Ada Colau y la criminalización del hombre

Se nota que se acercan las elecciones municipales porque Ada Colau utiliza los recursos que le quedan para intentar evitar el bajón de su electorado y, dado que no puede ofrecerles mejoras sensibles en las condiciones de vida, acentúa el enfrentamiento ideológico. Es el caso de la iniciativa que declara la guerra al hombre.

En junio del año pasado Colau inauguró algo que se llamaba «centro de las nuevas masculinidades«. Después conocimos que tenía un presupuesto de 1,3 millones de euros. Sólo este hecho debería mover a escándalo. Que una ciudad que sufre una pobreza que se manifiesta claramente en la calle y un ayuntamiento que dedica recursos claramente insuficientes a paliar este problema, dedique una cifra tan importante a “las nuevas masculinidades” sólo puede ser objeto de rechazo.

Ahora, en mayo de 2022, se descuelga con un programa para este centro caracterizado por su agresividad. Hay que añadir que hasta ahora las actividades llevadas a cabo han sido perfectamente descriptibles porque prácticamente ha gastado pero no ha producido. Pero ahora sí, ahora que vienen las elecciones pone en marcha una serie de programas dirigidos a construir un nuevo modelo de hombre que sea “positivo, abierto, plural y heterogéneo” alejado del hombre clásico que, según Colau, “es violento , agresivo y competitivo”.

El centro pone a punto un “programa de atención a los hombres” y su finalidad es intervenir sobre esta poblaciónEl programa quiere actuar sobre los hombres adultos, los padres y los adolescentes jóvenes, lo que significa que las escuelas de Barcelona recibirán un baño de ideología. El centro también velará para que haya una intervención transversal en otros servicios de la ciudad, lo que significa “enchufar” doctrinarismo a prestaciones de servicios municipales.

Sin embargo, lo más grave es el planteamiento de partida de este centro y sus servicios, porque considera que existe una identidad masculina que es intrínsecamente negativa, es decir, los hombres por ser hombres son perjudiciales y deben ser rediseñados. Cabe precisar que siempre se refiere a la condición masculina heterosexual porque los gays quedan excluidos de estas características negativas.

Los hombres son responsables, como no podía ser de otra manera, de la violencia machista y también lo son de su fracaso escolar en el que además se criminaliza el problema que existe en las escuelas con los muchachos que no logran salir adelante los estudios. También son características suyas la “siniestralidad laboral” y la siniestralidad en carreteras”. Los hombres son los que utilizan con mayor frecuencia la “violencia en la calle”, “cometen más delitos”, “consumen más drogas”, “realizan más abusos sexuales y violaciones”, “son los responsables del acoso escolar”, “la homofobia» y, por si fuera poco, «están más presentes en los grupos neonazis», «presentan más conductas disruptivas en la escuela» y son los que «molestan más a los profesores».

Con la visión de Colau de los hombres, la identidad masculina es un problema que necesita ser reeducado y ésta es una de sus banderas, porque otras (controlar el turismo, proporcionar vivienda, hacer una ciudad más acogedora) ya las ha perdido. Lo que hace Colau con los hombres no es demasiado distinto al principio de señalamiento que se hacía con los judíos en la Alemania nazi. No se trata de realizar un paralelismo, sino de situar la coincidencia de un planteamiento, la criminalización de todo un grupo, en este caso el de todos los hombres, el de la identidad masculina.

Cabe destacar que estos planteamientos son contrarios al art. 14 de la Constitución y a las sentencias del TC de 1986 y 2001 que establecen la jurisprudencia y que tratan de la igualdad y no discriminación, y que no se pueden atribuir a todo un colectivo aspectos negativos que manifiesten algunos de sus componentes. Colau pondría el grito en el cielo si se atribuyesen a los inmigrantes una serie de características negativas que son propias de algunos de sus miembros, pero no tiene ningún inconveniente en criminalizar a sus conciudadanos.

¿Qué pueden esperar los hombres de Barcelona de una alcaldesa que les señala con el dedo y dice que su mentalidad y forma de actuar debe ser reformada y pone en marcha acciones y gastar dinero en este sentido? Cómo pensar que puede hacer una política municipal equilibrada desde esta perspectiva, que es tan extrema que se puede pensar que afecta al artículo 510 del CP, que dice que pueden ser condenados hasta 4 años de cárcel aquellas personas que “públicamente fomenten, promuevan o inciten, directa o indirectamente, al odio, hostilidad, discriminación o violencia contra un grupo, una parte del mismo o contra una persona determinada por razón de su pertenencia a aquél”.

Aguantarà el govern de Sánchez fins al final del seu mandat?

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