Tradicionalmente, los Estados Unidos transmitían las enfermedades de su economía al mundo entero. Fue el caso de las principales crisis económicas del siglo XX, como el crac de Wall Street en 1929. La última gran recesión mundial, en 2008, tuvo igualmente su origen en América.
Pero el auge económico de China está robando protagonismo a los Estados Unidos también en este aspecto perverso. El peso de China en la economía mundial no ha dejado de crecer, llegando a acumular una tercera parte del crecimiento económico mundial, relata el Financial Times. De hecho, el gigante asiático crece más que Estados Unidos, Europa y Japón combinados.
Según Andy Rothman, consultor de inversiones estratégicas, en 2019 fueron los consumidores chinos los que lideraron el crecimiento económico mundial. Ya que, si bien el crecimiento del país asiático se desacelera, la base sobre la que lo hace ha aumentado un 188% en tan sólo diez años. Y eso se traduce en una demanda monstruosa. Por eso los operadores turísticos y marcas de ropa están tan preocupados por el nuevo coronavirus de Wuhan.
La epidemia ha causado ya una enorme sacudida en la bolsa china, provocando esta semana el peor día de pérdidas (un 7,9%) desde 2015. Una situación que ha obligado a Pekín a inyectar de urgencia liquidez en su economía.
Asimismo, cada vez son más las multinacionales que anuncian el cierre parcial o completo de sus tiendas y otras infraestructuras en China: a Apple e Ikea se han sumado Ralph Lauren o Disneyland, por citar sólo algunas enseñas conocidas.
El coste del coronavirus ya ha sido evaluado en al menos un 0,4% del PIB chino para 2020. Su coste para la economía mundial aún debe establecerse, pero los expertos prevén que será mucho más importante que el de la epidemia del SARS de 2003.
Los millones de turistas chinos que no podrán visitar los países europeos o Estados Unidos por culpa de la epidemia son sólo una pequeña parte de la explicación. La región de Hubei, la más afectada por la epidemia, es un hub importantísimo para las cadenas de aprovisionamiento de numerosas multinacionales, incluidas las tecnológicas estadounidenses, dependientes de los componentes y materias primes provenientes de China.
Si las empresas tecnológicas ven sus cadenas de aprovisionamiento amenazadas, el impacto económico internacional se hará sentir con mucha más intensidad que hasta ahora. El coronavirus de Wuhan podría entonces convertirse en el catalizador de una nueva recesión mundial que los expertos temen desde hace ya meses, debida principalmente a la explosión de la deuda en todo el mundo.