España atraviesa un profundo deterioro democrático y de las instituciones del Estado, que está destruyendo el propio Estado de derecho y afecta gravemente a las condiciones reales de vida de los ciudadanos.
Un síntoma evidente de este deterioro es la incapacidad del Gobierno para aprobar los Presupuestos Generales del Estado, instrumento básico para configurar su acción política y permitir un control adecuado por parte del Congreso de los Diputados, condición esencial del funcionamiento democrático. España sigue funcionando con los últimos presupuestos aprobados en 2023, y el Ejecutivo mueve los recursos prácticamente a su antojo, sin mayor fiscalización.
Si en lugar de Sánchez hubiera sido Viktor Orbán quien actuara de esta manera, las críticas de la Comisión Europea habrían caído como rayos del cielo.
El ejemplo más flagrante es la decisión personal de Pedro Sánchez de aumentar el gasto militar este año en más de 10.000 millones de euros, sin pasar por ningún tipo de debate ni rendición de cuentas parlamentaria. Esto debería ser inaceptable en una democracia europea. Si en lugar de Sánchez hubiera sido Viktor Orbán quien actuara de esta manera, las críticas de la Comisión Europea habrían caído como rayos del cielo.
Todo esto ocurre porque estamos gobernados por una minoría —PSOE y Sumar— que necesita reunir todos los votos minoritarios del Parlamento para formar mayoría. Esta situación hace ingobernable el país. En cualquier otro Estado europeo, con una ciudadanía educada en una tradición democrática consolidada, esto se habría resuelto con nuevas elecciones.
Pero hoy resulta impensable, porque quienes gobiernan se consideran los únicos legítimos para hacerlo. El Gobierno de Sánchez basa su acción política en la deslegitimación de cualquier alternativa. Esta forma de pensar es incompatible con la democracia, que exige reconocimiento mutuo entre adversarios. Esta mentalidad es un cáncer institucional que justifica decisiones incompatibles con todo principio democrático.
Se ha producido un asalto descarado a la justicia. Si esta no es independiente, no sirve para nada.
Se han habilitado comisiones parlamentarias con el objetivo de fiscalizar a los jueces bajo el pretexto del lawfare. Se pretende modificar la figura del fiscal para convertirla aún más en un brazo del Ejecutivo. Se quiere legislar para que los jueces no accedan por oposición, sino por una carrera jurídica evaluada por el propio Gobierno y formada en una escuela dirigida por él. Es una forma de crear jueces vinculados al partido, liquidando todo atisbo de independencia judicial.
Se han aprobado reformas legales con el objetivo de proteger a personas concretas, como es el caso de la esposa del presidente, Begoña Gómez. Se da el insólito y escandaloso caso de que la Fiscalía está encabezada por una persona imputada por el Tribunal Supremo, que continúa en el cargo como si nada ocurriera, sin ceses ni explicaciones oficiales.
El último informe del Parlamento Europeo advierte a España sobre estas deformaciones institucionales.
A pesar de la acumulación de hechos, el escándalo no cesa. Ahora mismo se produce otro episodio que ridiculiza el derecho de aforamiento de los diputados autonómicos.
El presidente de la Diputación de Badajoz y secretario general del PSOE de Extremadura, Miguel Ángel Gallardo, ha dimitido para convertirse en diputado autonómico, al verse imputado en la causa judicial que afecta a David Sánchez, hermano del presidente. Para conseguirlo, han tenido que dimitir cuatro personas de la lista electoral que le impedían acceder al acta. Una era su jefe de gabinete y las otras tres, trabajadoras de la Diputación. Que una persona se convierta en aforada tras ser imputada es indecente desde el punto de vista de la ética política, pero ocurre sin que la mayoría de la ciudadanía lo sepa o le importe.
El partidismo brutal con el que se gestiona RTVE es otro ejemplo.
Se mezclan contenidos de interés público con un ataque sistemático a la oposición y una defensa cerrada de los gobernantes, reduciendo la televisión pública a un instrumento del partido, como lo es la Fiscalía o el Tribunal Constitucional.
El fichaje de personajes de la llamada “telebasura” por parte de RTVE es revelador. El programa La Revuelta, una apuesta de la cadena pública para ganar audiencia, ha quedado a medio camino: pasada la novedad, la audiencia se ha desplomado. Peor aún ha sido la incorporación de formatos y rostros que antes Telecinco explotaba hasta la saciedad y que los comentaristas afines al progresismo criticaban… hasta que ahora callan o incluso elogian su traslado a RTVE, convertida en un arma de la Moncloa.
Se ha recurrido a personajes como Belén Esteban, María Patiño, Kiko Matamoros, Chelo García-Cortés o Alba Carrillo para reflotar RTVE.
Se ha recurrido a personajes como Belén Esteban, María Patiño, Kiko Matamoros, Chelo García-Cortés o Alba Carrillo para reflotar RTVE. El resultado ha sido un fracaso absoluto, con cuotas de pantalla entre el 5 y el 7%.
A ello se suma el programa Malas lenguas de Jesús Cintora en La 2, que tampoco remonta y apenas alcanza el 5 o 6% de audiencia. Ambas ofertas, dirigidas al mismo público ideologizado, compiten entre sí y se fagocitan mutuamente, quedando reducidas a la indigencia televisiva. Que el Gobierno tenga que recurrir a estos perfiles ya dice mucho de su incapacidad e impotencia comunicativa.
Esa misma incapacidad y arbitrariedad nos castiga a todos.
Un ejemplo dramático es la situación de Canarias, convertida en un infierno por la combinación de una política inmigratoria inexistente y un intrusismo masivo que devora la vida cotidiana de los canarios. Sánchez es incapaz de abordar el problema, de resolverlo o incluso de reconocerlo.
Para colmo, seguimos sin saber nada oficial sobre las causas del gran apagón del 28 de abril. Técnicamente, sin embargo, está claro: una aportación excesiva de energías renovables —solar y eólica— sin capacidad de almacenamiento suficiente es la causa del colapso. La política energética del Gobierno ha ignorado que el crecimiento de estas fuentes requiere inversiones en su capacidad de regulación y almacenamiento.
Así lo demuestra la propia Red Eléctrica de España, que ha adoptado medidas para impedir que se repita el desastre, restringiendo la entrada de renovables y reforzando el uso de ciclo combinado, cogeneración y energía nuclear. Actualmente, el mix energético incluye un 17% de nuclear, 9,5% de ciclo combinado y 4,5% de cogeneración, además de hidráulica y térmica solar. Una parte significativa de la producción eólica y solar se desperdicia —hasta un 20%— por falta de almacenamiento. Si estas energías no están en el origen del apagón, ¿qué otra explicación cabe? El Gobierno probablemente fabricará un informe a medida para desviar la atención de su responsabilidad.
El último recurso del Gobierno es repetir que, a pesar de todo, la economía va “como una moto”.
Así lo proclama, semana tras semana, Enric Juliana en La Vanguardia, en su papel de portavoz oficioso de la Moncloa. Pero lo que no se dice es que el crecimiento del PIB se debe, en gran medida, a la entrada masiva de inmigración empleada en tareas de baja productividad. El resultado es una economía que crece empujada por un aumento cuantitativo del trabajo, pero que se dispara en el pie una y otra vez.
El crecimiento del PIB no se traduce en aumento de la renta per cápita, que evoluciona por debajo de la media de la UE. Así, España no converge con Europa. De hecho, países que se incorporaron más tarde a la Unión y partían de niveles inferiores ya nos han superado.
Como demuestra la abundante literatura académica, y explica con detalle Daron Acemoglu y James A. Robinson en “Por qué fracasan los países: Los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza«, cuando las instituciones de un país funcionan mal, la economía termina registrándolo. Y con ello, el crecimiento a medio y largo plazo y las condiciones de vida de la población se deterioran.
Incorporación de formatos y rostros que antes Telecinco explotaba hasta la saciedad y que los comentaristas afines al progresismo criticaban... hasta que ahora callan o incluso elogian su traslado a RTVE Compartir en X