Barcelona no ha conseguido, hasta ahora, ser la sede de ninguna Agencia Europea. Otras ciudades españolas que lo han obtenido son: Alicante (Propiedad Intelectual), Bilbao (Seguridad y Salud en el Trabajo), Sevilla (Prospectiva Tecnológica), Torrejón de Ardoz (Satélites) y Vigo (Pesca).
Una condición sine qua non para obtener la sede de una Agencia Europea -o de cualquier organización internacional- es el apoyo sin fisuras de las administraciones y autoridades estatales a nivel central, regional y local del país y ciudad candidata.
El año1992 fue realmente un momento álgido del prestigio internacional de Barcelona.
La elección de Barcelona como sede olímpica (1992), que resultó un éxito universal con la realización de los “mejores Juegos Olímpicos de la historia”, fue fruto de un apoyo decidido de las administraciones, con Juan Antoni Samaranch como gran impulsor y coordinador. Con el añadido muy valioso de que la Olimpiada de Barcelona gozó de un apoyo y un entusiasmo extraordinarios por parte de la sociedad civil. Sólo hay que recordar el gran trabajo realizado por los “voluntarios”. El año1992 fue realmente un momento álgido del prestigio internacional de Barcelona.
Pocos años después, Barcelona logró la sede de dos organizaciones europeas. Es algo poco conocido en nuestra casa y quizás también poco aprovechado. La primera tiene un alcance global con la participación de las grandes potencias del mundo (Estados Unidos, China, Japón, Rusia, India, etc.), y la segunda es de ámbito regional euromediterráneo. La primera, ubicada en la Torre Glòries, se llama Organización europea Fusion for Energy (F4E). Fue creada en el año 2007, vinculada al programa internacional ITER, el mayor proyecto científico del mundo para demostrar la viabilidad de la fusión como fuente de energía. La segunda, ubicada en el Palacio de Pedralbes, es la Secretaría General de la Unión por el Mediterráneo (UpM), creada en 2008. La UpM es una organización intergubernamental constituida por 42 países de Europa (los 27 estados miembros de la UE) y de la cuenca mediterránea (15 países mediterráneos del norte de África, Oriente Próximo y el sudeste de Europa).
En contraste con los tres éxitos anteriores, en los últimos años han contemplado tres fracasos consecutivos de candidaturas barcelonesas para albergar sedes de posibles Agencias Europeas.
Los responsables de tomar las decisiones finales sobre estas otorgaron una gran importancia a criterios que no consideraban suficientemente cumplidos en el caso de Barcelona, a pesar de ser una excelente candidata por otros motivos. Se trataba, por un lado, de la estabilidad política y social del país y, por otro, de la colaboración y lealtad entre todas las administraciones promotoras de la candidatura.
El 30 de noviembre de 2017 Barcelona perdió la carrera por alcanzar la sede de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA)
El 30 de noviembre de 2017 Barcelona perdió la carrera por alcanzar la sede de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) que, debido al Brexit, tuvo que ser desalojada de Londres. Aquella Agencia se ocupaba de analizar las propuestas que le dirigían la industria farmacéutica y los grupos de investigación sobre moléculas farmacológicas susceptibles de ser autorizadas para su comercialización en el ámbito de la UE. Generaba 900 puestos de trabajo directos y más de 4.500 indirectos, y propiciaba la instalación de unas 1.500 empresas en sus alrededores. Unas 40.000 personas vinculadas al ámbito de los medicamentos visitaban su sede cada año. Habría sido una gran cosa para Barcelona la obtención de aquella sede, pues a partir de la potente industria farmacéutica catalana se habría podido construir un hub biofarmacéutico a escala europea. Competían diecinueve candidaturas y las apuestas de última hora daban por ganadoras a Barcelona o Milán. El Consejo Europeo no se decidió finalmente ni por una ni por otra, sino a favor de una tercera candidatura, la presentada por la ciudad holandesa de Ámsterdam.
En 2020 la historia se repitió y Barcelona perdió la sede del nuevo Centro Europeo de Predicciones Meteorológicas en Medio Termino (ECMWF), que se fue hacia Alemania, concretamente a la ciudad de Bonn.
A finales de septiembre de 2021, se esfumó por tercera vez consecutiva en cuatro años la posibilidad de obtener una sede. Se trataba de la Autoridad Europea de Preparación y Respuesta ante Emergencias Sanitarias (HERA), a la que Barcelona también había optado, que terminó instalándose en Bruselas.
Cuando se pregunta hoy en día en la capital comunitaria sobre las causas de estos fracasos sucesivos, la respuesta más común es que las principales causas han sido la situación política vivida en Cataluña a consecuencia del “procés” y los desacuerdos entre administraciones implicadas. Se considera que el “procés” había dado la vuelta a la imagen que en la UE se tenía de Cataluña, forjada anteriormente por una eficaz combinación de esfuerzos entre la Generalidad de Cataluña y la sociedad civil catalana.
Esta imagen positiva empezó a crearse con fuerza a partir del año 1982, cuando la Generalitat creó en Barcelona el Patronato Catalán Pro Europa, un consorcio público-privado responsabilizado de la tarea de sensibilización, información y formación en Cataluña sobre lo que entonces se llamaba Comunidad Europea o Comunidades Europeas, y sobre las implicaciones de la adhesión inminente de España a la Europa Comunitaria como miembro de pleno derecho. La actividad del Patronato fue esencial para la preparación de la sociedad catalana antes y después de la adhesión de España a la CEE, producida efectivamente en 1986.
Eran tiempos en los que las autoridades catalanas eran siempre bien recibidas en Bruselas, y en todos los niveles.
Para facilitar su labor, en 1986, el mismo año de la adhesión, se abrió una Delegación del Patronato Catalán pro Europa en Bruselas, la primera en su género en España, que con el paso del tiempo se convertiría en la representación oficial de la Generalidad de Cataluña frente a las instituciones de la UE.
El Patronato Catalán Pro Europa fue creado el 20 de julio de 1982. Era considerado la joya de la corona de las iniciativas europeístas del presidente Pujol. La Generalitat era consciente de que no tenía competencias para intervenir en el proceso de acercamiento del Estado español a Europa, pero estaba muy interesada en seguirle de cerca para influir en él. Con el Patronato encontró el instrumento y la fórmula jurídica adecuados para conseguirlo. El director del Patronato era, al mismo tiempo, director general de Adecuación a las Comunidades Europeas, adscrito al Departamento de Presidencia.
A pesar de sus migrados recursos, el Patronato desarrolló una gran actividad europeísta, siempre en colaboración con sus patronos, representantes de la sociedad civil catalana:
Universidades, Escuelas de Negocios, Diputaciones, Ayuntamientos, Cámaras de Comercio, Asociaciones Empresariales y Cajas de Ahorros. Organizó encuentros y actividades formativas como los Cursos sobre las Comunidades Europeas en colaboración con la Escuela Diplomática de Madrid; lanzó campañas de información, como “Europa, asunto joven” o sobre el nuevo impuesto sobre el valor añadido (IVA); coordinaba la acción europea de los diferentes Departamentos del Gobierno de la Generalitat; promovió la creación de un Instituto de Estudios Europeos en la Universidad Autónoma de Barcelona; creó Centros de Documentación Europea en colaboración con la Comisión Europea; realizó la actividad de seguimiento de las negociaciones de España con la Comunidad Europea; otorgó becas para realizar estudios europeos en diferentes países miembros de la Comunidad Europea; editó documentos informativos; otorgó premios a trabajos de investigación sobre asuntos europeos e internacionales; divulgó las conclusiones del Libro Blanco sobre las implicaciones para Cataluña de la adhesión de España a la CEE, el primero de su género en el Estado español; abrió la primera Delegación en Bruselas de una comunidad autónoma, etc.
El tripartito (2003-2010), sucesor de los veintitrés años de gobiernos pujolistas, introdujo cambios importantes en la política europea de la Generalitat.
Creó una Secretaría para la Unión Europea (UE), así como una Delegación del Gobierno frente a la UE, ambos adscritos en el Departamento de Presidencia. También cerró el Patronato Catalán Pro Europa en 2007, precisamente cuando éste cumplía sus veinticinco años de existencia. La justificación era esta: «Los objetivos fijados en 1982 se han cumplido, y ahora se han abierto nuevos retos, situados principalmente en la internacionalización de la sociedad catalana».
La paradoja era que, mientras se reconocía el éxito del Patronato, al mismo tiempo se le recompensaba con su cierre. Por otra parte, era indiscutible que la internacionalización era un reto, pero Cataluña ya contaba con otras instituciones prestigiosas que se dedicaban a ello, como la Casa Asia, el Instituto dedicado al Mediterráneo, el CIDOB (Centro de Información y Documentación Internacionales en Barcelona), o el Instituto de Cooperación Iberoamericana. Con el cierre del Patronato Catalán Pro Europa, Barcelona se quedaba sin una entidad europeísta, en forma de consorcio público-privado, plenamente dedicada a la UE.
En un artículo en la prensa de aquellos días se podía leer lo siguiente:
“Es bastante inquietante que se considere que ya no es necesaria ninguna institución en Barcelona en la que se encuentren administraciones, universidades y entidades económicas para promover actividades relacionadas específicamente con Europa y la Unión Europea. Si tenemos Casa Asia y el Instituto de Estudios Mediterráneos, sorprende no tener ningún organismo potente especializado en la integración europea. Curioso aquel país que premia el éxito de veinticinco años de una institución con su muerte“.
Con el cierre del Patronato Catalán Pro Europa, Barcelona se quedaba sin una entidad europeísta, en forma de consorcio público-privado, plenamente dedicada a la UE Share on X