Cataluña entre la identidad, la inmigración y la falta de proyecto común

En algunos municipios de Cataluña, más de un tercio de la población actual es de origen extranjero. Es un dato que incomoda, que se esquiva, o que se instrumentaliza. Pero está ahí. Y no se trata de alarmarse ni de simplificar, sino de preguntarse con honestidad: ¿Cataluña, qué proyecto de país —o de comunidad— hemos construido en los últimos años?

Durante décadas, Cataluña atrajo población migrante con fuerza: por oportunidades, por ayudas, por el relato de una tierra abierta, integradora, en expansión. Esa inmigración, venida de muchos rincones del mundo, no solo trabajó en sectores esenciales y revitalizó barrios enteros, sino que también fue cortejada políticamente, incluso por el independentismo.

Se promovió la inclusión a través del idioma, se facilitaron trámites, se ofrecieron subsidios. En muchos casos, el «nuevo catalán» era una pieza clave en la legitimación de un relato político que buscaba crecer en número y diversidad.

empieza a instalarse —silenciosa, pero insistentemente— la idea de que “sobran” personas. Y eso es peligroso.

Pero hoy, con el independentismo en retroceso y la presión sobre los servicios públicos al alza, el discurso ha cambiado. Ya no hay tantos recursos, ya no hay épica colectiva, y empieza a instalarse —silenciosa, pero insistentemente— la idea de que “sobran” personas. Y eso es peligroso.

Lo que verdaderamente falta no es gente, ni cultura, ni historia compartida. Falta un proyecto sólido, realista y sostenible. Porque el problema no ha sido la llegada de inmigrantes, sino la ausencia de planificación.

Se promovió la acogida sin garantizar las condiciones materiales para sostenerla: empleo, vivienda, recursos hídricos, planificación educativa, servicios sanitarios. La política se enfocó en lo simbólico —lengua, identidad, relato— pero descuidó lo esencial: el trabajo, la convivencia, el arraigo profundo.

Las prestaciones sin integración laboral no solo generan dependencia, también desgastan la cohesión social.

Durante años, se repartieron ayudas y prestaciones a muchas personas recién llegadas, sin generar las condiciones para que se incorporaran plenamente al mundo laboral. Y hoy lo estamos pagando. Las prestaciones sin integración laboral no solo generan dependencia, también desgastan la cohesión social. No podemos hablar de inclusión cuando miles de personas viven sin horizonte laboral, atrapadas entre la burocracia y la precariedad.

Tampoco podemos seguir centrando toda la integración en la escuela y la lengua. Es valioso que un niño aprenda catalán, sí. Pero si en casa no hay estabilidad, si no se ve futuro, si el entorno lo margina… el idioma no alcanza. La normalización lingüística no basta sin normalización vital.

Es urgente una política de familia, de vivienda, de agua. ¿Qué sentido tiene hablar de identidad si no hay embalses suficientes para sostener el crecimiento poblacional? ¿Cómo construir un “país” sin asegurar sus cimientos?

El futuro no se construye desde el rechazo, sino desde el orden, la verdad y la responsabilidad.

Además, quienes hoy critican la inmigración olvidan que también nosotros envejeceremos. Que seremos una población cada vez más dependiente, y que necesitaremos a quienes hoy llegan y a sus hijos para sostener servicios, pagar pensiones, cuidar mayores. El futuro no se construye desde el rechazo, sino desde el orden, la verdad y la responsabilidad.

Cataluña debe decidir qué quiere ser. No puede seguir atrapada entre la nostalgia independentista, la idealización del «bon català» y el asistencialismo sin rumbo. Necesita un modelo de país donde se trabaje, se conviva, se planifique. Donde se exija y se ofrezca, donde todos —vengan de donde vengan— sepan que hay un lugar para ellos, pero también un compromiso.

Porque no se trata de cerrar fronteras, sino de abrir debates honestos. Y de dejar de vivir del relato… para empezar a construir realidad.

Twitter: @lluciapou

La política se enfocó en lo simbólico —lengua, identidad, relato— pero descuidó lo esencial: el trabajo, la convivencia, el arraigo profundo Compartir en X

Entrades relacionades

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Rellena este campo
Rellena este campo
Por favor, introduce una dirección de correo electrónico válida.

El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.