Medio año de gobierno Illa. ¿Qué tenemos aparte de palabras y promesas?

¡Cómo pasa el tiempo! Este 10 de febrero cumple medio año de gobierno de Illa. ¿Cuál es el balance?

Podemos hablar de una actitud, de un método, pero ¿cuáles son los resultados de estos primeros ciento ochenta días? ¿Cuál es el escenario y su dinámica?

Hay una actitud, ya conocida en su fase de ministro de Sanidad en unas condiciones muy difíciles: las de la pandemia de 2020. El estrago más mortal que ha sufrido el país desde la Guerra Civil. Se trata de transmitir seriedad con la palabra y el gesto hasta adoptar una actitud profesoral, a menudo confundiendo la tristeza y la monotonía con el rigor.

En el marco de una política fratricida basada en la incontinencia verbal y la zafiedad, Illa marca un estilo propio muy diferente, en las antípodas de lo que se conocía, y eso solo, de entrada, le confiere credibilidad.

También forma parte del estilo una abertura que puede ser menos real de lo que quiere parecer; lo iremos viendo. La entrevista con Pujol, la voluntad de tratar con los anteriores presidentes de la Generalitat va por esta vía. Pero, ¿es realmente esto, o forma parte del marketing presidencial? Y en su agenda real, ¿la apertura es escasa? En cualquier caso, el contraste, aunque sea aparente, con su jefe, Pedro Sánchez, es extraordinariamente grande.

Está claro que las estrategias son contrapuestas. Para sobrevivir políticamente, Sánchez necesita polarizar, encerrar a sus votantes en el redil de un enfrentamiento “histórico” y “supremos” con la “fachoesfera”, los jueces corruptos que le persiguen por medio de sus alegatos, los medios de comunicación corruptos, que en lugar de celebrar sus éxitos publican y publican.

La misión de Illa es la contrapuesta. Para servir al relato político del presidente del gobierno español, debe presentar una Catalunya pacificada, reconciliada, en la que el independentismo ha pasado a la historia y el PSC es el nuevo “pal de paller” de la política catalana… con sólo 41 diputados.

También Illa aplica un método, una versión poco modificada de la práctica de Pujol, de hacerse presente en muchos sitios, a pesar de que los hechos en cuestión tengan poco que ver con la acción de gobierno de la Generalitat. Vincularse a la presencia cotidiana que TV3 responde (redondea), ligada a eventos positivos. No es algo nuevo, pero es eficaz.

Pero todo esto se reduce a la anécdota con el paso del tiempo. Es necesario que transcurran más meses, sin acción de gobierno, sin cambios en la realidad. El balance de diciembre será, en este sentido, muy decisivo para determinar si estamos ante una acción de gobierno consistente, o un fuego de virutas que arde sin brasa.

De momento, tenemos promesas y compromisos. Muchos de ellos vienen del gobierno de ERC; hay que decir que el reloj lleva mucho más tiempo correndo que los seis meses de Illa.

Uno de ellos es el traspaso de Cercanías. El primer paso, aún inédito, es que se materialice; el segundo, que los cambios se hagan notar. Por lo que respecta a nuestros efectos, los de los ciudadanos, estamos donde estábamos.

La pieza principal es el pacto por una nueva financiación, que nadie sabe exactamente en qué consiste, pese al pacto con ERC. Mira que sería fácil que uno de los dos partidos saliera y explicara con concreción en qué consiste y cuál es la previsión. Pero no, y eso que Illa hace un tour presidencial en las Españas para contárselo a los presidentes autonómicos, pero ni por éstas llegamos a conocer el contenido. Tiene mérito por su parte, y mucho, y es un gran demérito para los medios de comunicación, que, más que servir al interés ciudadano, se aplican a satisfacer el relato de su bando.

El “Pla Illa” , una de sus últimas aportaciones, tiene el aspecto de vuelo de palomas. Porque lo primero que hay que advertir es que no existe ningún texto conocido que defina la existencia de un plan. Lo que hay es un listado de actuaciones y algunas valoraciones económicas, pero nada que se parezca a un plan, y menos aún que, con las actuaciones descritas y la inversión prevista, se cumpla el objetivo anunciado de igualar el PIB de Madrid en cinco años. Los medios de comunicación hacen un triste servicio al servicio público al hablar de un “plan” cuya existencia ellos mismos desconocen.

Para situar una referencia concreta: en razón del crecimiento de su PIB, Cataluña ocupó la octava posición entre todas las autonomías con un 3,5% de incremento, por detrás de la media española, una décima menos que Madrid.

El enfático anuncio por parte del presidente de un modelo económico de prosperidad compartida, cuando ni siquiera hay capacidad para aprobar el presupuesto del 2025, parece poco serio. Es pura propaganda, generadora de descrédito. No es suficiente con una imagen seria y adusta para ser creíble.

De hecho, la primera gran medida económica adoptada ha sido endeudarse con el Fondo de Liquidez Autonómica (FLA) por importe superior a 8.000 millones de euros, prácticamente la misma cifra en la que incurrió Aragonès. Lo peor de todo es que la mayor parte de ese dinero se destinará a financiar la deuda de la Generalitat. La Generalitat se endeuda para pagar deuda: el peor círculo vicioso en el que pueden incurrir las finanzas públicas. Poca prosperidad hay detrás de todo esto.

La falta de transparencia en la tramitación de ayudas y convenios sigue siendo una lacra y nada se hace para remediarla. El volumen de gasto innecesario, y la tramitación mal hecha por decirlo con elegancia, son una losa que nadie tiene interés en levantar.

Una quiebra de la democracia. Es inconcebible que un gobierno que comienza el primer año de mandato sea incapaz de aprobar su presupuesto y diga que no pasa nada, que da igual y que ya lo arreglarán. Suplementos de crédito por valor de 4.400 millones de euros que negociarán con los partidos que apoyaron en su día a la presidencia de Salvador Illa. Esto, en Europa, significaría convocar elecciones.

En España no importa, porque la democracia representativa y, por tanto, el papel central del parlamento, es una ficción, y en Catalunya Illa no escapa a esta lógica socialista. Cuando atrapes la poltrona, ¡no la dejes! Al menos Aragonès, en la misma tesitura, convocó elecciones. Todo un ejemplo.

Perdura un sistema fiscal depredador que discrimina a los catalanes por vocación de la Generalitat. Seguimos siendo los que más pagamos en el tramo autonómico, pero vamos de la mitad hacia abajo en la calidad de todos los servicios. Ila ha asentado esa cuña fiscal que nos allana.

Cuestiones básicas están planteadas: la sanidad , la crisis de la enseñanza en Cataluña. En la segunda hay apuntes; en la primera, compromisos. Hagamos un margen de confianza. Pero en otras cuestiones decisivas, nada se dice: el bajón brutal de la natalidad y el déficit vegetativo, el exceso inmigratorio —que sigue siendo celebrado por Illa—, la falta de políticas familiares , el retraso en resolver achaques terribles como la pobreza infanti , la gente que vive en la calle … poco o nada se mueve.

En vivienda, el otro gran problema, Illa ha hecho una promesa excepcional: 50.000 viviendas públicas hasta 2030. 4.400 millones de euros en total hasta el final del mandato, 1.100 millones de euros anuales. También lo veremos en su primer paso por finales de año. Y es que las promesas a largo plazo son una de las características de su discurso.

Además de la vivienda, ha anunciado 2.000 millones para la ciencia y la investigación hasta el 2030, 400 millones al año. Pero estas promesas de futuro, cuando en el presente ni siquiera logra aprobar el Presupuesto, no tienen credibilidad suficiente.

Pero, a pesar de tanta promesa de un futuro mejor, que debe hacer todo político, poco se manifiesta sobre la seguridad y su otra cara, la delincuencia. Los asesinatos en un mes, el último, es una cifra insólita por Cataluña. La delincuencia pequeña o reiterada, la que alarma más, y la otra, la mayor, la conectada a la droga y al tráfico de mujeres, más discreta y mucho más peligrosa, como ponen de manifiesto la situación de Bélgica, Países Bajos, Suecia y Francia, de todo esto no dice ni palabra, como tampoco aborda la enorme presión; 31% en Barcelona y sus consecuencias, y la regresiva situación de la lengua catalana.

No, no es un buen balance el de los primeros seis meses, como acreditan las encuestas.

Fa sis mesos que Salvador Illa és president. Consideres que ha millorat el Govern de la Generalitat?

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