Sí, señor, ahora ya sabemos oficialmente lo que estadísticamente ya se apuntaba. Que los parados son muchos más que los que señala el paro registrado, que es una variable que ha ido perdiendo poder explicativo de cómo va el mercado laboral, es decir, de cuántas personas quieren trabajar y no pueden hacerlo a consecuencia de la generalización de la figura del fijo discontinuo, que son personas que una parte del año, que puede llegar a ser mayoritaria, figuran como contratados, pero no están trabajando e incluso pueden percibir el seguro de paro.
Los expertos consideraban que una parte de estos fijos discontinuos estaban realmente parados y así deberían contabilizarse. Pero el gobierno, y en particular la ministra del ramo, Yolanda Díaz, siempre ha manejado esta lectura e incluso ha negado la información sobre cuál era esa magnitud. Y esto ha supuesto estimaciones diversas que situaban el paro en torno a los 3,5 millones de parados reales si además se añadían las personas que todavía permanecen en ERTO.
Ahora, sin embargo, ya disponemos de la cifra oficial dada por el ministerio de trabajo como respuesta a una pregunta parlamentaria formulada por las senadoras Teresa Ruiz-Sillero y Ana Alós. Estos datos que facilita el ministerio reconocen que son 443.078 los trabajadores fijos discontinuos que no trabajan a finales de 2022. De ellos, 268.402 cobran la prestación por desempleo y 174.676 ni están trabajando ni tienen ayudas en este sentido.
El resultado hace que de la cifra oficial de parados, los 2,8 millones dados por el gobierno, aumente hasta casi 3,3 millones, lo que representa un 15,6% de paro. Una cifra muy similar a la del 2009, cuando empezaba la crisis económica.
Este hecho también ayudaría a comprender la gran disparidad que existe entre el crecimiento del PIB, que todavía no se ha recuperado de la caída de 2020, y el mercado de trabajo, que presentaba una cifras muy superiores a las que había en aquella fecha. La razón es ésta, se da como gente que trabaja personas que realmente no lo hacen. Este hecho es también perceptible por otra vía, la de las horas trabajadas, que son también inferiores a las que se daban antes de la pandemia.
El resumen está claro. No hemos salido todavía del problema de un nivel de paro extraordinariamente grande. Y ni en términos laborales ni de producción nos hemos recuperado del bajón del 2020. Todo lo que se pueda añadir detrás de esto serán esperanzas y futuribles, pero en modo alguno responden a la radiografía de la situación.