de los partidarios de la independencia, y para reír por el lado de quienes se oponen.

Es la mejor confirmación de que esta vía está abandonada, y más aún, que la capacidad negociadora de ERC se limita a lo que el gobierno español de antemano le ha dicho que le puede conceder. La mejor constatación de esta evidencia es que ERC no tiene inconveniente en afirmar que deja para más adelante la negociación de Cercanías. Genial. Entendemos que abandone la independencia, ¡pero hombre, Cercanías! Por lo menos esta pieza sí que podría ponerla sobre la mesa. Pero no, porque Aragonès y Junqueras saben que el sindicato de maquinistas tiene apretado a Sánchez amenazándole con una huelga total si hace este traspaso a Cataluña, y por tanto están convencidos de que no hay nada que hacer y en consecuencia arrían velas antes de empezar.

Ni CiU en sus peores tiempos, cuando la gesticulación ocultaba la carencia de resultados, había alcanzado un perfil negociador tan bajo. Con el hecho favorable para ERC de que Sánchez no tiene mayoría y depende de ella, mientras que cuando CiU hacía juegos de manos era porque el gobierno de Madrid disponía ya de mayoría absoluta. Compárese esta actitud negociadora –sí, ciertamente las comparaciones son odiosas, sobre todo para quien la sufre- con la del PNV en la que su portavoz, Aitor Esteban, le basta con levantarse y desde el mismo escaño musitar unas palabras en el sentido de “si no me haces caso, te espero en la esquina” refiriéndose al decreto que apretaba a las eléctricas, para que el gobierno se apresurara a suavizar aquellos aspectos que disgustaban en el PNV. Y ERC tiene más del doble de los diputados que el partido vasco, y por tanto su peso y capacidad de decisión es mucho mayor. El partido republicano después de una excursión por el independentismo ha vuelto a sus orígenes, que mantuvo durante muchos años, de partido republicano español.

Mientras, su acción en el gobierno de Cataluña es perfectamente descriptible, como muestran las encuestas, y la teórica fama de buen gestor de Aragonès no se pone de manifiesto. Constatémoslo con los últimos hechos: un nuevo decreto limita la localización de las renovables en Cataluña y no sólo eso, sino que obliga a repetir la tramitación a las empresas que ya tenían cuello abajo haber completado la mayor parte del procedimiento administrativo referido en el anterior decreto. Cataluña está hoy a la cola de este tipo de energía, al tiempo que practica un discurso de lucha contra el cambio climático y a favor del ecologismo. Como siempre, una gran dislocación entre palabras y hechos.

Para mayor agravio este decreto se hace público pocos días antes de que Naciones Unidas haya emitido una alerta de que al ritmo actual hará será imposible cumplir con las previsiones para evitar que la crisis del clima empeore.

Y como lo de sincronizar hechos es una habilidad del gobierno, pocos días después de la insólita manifestación de policías criticando al gobierno de la Generalitat, ERC con la ayuda imprescindible de JxCat entregó la presidencia de la comisión del Parlament que debe evaluar las actuaciones policiales, a una persona tan neutral y ponderada como Eulalia Reguant de la CUP, que ya ha anunciado su intención de proponer una oficina para sancionar a los Mossos antes y con independencia de que actúe la justicia en su caso. Es decir, una especie de comisariado político que se dedique a perseguir a los Mossos. Genial solución para resolver el grave conflicto con nuestra policía. Mientras, el conseller Joan Ignasi Elena sigue haciendo rogativas. Menos mal que no somos un estado independiente. ¿Alguien se imagina a Francia o a España con la policía sublevada contra el propio gobierno?

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