Jordi Basté, en su programa “El Món a RAC1″, el más escuchado de la radio en catalán, formuló la semana pasada un gran elogio de la brillantez de Barcelona, recitando un conjunto de heterogéneos breves informativos que destacaban aspectos de excelencia de la ciudad. Seguramente se podrían haber añadido algunos más de buenos, y también se podría haber presentado una retahíla de señales informativas que indican todo lo contrario. Es lo que pasa cuando se trabaja solo con pequeños fragmentos de la realidad. Se puede decir una cosa y también la contraria. Por esta razón, tienen interés los estudios que trabajan con diversidad de indicadores y que sirven para medir aspectos complejos de la realidad.
Ahora se ha hecho público un nuevo trabajo Prosperity & Inclusion City Seal and Awards (PICSA) que persigue medir una característica determinante de las ciudades del mundo, concretamente de 113, que es la medida en que la economía de la urbe es inclusiva para sus habitantes, es decir, les genera bienestar y prosperidad. El interés de este trabajo es evidente, porque la simple medición económica de la capacidad productiva de las urbes no es suficiente para explicar cómo incide en el bienestar de sus residentes.
Este trabajo ha sido realizado por la consultora estratégica D&L Partners y establece la clasificación de acuerdo con tres pilares que utiliza indicadores complejos.
El primer pilar mide la prosperidad, y utiliza el PIB/cápita y la calidad de vida de acuerdo con ONU Habitat. El segundo pilar hace referencia a la inclusión social de acuerdo con la puntuación sobre seguridad personal, la población con educación terciaria y los hogares con acceso a Internet. Finalmente, el tercer pilar determina la inclusión espacial de acuerdo con la ratio salario medio neto/renta que se paga al mes por la vivienda, la calidad ambiental y la densidad física.
De acuerdo con estos datos, sale una clasificación (página 18 del informe) encabezada por Zúrich, Viena, Copenhague, Luxemburgo y Helsinki. La primera ciudad española en inclusividad y prosperidad para sus habitantes es Bilbao, que ocupa el lugar número 20. Madrid se sitúa en el 28.º y, esta es la cuestión que llama la atención, Barcelona no aparece hasta el lugar 61. Considerando que son 113 las ciudades estudiadas, el resultado es francamente deficiente.
Está claro que siempre queda el consuelo de que París ocupa el lugar 32, y el 33 corresponde a Londres. La conclusión que se puede extraer de este trabajo es que la brillantez y renombre de las poblaciones no siempre se corresponde, o mejor dicho, a menudo no guarda relación con cómo toda aquella brillantez se traduce en bienestar de sus ciudadanos.