Hay momentos en la historia en los que un viejo orden muere y otro aún no ha nacido. El año 2022, consecuencia de la guerra de Ucrania, es uno de estos momentos.
También hay eventos que pueden ser interpretados como el final de un determinado período o de una era.
Es el caso del año 1989 (caída del Muro de Berlín) combinado con el año 1991 (implosión de la URSS), que señalaron el final de la Guerra Fría y de un mundo bipolar caracterizado por el enfrentamiento entre Estados Unidos y la URSS.
Es también el caso del día 11 de septiembre de 2001 (atentados terroristas islámicos en Estados Unidos), que marcó el final del primer período de hegemonía de Estados Unidos en el mundo a partir de 1989/91 y el comienzo de otro período caracterizado por su declive relativo (2001-2021), así como por el final de la post-Guerra Fría (1989/91-2001).
En la última década del siglo XX, la hegemonía estadounidense era incuestionable. Desde el nacimiento del estado moderno, a mediados del siglo diecisiete, ningún otro poder había dominado el mundo desde tantos puntos de vista (militar, económico, tecnológico). Al mismo tiempo, la gran mayoría de países más avanzados del mundo actuaban concertados por los Estados Unidos a través de las instituciones internacionales que Washington había creado tras la Segunda Guerra Mundial.
Después de 2001 han seguido dos décadas dentro de las cuales Estados Unidos ha experimentado intervenciones fallidas en Afganistán e Irak, enormes gastos militares, una crisis financiera devastadora, una gran profundización de su polarización política interna y, con la llegada al poder de Donald Trump, cuatro años de un presidente imprevisible con impulsiones aislacionistas.
La aparición de la nueva China cambiaría todo en el mundo de la geopolítica
Todo ello coincidiendo con el auge extraordinario de China a partir de 1978, año en el que Deng Xiao Ping empezó a adoptar un nuevo sistema económico basado en la libre empresa y la economía de mercado, en forma de capitalismo de estado , inspirado en el sistema de Singapur, liderado por su amigo e inspirador Lee Kuan Yew. Deng era un líder muy pragmático; su lema era “esconde tu fortaleza, espera tu momento“. La aparición de la nueva China cambiaría todo en el mundo de la geopolítica.
Según muchos observadores, después de la retirada vergonzosa de las tropas americanas/occidentales de Afganistán en agosto de 2021, el mundo unipolar iniciado en 1989/91 habría llegado a su fin.
Un primer grupo coinciden en afirmar que se habría vuelto a un mundo bipolar, en función de la fortaleza de la economía china.
Otros piensan que el nuevo orden mundial llegado sería multipolar, caracterizado por la proliferación de poderes regionales y “el retorno de los imperios” como India, Turquía o Irán.
Un tercer grupo sostiene que el mundo unipolar presidido por Estados Unidos continúa, pero de forma “parcial” (no tan absoluta como durante la última década del siglo XX). Piensan que los analistas que discrepan de esta tesis no son capaces de ver en qué se basa la actual unipolaridad liderada por Estados Unidos, consistente esencialmente en su capacidad de establecer grandes alianzas en todo el mundo y su continuada superioridad militar.
Concluyen que lo que está en entredicho es la naturaleza de la unipolaridad actual, no su existencia; hoy la unilateralidad americana es sólo “parcial” por el “declive relativo” de Estados Unidos y la “reemergencia” de China (una civilización de 5000 años).
China, Irán y Rusia, por su parte, creen que ya ha llegado un mundo multipolar. Un mundo en el que ellos, líderes del revisionismo, creen tener el poder de conformar un nuevo modelo a su satisfacción.
India y muchos otros países del Sur Global han llegado a la misma conclusión. Pero hoy es evidente que solo hay dos superpotencias: Estados Unidos y China. Si no existe una tercera potencia que se les pueda comparar, no puede haber multipolaridad, claman otros observadores.
No todo el mundo apoya a Ucrania en su conflicto bélico con Rusia.
Es cierto que unos 140 miembros de la ONU sobre 193 condenan a Rusia, pero 35 de los que se han abstenido representan a más de la mitad de la población del mundo. Además, sólo unos 40 países, en su mayoría occidentales, han adoptado sanciones contra Rusia. Solo dos países asiáticos lo han hecho. Ningún país africano o latinoamericano lo ha hecho. Rusia puede encontrarse aislada por el “Occidente Colectivo” (denominación al uso de Putin), pero no por el resto del mundo.
La mayoría de analistas coinciden en afirmar que a partir de 2002 comienza un nuevo orden mundial.
Argumentan que -más allá de las tesis que defienden la unipolaridad parcial, la bipolaridad o la multipolaridad- el nuevo orden mundial puede venir determinado por un triángulo de poder oscilante entre Occidente Global (o Colectivo, como dice Putin), el Este Global y el Sur Global.
El Oeste Global está constituido esencialmente por Estados Unidos, la UE y sus aliados, que forman un conjunto de más de cincuenta países, decididos a preservar el actual orden mundial liberal.
En el otro extremo, el Este Global -formado por China, Rusia, Irán, más una veintena de países que les apoyan- están en contra de la universalidad del orden liberal y quieren crear nuevas reglas e instituciones internacionales .
El resto de países miembros de la ONU, un centenar, componen el llamado Sur Global, una nueva manera de definir los “países no alineados” o los “países en vías de desarrollo”. Situarse en la frontera entre el Este y el Oeste es una forma de conseguir sus propios objetivos y tratar de conformar un nuevo orden mundial “cooperativo y emergente”.
El Occidente Global
El Occidente Global se equivocaría si planteara un nuevo orden que significara una batalla entre democracias y autocracias. La situación geopolítica mundial es mucho más compleja que esto. Para el Este Global se trata de poderes compensatorios, de establecer dependencias y gestionarlas. Para el Sur Global se trata, sobre todo, de luchar contra la pobreza, crecimiento económico y supervivencia
Si Occidente Global pretende mantener lo que queda del orden mundial liberal, tendrá que empezar por practicar una política exterior más honesta y menos unilateral. Esto significa, por ejemplo, no repetir los desastres de Irak y Afganistán. Pero no quiere decir sacrificar sus valores en el altar de sus intereses. Significa escuchar y comprometerse más que predicar y moralizar.
El Este Global
El Este Global ha sabido jugar mejor el juego de la persuasión y seducción del Sur Global, especialmente gracias a China y su nueva ‘política denominada ‘la’ Nueva Ruta de la Seda“. China ha sabido crear de manera muy eficaz dependencias en el Sur Global en materia financiera, infraestructuras y materias primas desde el final de la Guerra Fría. Esto le ha permitido convertirse en el primer socio comercial de más de 120 países.
China está comiendo terreno a Estados Unidos no sólo en África y Oriente Medio, sino también en América Latina, de la que ya es primer socio comercial. A principios de abril, el presidente de Brasil, Lula da Silva, instó al presidente Joe Biden a dejar “de atizar” la guerra en Ucrania.
China paga muy bien por los recursos que obtiene en América Latina, ofrece financiación a sus países endeudados y no hace mucho caso a los mandamientos anticorrupción y liberizadores tan privilegiados por el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). China no ha instigado ningún golpe de estado en la región, mientras que Estados Unidos lo ha hecho muchas veces.
China significa el gran reto para Estados Unidos. Su ascensión al liderazgo económico global parece imparable. La famosa “Trampa de Tucídides”, tan comentada por los especialistas en relaciones internacionales, profetiza un conflicto inevitable entre la potencia hegemónica, Estados Unidos, y la (re)emergente, China.
China da a entender que lo que quiere es respeto para su propio sistema, no imponerlo al resto del mundo
El sistema político-económico chino, capitalismo de estado y partido político único, se presenta como una alternativa al orden liberal mundial, pero está dispuesta a convivir con él. China es más exitosa que Occidente Global en sus relaciones con el Sur Global. China da a entender que lo que quiere es respeto para su propio sistema, no imponerlo al resto del mundo.
Se muestra partidaria del multilateralismo y de un orden mundial multipolar. China piensa muy a largo plazo. Su objetivo inmediato -horizontes parciales 2025/2035/2049 – (centenario de la creación de la República Popular China) con metas concretas- es superar a Estados Unidos y convertirse en la mayor economía del mundo.
Piensan los analistas que el mundo se encuentra actualmente en la situación de tener que elegir entre dos opciones.
¿Será capaz de poner fin a la guerra y encontrar un nuevo sistema de cooperación internacional?
¿O la competición entre poderes llevará a una escalada del conflicto hasta llegar a una guerra global a gran escala?
Quizás la elección no es binaria, señalan.
Siempre habrá en medio una combinación de intereses, valores y poder. Su predicción es que en el futuro probablemente veremos varios órdenes regionales que se solaparán en torno a tres polos de referencia: el Oeste Global, el Este Global y el Sur Global.
Rusia puede encontrarse aislada por el “Occidente Colectivo” (denominación al uso de Putin), pero no por el resto del mundo Share on X