#Covid-19 – ante virum, nunc virum, post virum

En Navidad todos celebramos las fiestas como si nada. A los pocos días salió una noticia, lejos de nosotros, que decía que había un virus estraño por una ciudad de China. Por primera vez oímos la palabra Wuhan, el nombre de la ciudad donde surgió el virus el 1 de diciembre de 2019. Después nos aprendimos el nombre de Hubei, la provincia en la que pertenece la ciudad.

En Europa todos continuamos como si nada, como si aquello fuera algo tan lejano que no nos afectaría. Las noticias iban dando señales de alerta pero nosotros seguíamos con las mismas rutinas. China continuaba están muy lejos. Cerraron Wuhan a cal y canto, 11 millones de personas confinadas! Aquí pensábamos que no era para tanto. Estos chinos ¡son unos exagerados! A los pocos días cerraron a cal y canto toda la provincia de Hubei: 60 millones de chinos confinados! Aunque es mucha gente, con 1.400 millones de habitantes que tiene China, Wuhan es un 1% y Hubei un 4%. Aquí seguíamos pensando que no era nada importante …

Pero el tema se fue complicando: Corea, Japón, Singapur, Malasia, Taiwan, Hong Kong … todo el sudeste asiático se iba contaminando … Y saltó en la India, en Irán … Hasta que a finales de enero llegó en Europa: Francia, Alemania, Italia, España … Y en USA. Y a Sudamérica. Hoy todo el mundo está infectado.

¿Cómo es posible que las autoridades no hayan parado la expansión? ¿Cómo es posible que en un mundo con tantos técnicos, científicos y biólogos y con una biotecnología al alcance de la mano, en un mundo tan «sabio» sobre la vida, haya podido pasar algo así? ¿Quién es el culpable …? ¿De dónde ha salido este maldito virus?

En 2015 Bill Gates lo vaticinó en una conferencia.

Estamos preparando mucha gente por una guerra nuclear, con simulacros y entrenamiento de soldados para poderlos enviar a lugares con situaciones difíciles, pero no estamos haciendo lo mismo para parar epidemias con médicos y enfermeros, no estamos investigando, no los estamos preparando para poder desembarcar en países con epidemias para que las aplaquen … La próxima guerra no será con una bomba atómica, será con un virus. Con el ébola no es que fallara el sistema, es que no teníamos ningún sistema. Fue un fracaso mundial. Podría ser que la próxima epidemia sea más devastadora que el ébola. Tenemos toda la ciencia y la tecnología y grandes avances en biología. Tenemos todos los instrumentos pero no hacemos nada.

En toda España se han ido reduciendo las ayudas a la sanidad, se han ido reduciendo médicos y hospitales y ahora pagamos las consecuencias. El interés de los presidentes Mas, Puigdemont Torra por la sanidad ha sido nulo. En septiembre del 2018, cuando la recuperación ya era notoria, los sanitarios, querían abordar sueldos, condiciones laborales y camas hospitalarias pero nadie de la Generalitat estaba por la labor. Recordemos que en 2011 había en Cataluña 35.500 camas y en 2018 35.750: pocas más que siete años antes, en plena crisis.

nunc virum

Ahora nos encontramos ahogados por la realidad de la situación que no queríamos ver. Estamos haciendo entre todos un curso acelerado de supervivencia con decisiones diarias y cambiantes, a corto plazo y con efectos inmediatos. En el mundo hay ahora (porque esto cambia cada minuto) 600.000 infectados, en Europa 250.000 y en España 65.700. De los muertos -5.130 en España- es mejor no hablar de ello y supongo que nadie sabe la cifra exacta o no nos la quieren decir para no asustarnos. Cuando esto termine, que terminará, los que queden para explicarlo ya sabrán las cifras.

Un montón de empresas cerradas, más de 1,5M de expedientes de regulación a fecha de hoy, reducción o cancelación de alquileres mientras dure el estado de alarma, no sabemos cómo continuará ni cómo vamos a salir. La incertidumbre es total y ningún pronóstico que realicen será fiable porque aunque sabemos cómo afrontar la no propagación del virus, no tenemos ni antivirales ni vacunas para luchar contra él.

Estamos afrontando una destrucción social, económica y anímica y hacen falta medidas para hacer desaparecer la pandemia y que deje de morir gente. Sin empresas, sin puestos de trabajo, sin ingresos se deben tomar medidas excepcionales. Todos estamos involucrados. En una semana hemos cambiado los hábitos, el comportamiento y las prioridades. Hemos aprendido a vivir de otra manera, más lenta, de más convivencia dentro de casa, pero con el miedo en el cuerpo por si aparece el maldito Covidien-19 en nuestro país.

Todos nos hacemos la misma pregunta: ¿por qué? ¿Qué ha pasado para que suceda esto? Hay un video de un italiano anónimo que circula por las redes que lo explica de una manera muy didáctica. He aquí algunas frases:

Hola, soy el Covidien-19. Perdonad el poco preaviso, pero no he podido avisar de cuando llegaría.

¿Por qué estoy aquí? Porque estaba cansado de ver cómo os agredáis en lugar de ayudaros, de cómo os destruis, de cómo tratáis el planeta, de cómo os habláis unos a la otros. Estaba cansado de los abusos, de su violencia, de las guerras … De vuestros conflictos interpersonales y de sus prejuicios. De su superficialidad, de su obsesiva búsqueda de un nuevo vestido, de un nuevo smartphone o de un nuevo coche para aparentar …

El mensaje que quiero enviar es simple: Lo único importante a lo que debéis dedicar todas sus energías a partir de ahora es simplemente una: LA VIDA. La vuestra y la de todos.

Os he recluido y aislado, lejos de los padres, los abuelos, los hijos y nietos. Para que entendáis lo importante de un abrazo, el contacto humano, el diálogo, un apretón de manos, una noche entre amigos, un paseo, una cena o correr al aire libre.

Sois todos iguales, no hago distinciones entre vosotros. Yo estoy aquí de paso, pero este sentido de proximidad y colaboración que he creado entre vosotros en poquísimo tiempo, deberá durar para siempre.

Cuando lo celebréis, yo ya habré marchado, recuerden no ser mejores personas sólo en mi presencia.

Adiós.

El Covidien-19 nos ha llevado, además, diferentes formas de hacer. Ahora se trabaja desde casa (teletrabajo), los médicos recetan desde casa (teleasistencia), los conciertos, teatro, cine … lo vemos desde casa (antes ya lo veíamos, pero ahora es todo y por fuerza), leemos desde casa … (ya se hacía pero no tanto). La polución ha bajado en picado (sin aviones, sin barcos, sin coches …). Y la pregunta que hay que hacer es: si así, en una situación excepcional funcionamos bien, ¿por qué no continuar igual una vez haya pasado la pandemia? Si mucha gente trabajara desde casa, ¿no mantendríamos la reducción de los agentes contaminantes? Pienso que es un tema para pensar en ello.

Y además esta situación ha llevado a que «la imaginación al poder» se haya apoderado de mucha gente. La prohibición de celebrar reuniones, conferencias, actos de culto, con gente ha hecho que todo el mundo espabilara para poder llegar a mucha gente.

En el campo de la iglesia los sacerdotes ante la imposibilidad de celebrar la misa y sacramentos en vez de tomarse este tiempo como unas vacaciones han despertado su creatividad y han invadido las redes sociales con más misas que nunca, exposiciones al santísimo, rosarios, vía crucis … Y ahora, cuando llegue la Semana Santa encontraremos todas las celebraciones en las redes. Han llegado a todo el mundo. No se han dormido, siguen despiertos. Incluso un cura de Mariland (USA) se ha puesto en la calle, frente a la parroquia, para recibir la confesión de los feligreses sin bajar del coche. Y se ha puesto un antifaz para respetar el anonimato de la gente.

Sobre la Semana Santa hay quien dice que no habrá. No es verdad, ha comenzado ya hace días:

Mucha gente, sin túnicas, que da positivo del coronavirus, el personal sanitario subiendo el Calvario de la pandemia, Nazarenos de bata blanca que se cargan la cruz del dolor, el Getsemaní de los científicos y médicos que sudan sangre y agua para encontrar un tratamiento … Jesús pasa este año por las calles en la gente que tiene que trabajar para hacer llegar los alimentos y los fármacos a todos. Hay una gran hilera de cirineos y Verónicas y Jesús cae al suelo cada vez que sentimos las cifras de los muertos. Y la Pasión continúa con coronas de espinas, con la agonía por falta de respiradores y el rostro de la Dolorosa se refleja en tantas madres que sufren la muerte de seres queridos.

post virum

Este es el tema más preocupante. ¿Qué pasará cuando haya pasado el virus? No lo sabemos, pero ante la grave situación personal, laboral y económica el tema no se resolverá fácilmente. Hará falta que la gente se pueda ganar la vida, que vuelvan a haber empresas, puestos de trabajo, tiendas y mercados.

En cuanto a nosotros, los ciudadanos supervivientes afectados por los efectos del virus, a dejar de comprar cosas inútiles, se producirá un retorno a lo esencial, haremos mejor uso del tiempo y aprenderemos a valorarlo como un bien escaso y precioso. Nuestro papel consiste en hacer posible que esta transición sea lo menos accidentada posible en lugar de un campo de ruinas. Cuanto antes pongamos en marcha esta estrategia, antes podremos salir de esta pandemia y de la terrible crisis económica resultante.

Cuando esto acabe entraremos en una economía de guerra, es decir, empezar de cero, no continuaremos la actividad dejada hace dos meses como si nada hubiera pasado. Los estados no querrán perder autonomía y Europa no tendrá la unidad necesaria. Los USA, terminada la II Guerra Mundial idearon el Plan Marshall, una ayuda en toda Europa de 200.000M de € a valor de hoy. Pero hoy el futuro de Europa, con unos países al sur endeudados hasta el cuello y otros al norte con superávit, depende, como en 2008, una vez más, de lo que haga o deje hacer Alemania. Esta vez, el nuevo plan Marshall depende de los propios europeos. Pero que no nos pase de largo como el anterior y nos volvamos a quedar, sólo, con la película del Berlanga y tengamos que esperar, como la otra vez, que se recuperen las clases medias europeas y vengan a redescubrir el sol de España.

Pero pensamos en los millones de personas afectadas por los ERTE, los ERES, por el paro, los despidos, por los que no pueden ir a trabajar y no tienen ningún beneficio … ¿Todo el mundo podrá volver a trabajar al día siguiente de que todo haya terminado? ¿Y las empresas y autónomos que cerrarán? ¿Y las grandes empresas que deberán rehacer el tejido productivo, volverán a contratar toda la gente?¿Estaremos asistidos igualmente por la sanidad? Estamos al principio de la Pasión que nos tocará vivir este año. Porque nadie nos explica qué pasa ahora en China: ¿todos trabajan otra vez?

Cuando los hoteles abran tendrán que esperar que vayan clientes, cuando el ramo textil abra, deberá esperar a que pueda fabricar y que la gente compre, cuando las aerolíneas abran deberán esperar a que la gente compre billetes, la industria de la automoción, ¿podrá vender los coches que ahora tiene en stock y podrá fabricar de nuevos …? Toda la actividad económica y social estará parada. Esto significa volver a empezar. Y los ciudadanos habremos aprendido a pasar con menos cosas, con menos comodidades, con menos necesidades, con más sencillez … Y de momento, ni viajaremos tanto, ni gastaremos tanto, ni nos vamos a crear tantas necesidades.

Es hora de establecer unas nuevas prioridades, es hora de dejar atrás los circos actuales donde se mueve una cantidad inmoral de dinero -fútbol, ​​GP, F1, JJ.OO., campeonatos del mundo de cualquier cosa, grandes convenciones (se ha visto que se pueden hacer desde casa), los shows de las pasarelas … -, es hora de hacer caer los actuales ídolos del pedestal (futbolistas, pilotos, actores de cine, deportistas de «élite» …) y buscar otros nuevos entre la gente que ahora hemos descubierto, entre la gente que hemos visto como arriesga la vida por los demás hasta dar la propia.

Los estados tienen que ponerse las pilas en la inversión, en investigación biotecnológica y en la dotación de recursos en la atención sanitaria. Es hora de que los estados dejen los presupuestos militares de guerra, que son para destruir, y dediquen los recursos en busca de medios que nos puedan sanar en situaciones como la actual. Si entre todos no hacemos esta catarsis, cuando vuelva otro virus, que volverá, volveremos a caer en la misma trampa.

Tras el Covidien-19 debe nacer una nueva mentalidad. Debemos dejar de pensar de uno en uno para pensar entre todos, ayudar a los países pobres para que tengan un sistema de salud fuerte, formar a los médicos y sanitarios para que puedan actuar como los militares: capaces de desplazarse donde haga falta en un abrir y cerrar de ojos, a fin de tener un sistema de respuesta eficaz ya que tenemos toda la ciencia y la tecnología: tenemos todos los instrumentos pero no hacemos nada!

A nosotros, los ciudadanos de la calle, lo que tenemos que hacer ahora es obedecer las indicaciones de las autoridades, esperar que los políticos tomen las medidas adecuadas, ahora y después, y pedir al Dios del cielo que nos ayude en este mal paso, que acabe lo antes posible este tiempo de prueba.

Más información ESPECIAL CORONAVIRUS

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