La última nota del Círculo de Economía, el formato que utiliza habitualmente para expresar sus puntos de vista (Documento adjunto) tiene la virtud de que se moja interviniendo en un tema tan controvertido como es el de la amnistía. Cabe decir que su formulación ha sido muy mal recibida por los medios de comunicación de Madrid, que normalmente se adscriben a las posiciones de la derecha.
Y aquí surge un interrogante: ¿En qué medida el Círculo representa al empresariado catalán? O sus opiniones, ¿no van más allá de un grupo selecto de personas y de sus entornos políticos y profesionales? Dicho esto, añade que la actual circunstancia sería una buena ocasión para que Pimec, Foment y las Cámaras de Comercio intentaran definir una posición conjunta sobre estas materias y, entonces, sí tendríamos claro qué es lo que piensan las organizaciones representativas de empresariado.
La declaración del Círculo de Economía (CE) es muy ecléctica, y ésta es su característica fundamental. Sí a la amnistía con importantes peros: no como contrapartida de los votos necesarios para que Sánchez pueda gobernar. Es una posición adversativa a lo que busca el presidente del gobierno en funciones.
No a la declaración unilateral de independencia y, en todo caso, sí a un hipotético referéndum pactado. Es una posición contraria a la de JxCat.
Sí a la amnistía basada en un acuerdo parlamentario con el PP. Y esa consideración discrepa notoriamente de la actual política popular y también socialista porque no está dispuesto a llevar a cabo pacto alguno ni menos gobernar con el PP. En contrapartida, Feijóo sí se ha manifestado dispuesto a cualquiera de las dos posibilidades citadas.
El Círculo de economía también incluye en su modelo lo que podríamos decir que es un clásico en el mejor sentido del término: mejorar la financiación, más inversión para Cataluña (y aquí hay que subrayar el problema de su baja ejecución, centrarse en gobernar la Generalitat, una carencia que dura hace años y años y está haciendo daño al país en todos los órdenes, no sólo económico sino por ejemplo también en el lingüístico) y reforma del Estatut. Y en este último punto es donde el clasicismo patina más porque reformar el Estatut, como ya se vio en la elaboración del nuevo, es apuntarse a dañar.
Unos partidos, una sociedad, unas instituciones sociales, Círculo de Economía incluido, que han sido incapaces de dotarse de una ley electoral siendo la única comunidad autónoma española que sufre este déficit, es un claro indicativo de que es mejor no poner cese a remover textos fundamentales porque la incapacidad para consensuar es notabilísima y la vocación puede ser una jaula de grillos.
Si nos limitáramos a ejercer de verdad todas las competencias del actual Estatuto, perfectamente archivado en el fondo del cajón, y situáramos su mejora en la vía que en su día señaló el TC; es decir, recuperar las competencias perdidas por la sentencia del TC por medio de leyes orgánicas del estado, tendríamos más que suficiente para que el actual Estatut fuera muy parecido, en lo que importa, al que aprobamos en referéndum.
En todo caso, el documento del Círculo de Economía es un buen modelo en el sentido estricto del término y, por tanto, las críticas a que no hay condiciones para que se realicen no tienen demasiada razón de ser porque lo que define son horizontes de sentido y, por tanto, líneas de trabajo político. Es un buen material si pasa de ser un brindis al sol a ser un propósito compartido, por ejemplo, del mundo empresarial catalán. Y eso, evidentemente, está por ver.
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