Candidatos y dirigentes de los partidos que os presentáis a las elecciones:

Sabéis perfectamente que nuestro país, y su gente, vive en las condiciones más difíciles y tiene el futuro más incierto desde la Guerra Civil. En esta situación vuestra responsabilidad es muy grande. La nuestra también, pero es diversa y dispersa, y tenéis el deber de organizarla en términos positivos. No lo haréis si seguís pensando totalitariamente que el partido es un fin. Tan solo es un medio para canalizar el pluralismo. El fin es el bien común.

Y es que el partido, como su nombre indica, es solo una parte del todo; nunca tiene pleno sentido en sí mismo sino en relación con los demás. Esta es la razón fundamental de porqué la concordia es vital para la política democrática .Por lo tanto, no descalifiquéis ad hominem, discrepad razonablemente de lo concreto con el respeto debido a la amistad civil. No seáis excluyentes, ni tracéis líneas rojas. Os lo repito, tan solo tenéis una parte de la verdad. No seáis hipócritas, no os presentéis aquí como impulsores del diálogo y el acuerdo cuando al mismo tiempo fomentáis en plena pandemia leyes conflictivas y divisivas, como la educativa, la eutanasia y la trans.

Los políticos sois servidores. Escuchad y dialogad, sois muy poco sin la gente. Sed respetuosos, guardaos el orgullo y dad razón cuando se os pregunte. Soy testigo del caso reciente vivido por e-Cristians. Hasta en tres ocasiones desde diciembre dirigimos un extenso documento a los partidos en que planteábamos cuestiones en relación con sus programas. Tan solo PSC, PPC, Lliures, PNC y FNC han respondido. Si no atendéis a los ciudadanos, ¿de qué nos servís?

Sed capaces de liquidar la enfermiza partitocracia. Dejad de usurpar la opinión de los ciudadanos, con los aparatos de partido y las listas cerradas y bloqueadas. Haced de una vez una ley electoral para Cataluña –¡qué vergüenza tanta impotencia!– que otorgue el poder del voto al ciudadano. Y respetad la ley hasta que consigáis cambiarla. Es la única lógica que evita el caos.

Hay cuestiones imperativas que no podéis omitir. Una es la pandemia: formulad un calendario verdadero de vacunación, de cómo resolveréis el insuficiente control en la propagación de la pandemia, la atención de los positivos y su confinamiento real.

Menos brindis al sol y concretad la ayuda efectiva a los negocios cerrados y a los que cerraréis en un futuro.

Finalmente, explicadnos la estrategia y los fines de los grandes proyectos en Catalunya de los fondos europeos Next Generation.

Tres temas más son de necesaria precisión: cuáles son las propuestas para el mercado de trabajo, en qué confluyen la justicia social y las necesarias productividad y flexibilidad. Y no os salgáis por la tangente diciendo que son competencias estatales. Usad las casi inéditas atribuciones de la Generalitat para llevar iniciativas a esa instancia. El segundo hace referencia a la enseñanza. Su mal estado es fuente principal de desigualdad y de reducción del potencial económico. Responded también a la tragedia de los jóvenes que ni estudian ni trabajan, los ninis. Por último, habladnos de la productividad, un reto no superado.

Abordad las grandes iniciativas que Cataluña necesita:

  1. La fiscalidad catalana, una confusión injusta e improductiva.
  2. La administración pública de la Generalitat, que ha crecido a lo largo de cuarenta años, más por aluvión, que por organización, sin ninguna orden integral. Por ejemplo, la gran reorganización de la administración agraria, forestal y pesquera data de finales de los años ochenta. Lo sé bien porque la hice yo. Hace años que está pasada. Y no es de las peores. Necesitamos una gran reforma, y nunca habláis de ella. Tomada Prat de la Riba como ejemplo, aunque los comunes lo consideren persona non grata.
  3. Revitalizad y dad utilidad al Parlament; habéis logrado convertirlo en un espacio vacío y caricaturesco.
  4. Formulad un proyecto claro para Cataluña basado en el autogobierno y en relación con los grandes retos, déficits y necesidades concretas que sufrimos.

Existen dos agujeros negros mil millonarios que hay que abordar y dar respuesta con comisiones parlamentarias bien asesoradas: el regadío Segarra Garrigues, el segundo mayor gasto público de Catalunya, y la L9 del metro; la primera.

Reconoced y respetad a los que vivimos de acuerdo con una fe en Dios. Estado laico significa neutralidad ante las confesiones religiosas, y no la cancelación de toda referencia a Dios en las instituciones públicas; eso es ateísmo. Haced caso a Habermas; nadie puede dudar de su neutralidad y ganaremos en patriotismo constitucional: “Los ciudadanos secularizados ni pueden negar a las cosmovisiones religiosas un potencial de verdad, ni pueden discutir a sus conciudadanos creyentes, el derecho a hacer contribuciones a las discusiones públicas en su lenguaje religioso. Incluso una cultura política liberal puede esperar de los ciudadanos secularizados, la aportación de esfuerzos para traducir las contribuciones religiosas que puedan ser relevantes, del lenguaje religioso a un lenguaje públicamente accesible”.

Artículo publicado en La Vanguardia

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