El titular puede parecer exagerado, o incluso contradictorio. No es ninguna de las dos cosas. Por el contrario, es muy exacto, considerando que no trato del Serengueti, sino de España donde las precipitaciones, irregularmente repartidas de norte a sur, presentan con toda certeza periodos de sequía , junto con años húmedos y, un dato no menor, donde la torrencialidad es una característica habitual. Sobre todo en todo el extenso ámbito peninsular de clima mediterráneo. Todas estas evidencias, bien conocidas, se acentúan con el cambio climático, con previsiones que auguran un 14% menos de precipitaciones. Todo esto mas un añadido: el aumento de las temperaturas incrementa la evaporación y, por consiguiente, las pérdidas del agua embalsada y la que circula por canales, y también crece la evapotranspiración y con ella las necesidades de agua de la vegetación, sea en bosques, pastizales o cultivos.
La sequía es algo habitual en nuestras condiciones climáticas, con la excepción del norte atlántico, pero sus consecuencias sobre la actividad humana, sobre todo en la agricultura y en determinadas actividades económicas, están lejos de ser inevitables. Lo que marca la diferencia es la previsora -o todo lo contrario- acción humana. SEGUIR LEYENDO