Todas las alarmas se han disparado. Con pocos días de diferencia se han producido tres altercados multitudinarios provocados por jóvenes. Dos fueron peleas masivas entre grupos y un tercero una acción muy numerosa de vandalismo.
La casuística ha sido la siguiente. El sábado 26 en Manresa se produjo un enfrentamiento muy numeroso a una hora tan insólita como las 14:30 y en pleno centro de la ciudad, en el primero del paseo Pedro III. Se lanzaron mesas y sillas de las terrazas en un enfrentamiento entre dos grupos. Pocos días después, el 30 de septiembre en Vic y en la ronda Ausetants, a las 11 de la noche se produjo una pelea entre dos grupos de la comunidad hindú, que requirió también la intervención de los cuerpos policiales. Por último también el mismo 30 y con motivo de Fiesta Mayor de Molins de Rei, un grupo de jóvenes numeroso, del orden de un centenar, causó graves desperfectos en cuatro comercios grandes del municipio donde también se produjeron robos, incendiaron contenedores, construyeron barricadas y tiraron botellas de cristal contra la policía.
En estas peleas, que no han producido heridos de importancia, se dan dos circunstancias. Una, la aparición reiterada de armas blancas. Y dos, la dificultad de la policía local para contenerlas dado el elevado número de individuos implicados en los disturbios.
Pero estos hechos, que llaman la atención porque se han producido en ciudades importantes de Cataluña y con pocos días de diferencia entre ellos, cabe decir que no han sido excepcionales. Muchos municipios de Cataluña pueden referir que en las semanas y meses pasados han tenido problemas con grupos de jóvenes que han utilizado la violencia en sus actuaciones con motivo de celebraciones locales. En Barcelona, ha pasado desapercibido, las pasadas fiestas de la Mercè, si bien este año no han generado ningún conflicto masivo como en el pasado, sí que se han producido 4 heridos por arma blanca. Décadas atrás esta cifra habría provocado alarma y establecido un foco de atención. Ahora no pasa de un comentario marginal y de la confirmación por parte de los cuerpos policiales de que este tipo de arma es cada vez más frecuente en las peleas. En Barcelona y en las salidas de las discotecas, así como en su entorno metropolitano, cada fin de semana hay peleas, incidentes y enfrentamientos. Éste es un hecho evidente.
Por tanto, se puede constatar que hay una situación de violencia entre la gente joven que no es circunstancial y que afecta a numerosos grupos de personas.
Si se examinan los datos, puede constatarse que en las últimas décadas los jóvenes atendidos por la justicia juvenil han tenido una tendencia decreciente. Si en 2003 fueron 6.412 el número de casos, en 2022 fueron 5.907, con unos valores máximos por encima de los 17.000 casos entre 2005 y 2010.
Sin embargo, este comportamiento global tiene dos excepciones de interés. La primera de ellas es que el número de casos llevados a la justicia juvenil crece en el caso de las mujeres, poco pero crece, en relación con el 2003 porque evoluciona de 867 a 1.059, que no es, sin embargo, una cifra excepcional porque en la mayor parte del período y a partir de 2005 la magnitud se sitúa por encima de los 1.100 casos.
Mucho más explicativa es la otra variable, la que nos indica la procedencia por razón del nacimiento de los afectados. Y ahí sí se ve una evolución clara. Los identificados como extranjeros en 2003 era del 19%, mientras que en 2022 la cifra se ha incrementado hasta el 28%. Sin embargo, hay que matizar el resultado en el sentido de que la proporción de población de origen extranjero a principios de siglo era mucho menor que la actual y, por tanto, el crecimiento se debe en gran parte a un factor demográfico y no a un aumento de la propensión por parte de la población extranjera. En todo caso, es una evidencia de que su incidencia prácticamente duplica el peso que tiene en la población, y aquí habría un llamamiento de atención que posiblemente se acentuaría si dispusiéramos de datos sobre las personas que han nacido aquí, pero tienen padres nacidos en el extranjero. De hecho, los jóvenes que han participado en los altercados en Manresa, Vic y Molins de Rei son, en los tres casos, jóvenes inmigrantes, aunque otros hechos en poblaciones catalanas de menor dimensión no presentan esta característica.
En cualquier caso, unos elementos están claramente sobre la mesa. Lo más importante es lo que señala una crisis integral en relación con todo un sector de población joven: fracaso educativo por parte de la familia, de la escuela, de la propia sociedad y de las instituciones políticas, que no son capaces de generar una cultura del respeto entre las personas ni una cultura de respeto cívico.
Si éste es un hecho estructural, las consecuencias serán cada vez más graves. Esta realidad cuestiona los valores establecidos que se transmiten a través de las familias, escuelas, cultura dominante y política en la que el individualismo, el hedonismo, el narcisismo y la falta de educación en virtudes está teniendo consecuencias graves.
La otra consideración hace referencia a que harían bien los poderes públicos en interesarse más por el hecho de la prevalencia de jóvenes de origen inmigratorio en este conflicto para adoptar las políticas adecuadas. Detrás del hecho, el espectro de lo que ocurre en Francia debería ser toda una advertencia.
1 comentario. Dejar nuevo
Es evidente que la politica de inmigración es un rotundo fracaso, esa es la factura pro pertenecer a la comunidad europea, mas no a Europa ya que por derecho los nacidos en europa son europeos. Bueno son intereses que vienen de mas arriba y aqui los de abajo pagamos los platos rotos una lastima, pero cada uno que saque su conclusión esto no pinta nada bien, advertidos estais!