El enigma del empleo español. ¿Realmente hay menos de 3 millones de parados?

A primera vista, las cifras sobre ocupación del mes de mayo son muy buenas. Por primera vez se ha bajado de los 3 millones de parados que existían desde 2008. Por tanto, hemos recuperado el nivel de paro de antes de la gran crisis de 2008. Desde este punto de vista resultaría que hemos recuperado la normalidad.

Por otra parte, se han superado los 20 millones de personas afiliadas a la Seguridad Social, lo que constituye un récord histórico, y por si fuera poco se han producido 730.000 contratos indefinidos, y esto le ha permitido a la ministra Yolanda Díaz y al presidente del gobierno salir a la palestra y reclamar la importancia del éxito que ha logrado su gobierno.

Hasta aquí todo está claro: menos paro, más afiliación, muchos más contratos indefinidos. Sin embargo, no se puede pedir más, y esta es la otra vertiente, lo que podríamos decir la cara oscura de la luna, estas cifras de empleo son absolutamente discordantes con el crecimiento de la economía. Porque todavía está claramente por debajo del 2019 y la previsión mejor es que no conseguimos este horizonte hasta finales del año que viene o, si las cosas siguen evolucionando tan mal como ahora, hasta inicios del 2024. Muy lejos, por tanto, siendo España el país que habrá salido con mayor retraso de la crisis.

¿Cómo es posible esa extraordinaria discordancia? Antes el PIB crecía más rápido que el empleo, después hemos visto que la respuesta al empleo es más intensa que el PIB, pero nunca se ha producido tan considerable disonancia.

El misterio desaparece si se toman en consideración una serie de factores económicos. El primero de ellos es que con los cambios legislativos operados, introduciendo la figura contractual del fijo discontinuo, se produce una fuerte disfunción en la estadística que aumentará con el paso del tiempo. Porque con este contrato una persona puede trabajar 3 meses al año, estar sin trabajo los 9 meses restantes, pero no aparecerá en las listas del paro. Tendremos un parado menos aunque solo trabaje una cuarta parte del período laboral. Por tanto, a partir de ahora lo que es importante es el número agregado total de horas trabajadas, porque éste sí que expresará la realidad de la masa laboral que está ocupada; contarlo por personas ya no sirve.

Esto ayuda a entender que, a pesar de la exclusión de empleo, el PIB no crezca, porque en realidad lo que hay son contratos y no horas trabajadasEn este sentido, Feijóo, pese a la simplificación que comete y la carencia de razonamiento que la va acompañando, tenía una parte de razón cuando hablaba de maquillaje de las cifras.

Un segundo hecho es la baja productividad del empleo que se está generando, lo que también ayuda a entender que crezcan los puestos de trabajo pero no el PIB en igual proporción. Son puestos sobre todo en el sector servicios intensivos en mano de obra y de baja remuneración y calificación. Sin introducir el factor de la productividad, no podemos observar el aspecto patológico de la dislocación entre el incremento del empleo y del PIB.

Pero todavía quedan algunos elementos más que se omiten en las explicaciones oficiales.

Uno de ellos es que se han eliminado 425.430 desempleados que están en formación o que tienen una capacidad limitada de trabajar pero que quieren llevarla a cabo. Estas personas no tienen trabajo, pero no figuran como punto del paro y son casi medio millón y, evidentemente, contribuye mucho a presentar las cifras que salen. Por otro lado, de los 730.000 contratos indefinidos 2/3 partes lo son a tiempo parcial, confirmando así lo que apuntábamos más arriba que de lo que se trataría es de conocer el número de horas contratadas y trabajadas más que el número de contratos y personas. Los contratos que ahora están fijos en sus dos variantes han reducido su duración de 60 a 40 días y eso tampoco se dice.

En este sentido, tiene toda la razón del mundo el presidente del Banco de España cuando afirma que es necesario esperar para ver el efecto de la reforma laboral y constatar si realmente se está produciendo un gran aumento de empleo o bien el efecto es más perverso y lo que hay es una reducción de número de horas trabajadas. En realidad, practicados los reajustes sobre las cifras oficiales, el número real de parados en España registrados en el SEPE es de 3.425.430. Y, por tanto, muy por encima de los 3 millones, que es lo que nos quieren hacer creer.

Los fijos discontinuos se han incrementado en un 1.400% y éste es un indicio claro de que existe un problema de fondo en la aplicación de la ley que no es otro que fragmentar el puesto de trabajo y transformarlo en empleo parcial.

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