La política es el arte de gestionar lo imprevisible, como lo muestra el hecho de que de una manera insospechada haya saltado la liebre, y de repente nos encontramos abocados a unas elecciones que pueden tener importantes consecuencias políticas.
Nos referimos a las elecciones que Ayuso ha convocado en la Comunidad de Madrid. Su carácter regional no puede hacer perder de vista el pulso que hay en la capital con el gobierno español y las repercusiones generales que tendrá el resultado.
El detonador de la bomba, sin embargo, comenzó en Murcia exactamente a las 9:45 de la mañana de ayer día 10, cuando Cs y PSOE presentaron una moción de censura conjunta para conseguir la presidencia de la Comunidad Autónoma, en manos del PP , y la alcaldía de la capital.
En Murcia hay una alianza entre el PP y Cs que ahora intenta ser radicalmente modificada. No es una decisión improvisada. Hace semanas que la dirección española del PSOE e Inés Arrimadas estaban estudiando esta posibilidad. Muy pocos, en el caso de Cs, conocían la decisión muy personal de la líder de Ciudadanos. Ni siquiera la comisión ejecutiva del partido ha sido consultada, lo que ya ha provocado aisladas reacciones, por ejemplo por parte del dirigente en la Comunidad Valenciana, Toni Cantó. Esta iniciativa, que el PSOE propicia, está dirigida a reducir el poder territorial del PP, pero ni Cs en Andalucía ni en Castilla y León, donde también forman gobierno con los populares, siguen el camino murciano. Sin embargo, el PSOE ha presentado una moción de censura en el Parlamento castellano leones que no tendrá recorrido.
Pero la gran sorpresa, el factor que le da una dimensión española, ha sido la rápida reacción de Ayuso acordada con Pablo Casado, disolviendo el Parlamento y convocando elecciones para el 4 de mayo, sólo 2 horas más tarde del gople de mano murciano. Esta maniobra arriesgada ha cogido totalmente por sorpresa a la oposición madrileña, socialistas y Más Madrid, sobre todo, quienes intentan detenerla presentando una moción de censura. Intentan aprovechar el aparente o real agujero legal que hay en la normativa, que establece que el decreto de disolución se publica el día siguiente del día en que es aprobado, y que, por otra parte, cuando se presenta una moción de censura el presidente pierde la capacidad de convocar elecciones.
Lo que han hecho el PSOE y Más Madrid, como mecanismo de defensa a la convocatoria, es presentar un voto de censura aprovechando el margen de tiempo que hay entre la firma del decreto de disolución del parlamento y su publicación oficial, intentando impedir así las elecciones. La cuestión acabará en los tribunales, aunque la interpretación de los juristas es mayoritaria y parece de sentido común que el decreto de disolución es efectivo a partir del momento en que se firma, porque de otro modo la facultad de convocar elecciones, que es una de las más importantes que tienen los presidentes de las CCAA, estaría siempre condicionada por una mano de presentar el voto de censura antes de su publicación. De hecho esta instrumentación está pensada para una situación inversa: cuando se presenta la censura, que el presidente no pueda desvirtuar convocando elecciones. Pero este no es el caso.
Todas las espadas están en el aire, pero si la operación de Ayuso sale bien y mejora sus resultados electorales, y el PSOE y Podemos quedan malheridos, habrá entrado en una nueva fase política. Y a la inversa, si el PP falla electoralmente y traslos pésimos resultados de Cataluña, la posición de Casado sería insostenible y la crisis del primer partido de la oposición estaría servida.
Esta maniobra arriesgada ha cogido totalmente por sorpresa la oposición madrileña, socialistas y Más Madrid, sobre todo, que intentan detenerla presentando una moción de censura Share on X