El reciente encuentro de los BRICS ha pasado prácticamente desapercibido por la mayoría de los medios europeos, en una dinámica que desgraciadamente se hace cada vez más habitual y que consiste en esconder o deformar todos los hechos que pueden cuestionar las élites políticas y mediáticas del Viejo Continente.
La decimosexta cumbre anual del grupo, bautizado BRICS por las siglas de sus socios fundadores Brasil, Rusia, India, China (con C en inglés) y Sudáfrica tuvo lugar del 22 al 24 de octubre en la ciudad rusa de Kazán.
Empecemos por el simbolismo del sitio, que es doble. Primeramente, la reunión tuvo lugar en plena Rusia y fue su presidente Vladimir Putin quien acogió a los mandatarios internacionales que se desplazaron. Esto en plena campaña de sanciones y tentativa de aislamiento internacional por parte de Occidente.
En segundo lugar, la ciudad rusa de Kazán, situada en la República de los Tátaros al este de Moscú y en la que la mitad de la población es musulmana, resulta aún más simbólica por la confluencia entre el alma europea y la asiática del país más extendido del mundo.
Otro hecho destacado de la cumbre fue la notable afluencia de líderes políticos.
Al encuentro acudieron más de 20 jefes de estado y de gobierno, entre los que destacan el presidente chino Xi Jinping, el primer ministro indio Narendra Modi y el presidente turco Recep Tayyip Erdogan. El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, anuló su participación en el último momento por razones médicas, y fue representado por su ministro de Asuntos Exteriores.
En total, una treintena de países estuvieron presentes, incluyendo -atención- Arabia Saudí e Irán, representando más de la mitad de la población mundial y una notabilísima mezcla de continentes y culturas.
Además, la cumbre contó con la participación del secretario general de las Naciones Unidas, el portugués António Guterres, quien señaló que era su deber reunirse con todas las asociaciones de países, y no sólo con los grupos afines a Occidente.
Con todos estos elementos formales, se puede considerar que la reunión de Kazán fue un éxito abrumador para el presidente ruso Vladimir Putin, que Occidente busca presentar como el líder marginado de un país autárquico.
Nada más alejado de las imágenes que llegaron de la cumbre de la semana pasada, que muestran que en el siglo XXI existe un posible modelo internacional alternativo que se niega a seguir los postulados de Washington y las capitales europeas.
Pasando al fondo de la cumbre de los BRICS, destacó sobre todo la voluntad común de alcanzar una autonomía económica frente a Occidente que evite el dólar estadounidense y el sistema de pagos internacional SWIFT. La dependencia de estos dos elementos posibilita estropear una economía nacional mediante las sanciones impuestas por Estados Unidos.
En materia política, los BRICS insistieron en su modelo basado en el multilateralismo y el respeto mutuo y pidieron la aplicación de la solución de ambos estados en Oriente Medio. Sobre Ucrania, en la declaración final sólo se mencionó la voluntad de llegar a una resolución pacífica de la guerra. El encuentro también sirvió para normalizar las tensas relaciones entre China e India.
Si bien los escasos resultados políticos demuestran de nuevo que los BRICS conforman un grupo mucho más heterogéneo que Occidente, Kazan dejó también en evidencia que empieza a haber una alineación de intereses fundamentales en materia económica, y que implica escapar al dólar .
Un paso hacia la formación de lo que podría convertirse en un sistema global alternativo al actual, aún dominado por las instituciones económicas y financieras occidentales.
Se puede considerar que la reunión de Kazán fue un éxito abrumador para el presidente ruso Vladimir Putin, que Occidente busca presentar como el líder marginado de un país autárquico Share on X