Son hechos diversos, pero tienen un común denominador: el desbarajuste con el que ha caído Cataluña a consecuencia del mal gobierno y del pésimo uso de los grandes recursos de los que disponemos. Pero, siendo la mayor parte, no toda la responsabilidad es de Aragonès, porque con 33 diputados de 165 quiere decir que necesita a otros para salir adelante y estos contribuyen con su colaboración al desbarajuste.
En primer lugar Illa y el PSC, que sigue fiel a la escuela socialista del partidismo del poder. Por su parte, JxCat está lejos de acreditar la alternativa que que en las actuales condiciones no puede ser otra que la del «seño ordenador» que hemos atribuido a la obra de la Mancomunidad. Si aquellos hombres hubieran tenido los recursos de la Generalitat actual, habrían hecho maravillas visto lo mucho que hicieron con lo poco de que disponían.
Una constatación palmaria es la situación de la sequía. Tres años es mucho tiempo, pero el país hace poco más de un siglo sufrió otro período que duró décadas. Hoy, si no llueve, los bosques y los cultivos de secano pagarán las consecuencias. Pero con los recursos disponibles el impacto sobre el regadío y la ganadería, sobre la industria, podría ser menor, y la amenaza que se cierne sobre las poblaciones no existiría si se hubieran hecho bien las cosas, para empezar las más elementales, las que ya estaban previstas. Ya no digamos si con visión de futuro hubieran sacado adelante las necesarias.
Barcelona y el ámbito metropolitano sufrirá cuando se aplique la situación de emergencia, porque las obras previstas para 2009-2017 no se han realizado. Ésta es la realidad pura y dura, y eso a pesar de la advertencia de la sequía del 2007-2008. Se han olvidado llevar a cabo las dos desalinizadoras, una de ellas en la Tordera (en Blanes) y la otra en Foix (en Cubelles). Por razones de pequeña politiquería del acto, tampoco se ha realizado la ampliación del tratamiento de agua potable del Besòs. Ni la captación de las aguas subterráneas correspondientes. Y por si todo esto no fuera suficiente, las ayudas a los municipios de sólo 50 millones de euros no se han hecho efectivas a pesar de que ya ha pasado medio año. De hecho, cuando se lleven a cabo, si se cumple el último plazo, habrá pasado casi un año. Una obra hidráulica clave, como es el desdoblamiento de la canalización desde Cardedeu hasta Barcelona, aquella que sale de vez en cuando en el diario por el gran escape de agua en Badalona, tampoco se ha hecho. Más incapacidad imposible.
Y qué decir, ya lo hemos apuntado en otras ocasiones , de reducir el agua de riego que se desperdicia utilizando el primitivo sistema del anegamiento, el riego a manta, en lugar de sistemas más eficaces como el riego localizado o la aspersión.
Del agua podríamos pasar a la saturación de la AP7, de la que ya ni hablamos. Pero no porque el problema esté resuelto y que es una muestra de imprevisión. Sigue indefinida la ampliación del aeropuerto. Y para pasar a otros temas que no sean las infraestructuras, la seguridad ciudadana sigue presentando problemas muy grandes. O para señalar otro caso muy distinto, el catalán es solo lengua familiar en el 36% de los hogares del país.
¿Qué se hace de tanto dinero del presupuesto de la Generalitat, tanto personal, tantos cargos de confianza?
Pues lo que la Sindicatura de Cuentas revela del Servicio de Ocupación de Cataluña (SOC) es un ejemplo de ello. El paro es un problema claro y el SOC tiene como trabajo gestionarlo, llevar a cabo políticas de empleo, en definitiva, reducirlo. Pero vaya, resulta que en el último presupuesto totalmente liquidado, el de 2021, sólo gastaron la mitad del dinero. No tuvieron capacidad para más. Y para colmo, resulta que su tesorería equivale al 90% de su presupuesto. Tiene tanto dinero “cash” que se vio obligado a devolver 200 millones el año pasado. Es un escándalo de mal gobierno.
Ahora bien, en otras cuestiones sobresalimos. Somos los campeones en infecciones de transmisión sexuales (ITS) y que cada uno haga la consideración que quiera. Todas se han disparado en España, pero en Catalunya somos los amos en ese terreno. Por lo que respecta a la gonorrea, nuestra tasa es de 121,88 casos por 100.000 habitantes. En segundo lugar, el País Vasco apenas alcanza la mitad (63,82). Y Madrid en 58,89 casos. También presentamos un nivel altísimo en sífilis, 24,75 casos por 100.000 habitantes. Aunque aquí no somos los primeros, sino los terceros. En la clamidia, que afecta sobre todo a las mujeres, también nos revelamos victoriosos. Y ésta es una infección en la que el segundo grupo de edad al que afecta es el de las mujeres entre 15 y 19, con más de 200 casos por 100.000 habitantes.
¿Qué le está ocurrido a nuestra sociedad cuando, a pesar de todos los avances este tipo de enfermedades, alcanzan estas magnitudes?
Cataluña, y de eso no se habla, vive una grave crisis moral que se ramifica y tiene muchas consecuencias. Unas se relacionan con ser líderes en la cifra de abortos, de hijos nacidos fuera del matrimonio, de divorcios. Hechos que, según nuestros principales partidos y medios de comunicación, son signos de progreso y no de destrucción social. Pero es que el capital moral forma parte del capital social, que a su vez es determinante para la formación del capital humano.
Una de las consecuencias de todo ello la vemos en el estado penoso de nuestra educación. Y es que la forma de vivir y de entender la vida tiene consecuencias en todos los ámbitos, también políticos y económicos, de salud y de progreso como país.
Está claro que el gobierno de Catalunya siempre está dispuesto a empeorar lo que ya está mal, y por eso han hecho la ley trans , que tiene consecuencias que afectan a los derechos de las personas y que van mucho más allá de este simple fenómeno. Habrá que volver a hablar de ello.
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