“El fin de una era. Ucrania. La guerra que lo acelera todo“ es el título de un excelente libro sobre geopolítica recientemente publicado (La Esfera de los libros, Madrid, 2024), escrito por el diplomático español Jorge Dezcallar. Es un libro que se añade a otros también excelentes que le han precedido sobre geopolítica global, escritos por diplomáticos o analistas españoles, como los siguientes:
- Josep Piqué, Cambio de era. Un mundo en movimiento: de Norte a Sur y de Oeste a Este. Deusto, Barcelona, 2013
- Josep Piqué, El mundo que nos viene. Retos, desafíos y esperanzas del siglo XXI: ¿Un mundo post-occidental con valores occidentales? Deusto, Barcelona ,2018
- Fidel Sendagorta, Estrategias de poder. China, Estados Unidos y Europa en la era de la gran rivalidad . Deusto, Barcelona,2020
- Emilio Lamo de Espinosa, Entre águilas y dragones. El declive de Occidente, Espasa. Barcelona, 2021
- Javier Solana, Testigo de un tiempo incierto. De la caída del Muro a la invasión de Ucrania. Espasa, Barcelona, 2023.
Los títulos y subtítulos de los seis libros citados, incluido el de Jorge Dezcallar, son significativos y coincidentes sobre lo que está sucediendo hoy esencialmente en el escenario internacional: el fin de una era y el nacimiento de un nuevo orden mundial. Y como escribió Gramsci, en el intervalo, surgen “monstruos“, véase la guerra de Ucrania o la guerra de Gaza, entre otras.
Jorge Dezcallar, el autor
Jorge Dezcallar nació en Palma de Mallorca en 1945, perteneciente a una familia aristocrática de la isla, y es diplomático de carrera. También ha trabajado en el sector privado como consejero de varias empresas. Fue director general durante doce años en el Ministerio de Asuntos Exteriores. Ha sido embajador en Marruecos, la Santa Sede y Estados Unidos. En 2001 fue nombrado el primer director civil del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), con rango de Secretario de Estado. Allí vivió, por ejemplo, los atentados del 11-M. Ha publicado otros libros sobre diplomacia y geopolítica, como “Una vida entre diplomáticos y espías“ (2015), “El anticuario de Teherán. Historias de una vida diplomática“ (2018) y “Abrazar el mundo. Geopolítica: hacia dónde vamos“ (2022), además de novelas como “Espía accidental“ y “Operación falsa bandera“.
Su última obra
Sobre su última obra, el propio Dezcallar ha escrito que “trata sobre la guerra de Ucrania, pero no solo, porque las guerras aceleran el curso de la historia y la de Ucrania está precipitando el fin del dominio occidental del mundo“.
Piensa que la guerra de Ucrania va mucho más allá de una disputa fronteriza por asegurar unos territorios estratégicos y responde a fuerzas muy profundas de cambio en la geopolítica que ha regido el mundo desde el final de la Segunda Guerra Mundial. A su juicio, Occidente pierde actualmente fuerza, mientras que el llamado Sur global lo gana.
El centro económico del planeta se ha desplazado desde el Atlántico Norte al Indo-Pacífico y una serie de países emergentes buscan otro reparto del poder y otras normas para regir la geopolítica mundial. China es el más destacado de todos ellos, es el país determinante.
El desorden aumenta en un contexto de amenazas globales y de creciente bipolaridad entre Estados Unidos y China, que son potencia hegemónica y gran potencia emergente, que en el caso de China es reemergente, porque se trata de un Estado-Civilización con 5000 años de historia. La competencia comercial y tecnológica entre ambas potencias se extiende peligrosamente al campo de la política.
Dezcallar ha declarado que fue el primero en no entender el conflicto de Ucrania y que empezó a estudiarlo para entenderlo él mismo. De ahí nació su libro.
Las principales tesis que defiende en su libro, según ha expresado en declaraciones recientes, son las siguientes:
Putin y la guerra de Ucrania
A Putin las cosas no le han salido tal como había pensado con la guerra de Ucrania. Su objetivo inicial era ocupar Kíiv. Se ha encontrado con una resistencia que no esperaba y con una oposición no mundial, como se dice, sino occidental. Los servicios de inteligencia rusos son buenos y tenían que saber que no serían recibidos con flores. Es fácil culpar a las redes de inteligencia y siempre se hace. Existe un elemento muy importante a tener en cuenta: los dictadores no escuchan y los que están a su alrededor tienden a decirles lo que quieren oír.
Rusia
Rusia es Europa, además de asiática. Lo que pasa es que su política la aleja de nuestros valores compartidos. En 1991, cuando cayó la URSS, perdimos una gran ocasión para acercar Rusia a Europa y se dieron pasos importantes, por ejemplo, en la aproximación a la OTAN. Pero luego el autoritarismo creciente en Rusia y la propia expansión de la OTAN hacia el este crearon barreras que no hicieron más que crecer con el paso de los años.
Rusia se define como un Estado-Civilización, como China, existe una profunda desconfianza hacia Occidente. Atrás queda el sueño de Gorbachov de una “Europa desde el Algarve a los Urales“ o de “una casa común europea“. A Europa le interesa una buena relación con Rusia, y viceversa, y su aproximación a China es una mala noticia para la Rusia europea y también para nosotros los europeos.
Rusia está ahora aislada de Occidente y va a seguir mucho tiempo sola y de cara a la pared. Lo cual no quiere decir que tenga apoyos, Irán y Cora del Norte le envían armas. China e India han aumentado mucho su comercio con ella. De hecho, el Sur Global se niega a imponerle sanciones que Occidente le impone y prefiere mantener sus opciones abiertas.
Putin
Sin duda es inteligente, tiene que serlo para pasar de agente de la KGB a estar donde está. Otra cosa es que se haya equivocado muy gravemente. Ha errado al pasar de la democracia imperfecta que era Rusia en la época de Yeltsin a la dictadura perfecta de hoy. Y se ha equivocado gravemente al invadir Ucrania. Pensó que sería una “operación militar especial“ de dos semanas y llevamos más de dos años de guerra.
Putin pretende recuperar la influencia internacional de gran potencia que fue la URSS. Y para esto necesita Ucrania. No se da cuenta de que hoy Rusia es solo una “potencia regional“, como dijo Obama. El PIB de Estados Unidos supera los 23 billones de dólares, el de China los 17 y el de Rusia es de solamente algo más dos billones, más o menos como Italia. “Rusia no puede jugar en la Champions, ese es el principal error de Putin. Pero eso a un nacionalista como él le cuesta verlo“.
Putin es calculador. La anexión de Crimea fue un modelo de eficacia, aunque cometió graves errores de inteligencia y de logística. Pero con la invasión de Ucrania se encontró con que los ucranianos no esperaban a sus tropas con ramos de flores y Zelensky no huyó de Kiev. Putin calculó mal. Ha conseguido reforzar la relación transatlántica, reforzar la UE y la OTAN y llevar a que dos países neutrales (Suecia y Finlandia) se hayan incorporado a la OTAN. Si quería alejar la OTAN de Rusia, ahora tiene 1300 quilómetros más de frontera directa con la OTAN. Y encima la necesidad lleva Rusia a caer en brazos de China como socio menor. No son buenos resultados para Rusia. Es una mala noticia para Europa y Occidente la aproximación entre Rusia y China con vistas a una eventual confrontación entre China y Estados Unidos, con la puesta en marcha de “la trampa de Tucídides“, de la que tanto se habla (conflicto casi inevitable entre potencia hegemónica y potencia emergente en la historia)
La guerra de Ucrania
Es una guerra de expansión territorial, más propia del siglo XIX que del XXI. Pone un clavo muy grande en el ataúd del sistema de seguridad que fue creado por los vencedores de la Segunda Guerra Mundial, y que ha asegurado la paz en Europa durante ochenta años. Rusia entiende que ya no le favorece y lo ha hecho saltar por los aires. A pesar de la altísima tecnología de bombas y misiles ultrasónicos, la trinchera continúa jugando un papel importante. Se está haciendo un uso enorme de misiles y de drones, que son los que están realmente sobre el terreno cambiando las circunstancias. Son muy baratos y eficaces. Existe mucho jamming, es decir, interferencia electrónica. La inteligencia que está proporcionando Estados Unidos es clave.
Lo que irrita mucho a Putin es esto último. Una cosa es prestar ayuda y otra es intervenir. Occidente está ayudando a Ucrania mezquinamente, es necesario decirlo. Se le están dando instrumentos para defenderse, pero no para ganar, porque no se quiere provocar una tercera guerra mundial. Una Rusia derrotada sería muy grave, y una Rusia victoriosa también.
La guerra de Gaza
Ha sido un regalo tremendo para Putin. Los palestinos han visto como nadie movía ni un dedo por ellos y organizan un ataque brutal, muy sanguinario, que causa una reacción sobredimensionada de Israel. El caso es que entonces Ucrania pasa un segundo plano.
China
China observa con mucha atención lo que está pasando, como es la respuesta de Ucrania a la invasión rusa y el coste en imagen para Rusia. Está incómoda porque lo que ha hecho Rusia viola principios muy importantes para ella, como la soberanía, la integridad territorial y la no injerencia en los asuntos importantes de otros Estados. Pero ve ventajas en que Rusia se vea forzada a acercarse a ella, en una postura cada vez más dependiente.
Existe un desacuerdo normativo entre Estados Unidos y China. Ambas potencias defienden dos modelos de orden mundial contradictorios. China pide otro reparto del poder en el mundo y otras normas “menos occidentales“ para regir la geopolítica del siglo XXI.
Existe una serie de países en el tercer mundo hoy en día, liderados por China, que quieren un nuevo reparto del poder y unas reglas de funcionamiento diferentes. Se trata del llamado Sur Global. China quiere unas normas “menos occidentales“ para regir la geopolítica del siglo XXI.
Estamos ante el fin de una era, el fin del dominio occidental, pero todavía nos queda Estados Unidos para un buen rato. Su producción de patentes, su dominio de la Inteligencia Artificial (IA), su soft power, sus universidades, su presupuesto de defensa tres veces superior a China y doce o trece veces mayor que el de Rusia, etc. lo explican. Otra cosa es que el gigante no esté enfermo, el ataque al Congreso y la polarización allí imperante confirman que lo está.
Unión Europea
La guerra de Ucrania ha sido un estímulo en favor de una mayor integración, como de hecho también nos obligó a hacer la pandemia de la COVID-19. Europa ha recibido seis millones de refugiados ucranianos, ha adoptado muchos paquetes de sanciones a Rusia y hemos enviado ayuda y material militar a Ucrania, con cargo a los presupuestos comunitarios. Son pasos muy importantes.
El gasto militar europeo es superior al chino y multiplica por 5,5 al de Rusia, pero la UE se siente débil. Esto es así porque no tiene una política exterior ni de defensa comunes. No somos capaces de hablar con una sola voz. Lo estamos viendo en Gaza, donde Europa es absolutamente inoperante, mientras que a nosotros nos puede afectar enormemente en muchas cosas. Y en Libia, donde los turcos apoyan una facción y los rusos a otra facción. Libia se encuentra a tocar de nuestras costas, y allí tenemos intereses energéticos muy importantes. O somos capaces de hablar con una sola voz o nadie nos tendrá en cuenta. No se trata solamente de diplomacia. En lugar de tener siete tipos de helicópteros, deberíamos tener uno solo. Deberíamos eliminar la regla de la unanimidad a la hora de tomar decisiones importantes, especialmente en defensa y exteriores.
La guerra de Ucrania como elemento acelerador de cambios ya existentes en el orden mundial es una realidad. Esto es así porque estamos viviendo cuatro revoluciones. La tecnológica, la atómica (robotización, que causa paro e inquietud), la digital (la más brutal de todas, la Inteligencia Artificial) y la demográfica. La población mundial ha doblado en cuarenta años.
La Inteligencia Artificial preocupa especialmente a Dezcallar. Algunos dicen que aumentará el paro, pero también dicen que también habrá más productividad. El problema es que la Inteligencia Artificial generativa tendrá capacidad de pensamiento y reflexión. Nosotros morimos, pero las máquinas acumulan. “Creo que hay riesgos de weponización (convertir la tecnología en armas) y de desinformación. Hemos de controlar como se regula la Inteligencia Artificial y como se concilia la seguridad con la innovación. Este es el gran reto“.
La UE tiene una tradición y una voluntad reguladoras, pero los retos son globales. El problema es que el ambiente mundial no es proclive a permitir que se hagan concesiones en este sentido, con una guerra abierta, una crisis de microchips, amenazas contra Tik Tok en Estados Unidos, etc.
Hacia una nueva era. “Verdaderamente creo que estamos en el final de una era: el fin del dominio occidental“.
Vivimos una lucha por un nuevo reparto de poder en el mundo. ¿Por qué Francia forma parte del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas con derecho a veto y la India no? Y allí no hay ningún país africano. Esto hay que cambiarlo. Las normas que rigen el mundo son occidentales. Hoy no se aprobaría por consenso la Declaración Universal de Derechos Humanos. “Árabes y chinos cuestionan porqué la democracia es mejor que la meritocracia o porque el individuo es más importante que el grupo. O porqué me habla usted a mí de igualdad de género si no es lo que predica el Corán o porqué la religión ha de limitarse a la esfera privada y no filtrar la vida diaria del creyente“.
El nuevo orden mundial será incómodo. Con dos polos mayores (Estados Unidos y China), varios intermedios (Rusia y la UE) y otros menores, pero muy significativos, como India, Turquía, Irán, Nigeria, Indonesia, Brasil, México, etc. Habrá más proteccionismo, los grandes abusarán de los pequeños porque a corto plazo al menos no tendremos organizaciones internacionales fuertes para resolver problemas ni de normas compartidas.
El futuro dependerá de la capacidad que los grandes países tengan para trabajar juntos frente a los grandes retos mundiales que no se pueden afrontar con soluciones locales (cambio climático, grandes migraciones que solo están empezando, desigualdades, Inteligencia Artificial, desnuclearización, terrorismo internacional) y de la voluntad de acordar amistosamente o no un nuevo reparto del poder y unas nuevas reglas que lo rijan.
Las conclusiones finales de Dezcallar son las siguientes.
La guerra de Ucrania acelera la historia. Significa el fin del ciclo geopolítico que nació en 1945 con las conferencias de Yalta, San Francisco, Teherán, El Cairo, Bretton Woods, etc. Es algo que se veía venir y que ahora ha estallado.
Occidente, tras la guerra de Ucrania, se encontrará con que el centro económico del planeta se habrá desplazado desde el Atlántico Norte al Estrecho de Malaca.
Vamos hacia un orden bipolar imperfecto, con China y Estados Unidos como los dos grandes “hegemones” que cuando quieran hablar de desarme deberán contar con Rusia, y si quieren hablar de economía deberán contar con Europa, que es una potencia económica, con más del 20 por ciento del comercio mundial.
La guerra de Ucrania acelera la historia. Significa el fin del ciclo geopolítico que nació en 1945 con las conferencias de Yalta, San Francisco, Teherán, El Cairo, Bretton Woods, etc. Es algo que se veía venir Share on X