El BCE eleva sus tipos de interés al 4% y confirma el ciclo de ajuste más duro de sus 25 años de existencia

El Banco Central Europeo (BCE) ha aprobado el 15 de junio una nueva subida de 0,25 puntos de los tipos de interés, hasta situarlos en un 4%, el mayor nivel de los últimos veintidós años. Se trata de un paso más en el camino que se marcó desde que inició una nueva etapa de ajustes, en julio del año pasado, cuando los tipos estaban a cero (mantenidos así entre 2016 y 2022), para hacer frente al proceso inflacionista, subiendo por primera vez al 0,5%.

Además, el BCE avanzó que muy probablemente decidirá una nueva subida de la misma cuantía en su próxima reunión de julio.

La subida del 15 de junio es la octava seguida, contando desde el inicio del nuevo ciclo alcista hace aproximadamente un año. En Frankfurt no se habla en ningún momento de una pausa en las subidas, ni siquiera que haya llegado la hora de pensar en ello.

Con este nuevo movimiento, el BCE confirma el ciclo más duro de ajuste de sus 25 años de existencia, tanto en términos de velocidad de la subida -400 puntos básicos en 11 meses- como de duración.

Al finalizar el mes de junio, el BCE habrá igualado el ciclo más largo de alzas de tipos, un récord para el que hay que remontarse a los albores de la crisis financiera global (2007). Todo esto se ha producido a pesar de que la Reserva Federal de Estados Unidos (la Fed) hubiera decidido la semana pasada mantener sus tasas de interés.

El BCE cree que la inflación “seguirá siendo demasiado alta durante demasiado tiempo” y, por tanto, se mantendrá lejos del 2% en el que ha situado el objetivo de inflación a medio plazo.

El BCE ha hecho una revisión al alza de la inflación subyacente (aquella que no contempla los elementos más volátiles o estacionales como la energía y los alimentos), que seguirá siendo elevada debido, principalmente, a la fortaleza del mercado laboral y del fuerte aumento de los salarios y costes laborales unitarios, pero también ha señalado que ya «muestra señales de debilitamiento».

El BCE está preocupado por la evolución de los salarios, un elemento mucho más persistente que la energía o alimentos, que ha impulsado hasta ahora el crecimiento de los precios.

El BCE  ha corregido al alza las perspectivas de inflación media para este año hasta el 5,4%, un 3% para 2024 y un 2,2% para 2025. “No estamos todavía donde queremos estar para alcanzar  nuestro objetivo“, ha declarado Lagarde. El escenario principal sigue siendo el de mayores subidas del precio del dinero.

La decisión del BCE de incrementar en 25 puntos básicos los tipos de interés, hasta situarlos en el 4%, y la sugerencia por parte de su presidenta, Christine Lagarde, de una nueva subida similar este mes de julio demuestran que Europa todavía tiene un camino por recorrer para controlar la inflación, sobre todo la subyacente, que se prevé que siga disparada por el crecimiento salarial. Cabe decir que los mercados descontaban la subida, pero no la advertencia. La presidenta del BCE prevé que no se obtendrá la estabilidad de precios hasta el 2025.

Por otra parte, los datos confirman que la tasa de paro en la eurozona está en mínimos históricos (6,5%), habiéndose creado un millón de puestos de trabajo en el primer trimestre del año. El BCE ha revisado a la baja el crecimiento previsto para la eurozona al 0,9% para este año. Los salarios crecen a ritmos superiores al 5% y ralentizan la desinflación. «No vemos riesgo de espiral de precios y salarios, pero hay que estar vigilantes».

La eurozona ha entrado en recesión en los últimos trimestres, en parte como resultado de las subidas de los tipos de interés, es decir, del endurecimiento de la política monetaria.

La última subida de los tipos de interés provoca un empeoramiento de las condiciones financieras y de créditos para empresas, familias y administraciones públicas. Las hipotecas se encarecen un 40%.

La Asociación Española de Consumidores ha lamentado que el BCE «ahogue» a las familias y las empresas españolas con la decisión de subir 25 puntos básicos los tipos de interés, que considera «muy perjudicial». Al incrementarse los tipos de interés, también aumenta el índice de referencia para las hipotecas Euribor, que mide el interés que se cobran los bancos entre sí cuando se dejan dinero. Actualmente, ronda el 4%, el más alto desde la crisis de 2008. En 2021 estaba sobre el 1%. El coste de la deuda también subirá y esto comportará mayores dificultades de financiación.

Fin de las inversiones de deuda

Junto a la subida de tipos de interés, el BCE ha confirmado el fin de las inversiones de deuda respecto al programa tradicional de compras lanzado en 2015, conocido como APP, según sus siglas en inglés.

Se trata de un programa de compra de activos para mantener la estabilidad de precios. Forma parte de los “nuevos instrumentos” de política monetaria del BCE. A partir de finales de junio, la autoridad monetaria no repondrá ni uno solo de los bonos que lleguen a su vencimiento, lo que de facto supondrá una reducción progresiva de su cartera de deuda.

Sin embargo, el BCE todavía mantiene una presencia en el mercado de bonos,  reinvirtiendo la totalidad de los títulos adquiridos a través del Programa de Compras de Emergencia Pandémica (PEPP). Este programa no se ha tocado y subsiste como principal medida de contención de las primas de riesgo.

Paralelamente a la subida de los tipos de interés, el BCE está reduciendo la financiación a la banca, que hasta ahora obtenía dinero gratis de la ventanilla del banco emisor, y comienza a reducir el stock de deuda pública.

Los tipos de interés son relevantes, pero es tan o más importante lo que haga el BCE con los préstamos a coste nulo a la banca o con su voluminosa cartera de fondos públicos.

En referencia a los primeros, la reducción de su saldo ha sido muy sustancial: desde el pasado octubre la banca española ha devuelto dos terceras partes de los aproximadamente 300.000 millones que logró hace dos años. El BCE espera que sigan estos reembolsos.

Por lo que respecta a las compras de deuda, las realizadas en los últimos años significan unos cinco billones de euros, una cifra enorme. Las alzas de tipos encarecen el coste de financiar el déficit público en unos 1,5 billones de euros.

Una política monetaria cada vez más restrictiva, unida a unos tipos al alza, configuran un escenario preocupante, que obligará a las autoridades de los países del euro a realizar ejercicios de austeridad.

España entra en un escenario de  dificultades al verse obligada a confrontar dos necesidades propias de un cambio de rasante: frenar el crecimiento desordenado de la deuda pública y prepararse para el retorno del Pacto de Estabilidad a la eurozona.

Alemania y los países del norte presionan en este último sentido, insisten en que es necesario volver a los equilibrios presupuestarios y a los controles de déficit y deuda.

Francia y los países del sur lo ven de otra forma.

En cualquier caso,  nos encontramos  al final de una situación de dinero fácil y barato. Se acabó la barra libre del crédito y habrá que empezar a devolver lo que se debe. Es necesario poner la casa en orden lo más rápidamente posible.

La posibilidad de que en 2024 deba procederse a restricciones presupuestarias (recortes) es cada vez más real. Esto deja en mal lugar a los discursos triunfalistas  sobre la marcha de una economía que aparentemente goza de buena salud, pero que alberga desequilibrios que debe corregir imperativamente.

El gobierno que salga de las elecciones del mes de julio tendrá que enfrentar graves problemas estructurales.

A diferencia de la situación de hace una década, las finanzas públicas españolas presentan desequilibrios equiparables a economías  como la francesa. En nuestra casa hay que dar prioridad absoluta a equilibrar las cuentas, esto lo sabe perfectamente la Comisión Europea. Tarea nada fácil ante la rigidez de nuestros presupuestos, que se ven  lastrados por el peso desmedido de los gastos obligatorios. Empezar el año con más del 90% comprometido en la práctica ofrece pocas opciones para ahorrar.

Es necesario proceder a reformas de gran importancia, embridar las principales partidas de gasto y mejorar en consecuencia la productividad y la eficiencia de la economía.

España tiene un fuerte endeudamiento que está generando un pago muy elevado debido a la subida de los tipos de interés. El fantasma de la prima de riesgo se vislumbra otra vez en el horizonte. La caída de la productividad de los últimos cuatro años está haciendo que la renta per cápita cada vez se aleje más de la media europea. España está alejándose del núcleo de países más avanzados de la UE.

La mayoría de expertos piensa que la política monetaria ya ha agotado su recorrido para controlar la inflación, y  que se muestra incapaz de vencer la presión alcista que ejerce el encarecimiento de los costes, impulsado por el alza de las materias primas y su impacto inducido sobre la cadena de valor.

Sostienen  que ha llegado la hora de que la política fiscal tome el relevo de la monetaria. Esto significa poner fin a los múltiples estímulos instaurados para enfrentar, primero, la pandemia, y después la invasión de Ucrania. “Urge un retorno acelerado a la virtud fiscal para evitar disgustos, sin esperar a que Bruselas ordene un repliegue ordenado. Los endeudamientos masivos provocan desconfianza en los mercados. Ha llegado la hora de adoptar “reformas estructurales”.

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