Cumbre del G-20 en Bali: tres conclusiones principales

El G-20 se acaba de reunir en Bali (Indonesia) los días 14-16 de noviembre. Se trata de un grupo que algunos politólogos han definido como «el que más se parece a un gobierno mundial». Reúne a un conjunto selecto de veinte países avanzados y emergentes de todos los continentes, más la UE. España es un invitado permanente. En total representan el 60% de la población mundial y el 80% del PIB mundial. Mantiene asociadas a  muchas organizaciones mundiales como la ONU,  y regionales  como la ASEAN. La instancia más importante del G-20 es la cumbre de Jefes de Estados recién reunida en Bali.

El G-20 ha adoptado en Bali una declaración de consenso que ha evidenciado la creciente debilidad de la Rusia de Putin.

En ella se afirma que la «mayor parte» de los miembros del grupo «condenan firmemente la guerra en Ucrania», añadiendo que «otros mantienen puntos de vista diferentes». Reclama que en la era actual «no puede tener lugar una guerra», considera «inadmisible el uso o la amenaza de uso de armas nucleares», en una evidente referencia a los discursos de Vladimir Putin sobre el tema, y lamenta que la guerra “golpee la economía mundial“. Se exige la retirada incondicional de Rusia del territorio ucraniano. Se destaca que la guerra «socaba la economía global».

Es evidentemente que se trata de un resultado poco favorable para el Kremlin. Moscú consideró que era mejor dejar pasar la declaración que vetarla, pues en el segundo caso su soledad habría sido aún más manifiesta. Según Macron, este consenso tiene la gran virtud de “evitar una división del mundo” y demuestra que “existe un espacio de convergencia para empujar a Rusia hacia una desescalada”.

La reunión bilateral mantenida entre el presidente estadounidense, Joe Biden, y su homólogo chino, Xi Jinping, sirvió para estabilizar la tensa situación internacional. No encaja con la estrategia de bloques enfrentados que mantiene Moscú.

Es difícil imaginar una reunión más trascendental que la tenida por Biden y Xi Jinping en Bali. Pese al comunicado final, la guerra de Ucrania no parece haber sido el fondo del diálogo entre los dos grandes líderes mundiales, sino sus relaciones bilaterales y Taiwán. Este hecho en sí mismo debería ya levantar una señal de alarma a los europeos sobre lo que realmente importa en Estados Unidos: el ascenso imparable de China hacia la supremacía mundial.

Lo que ha quedado claro ante todo el mundo es que Taiwán se ha convertido en el punto álgido en la competencia estratégica entre Estados Unidos y China.

Del encuentro parece desprenderse que ninguna de las dos partes está dispuesta a entrar en un conflicto militar sobre Taiwán, al menos de momento, algo muy positivo. El largo  diálogo mantenido por los dos líderes  en persona, no telemáticamente como en los últimos tres años, puede calificarse de una gran noticia.

Esta reunión del G-20 ha evidenciado que China no ha querido defender a su aliado Rusia, con quien mantiene unas relaciones «sin límite» (Declaración Conjunta del pasado 2 de febrero), hasta el punto de llevar la reunión a una ruptura. Pekín tiene mucho interés en la continuidad del sistema económico global, del que el G-20 es un estandarte.

De forma significativa, Putin ha evitado asistir a la reunión de Bali. Ha enviado a su ministro de exteriores, Sergei Lavrov, que abandonó la reunión al término de la primera jornada, lamentando que Occidente hubiera buscado la «politización» del G-20. La mera inclusión reiterada en la declaración conjunta final de la palabra «guerra» es incómoda para el Kremlin, que evita sistemáticamente usarla y todavía habla de una «operación militar especial».

El acuerdo sobre el comunicado final se gestionó en medio de una ola de ataques con misiles lanzados por Rusia contra Ucrania

El acuerdo sobre el comunicado final se gestionó en medio de una ola de ataques con misiles lanzados por Rusia contra Ucrania, calificados de «bárbaros» por parte de los líderes occidentales presentes, y la fortísima tensión provocada por la caída de un misil (parece finalmente que de origen ucraniano) en territorio polaco, es decir, en territorio de la OTAN. Fuentes diplomáticas aplauden el buen trabajo realizado por la anfitriona Indonesia y por la India para evitar confrontaciones agudas entre los presentes, y así poder llegar al acuerdo final.

El presidente español, Pedro Sánchez, participó en una reunión de emergencia organizada por Biden junto a los líderes occidentales para tratar sobre la crisis del misil de Polonia, seguida de una conversación bilateral con él.

El comunicado final aborda además múltiples cuestiones.

Se han acordado iniciativas para contener los tipos de interés, evitar la volatilidad de las divisas y reforzar las cadenas de suministro alimenticio. Se ha registrado un rechazo unánime al uso de armas nucleares. Una cuestión importante tratada es la seguridad alimentaria, muy importante para el “Sur global“. En materia de cambio climático, mientras se desarrollaba al mismo tiempo  el COP 27 en Egipto, el G-20 ha afirmado su compromiso de esforzarse  para conseguir el objetivo de limitar a 1,5 grados el aumento de la temperatura en relación con la era preindustrial. Una buena noticia es que China y Estados Unidos, los principales emisores de gases contaminantes, reanudarán la cooperación sobre el cambio climático, rota este verano por la visita de Nancy Pelosi a Taiwán. El mundo tiene una gran necesidad de “bienes comunes universales”, que sólo una cooperación entre Estados Unidos y China puede facilitar.

La imagen clave de este G-20 ha sido seguramente la reunión del presidente Joe Biden con Xi Jinping, en un momento de máxima tensión entre las dos superpotencias. La conversación personal entre ambos ha rebajado el enfrentamiento existente entre ambos países. Los encuentros de Xi con otros mandatarios occidentales, entre ellos Pedro Sánchez, van hacia la dirección de una suavización de las relaciones de China con Occidente.

El comunicado final pone énfasis en el rechazo de la guerra en general y, en particular, de la guerra de Ucrania. Es una prueba del progresivo aislamiento de Rusia. Es una constatación de que el G-20 afirma que en la coyuntura actual una guerra es lo último que le conviene al mundo. El texto adoptado califica de «firme» la condena de la guerra de Ucrania y de «inadmisible» la amenaza nuclear.

El encuentro ha producido dos frutos. Uno es el que afecta a Estados Unidos y China. Se sabe que sus objetivos son divergentes. Estados Unidos quiere parar el ascenso de China a la categoría de primera potencia mundial, y la sigue rodeando militarmente. Pero, ante la actual crisis bélica, ambos países coinciden en el deseo de reducir la tensión. Biden ha declarado que no habrá una «nueva guerra fría con China» y que tampoco habrá invasión de Taiwán por parte de China. El otro fruto es que no les interesa que la guerra de Ucrania vaya a más.

En el ámbito español, la cumbre ha ofrecido a Sánchez, una vez más, la oportunidad de presentarse como una figura considerada en la escena internacional

En el ámbito español, la cumbre ha ofrecido a Sánchez, una vez más, la oportunidad de presentarse como una figura considerada en la escena internacional. Ha tenido encuentros bilaterales tanto con Biden como con Xi Jinping. Son buenas noticias para un Sánchez que encara la presidencia española de la UE (julio-diciembre 2023), con un capital político renovado en la esfera planetaria. En Bruselas se comenta, por ejemplo, que figura en una lista de los primeros cuatro candidatos a sustituir al actual secretario general de la OTAN, el noruego Jens Stoltenberg.

El papel de la UE no ha sido demasiado lucido

A ojos de muchos analistas, sus líderes han sido meros espectadores, pese a los encuentros bilaterales con Xi. No parece que ningún líder europeo tenga la capacidad de participar de forma activa en encontrar una solución a la dificilísima cuestión del estrecho de Taiwán.

El resultado final no contiene compromisos concretos, algo habitual en un foro como el G-20, pero la alta asistencia de líderes en la cumbre y la adopción de un comunicado como el comentado, suponen un resultado valioso y una señal positiva en momentos de alta tensión internacional como los actuales.

La mayoría de analistas coinciden en que la reunión ha servido para propiciar la cooperación entre Estados Unidos y China, enmarcar su competencia estratégica, tratar de evitar el conflicto bélico, alejar los temores de que se consolide una nueva Guerra Fría y señalar el aislamiento internacional de Rusia.

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