La victoria de los partidos independentistas en las pasadas elecciones se ha visto que no conducía a una fácil solución con respecto a la formación del gobierno, al tiempo que las malas noticias han acompañado los primeros compases de esta marcha. La derrota en el Parlamento Europeo de Puigdemont y los otros diputados independentistas sobre los que pesa la amenaza de extradición, si bien en el ámbito de la Comisión que juzga sobre su inmunidad, es una mala noticia porque anticipa la votación del plenario que se producirá el 8 de marzo . La cuestión tiene una clara lectura política: el Parlamento no está para dar facilidades al independentismo catalán, y como esta era la posición patente de la Comisión y del Consejo, es evidente que hay un alto grado de incompatibilidad entre el independentismo catalán y Europa. Es una barrera formidable.
A escala local, la clara derrota del candidato de la ANC a la presidencia de la PIMEC, Pedro Barrios, ha sido un indicador de que los tiempos no son propicios para este tipo de acciones en el seno de la sociedad catalana. La victoria en la Cámara de Comercio hizo pensar que se podía repetir ahora la operación en la PIMEC, sin tener en cuenta las grandes diferencias entre las dos organizaciones, la segunda con grupos mucho más vinculados y el factor sorpresa, que ahora no era posible. Las quejas de Eines de Pimec, la candidatura de Barrios, pera la organización de las elecciones, no quita que el triunfo de Antoni Cañete, el hasta ahora secretario general, haya sido incuestionable. Tanto, que el mismo Barrios hacía unas insólitas declaraciones apenas al inicio de la votación dando por descontada su clara derrota.
Las bullangas de Barcelona y Vic y otras ciudades de Cataluña han complicado el proceso negociador porque obligan a seguir una vez más el imperativo de la CUP, que pide un nuevo modelo policial sin precisar qué significa esto, más allá de quitarles el último recurso que les queda a los Mossos para evitar el cuerpo a cuerpo, como son los proyectiles de foam.
La reunión que se llevó a cabo este martes entre ERC y la CUP en esta dirección no hace más que alentar el malestar dentro de la policía. El resultado es que, si antes de empezar había tres problemas clave, el relacionado con la salud, encadenado al bajo ritmo de vacunación y el insuficiente control de la pandemia, junto con la transformación de la crisis económica ocasionada por el coronavirus en crisis estructurales, y los fondos Next Generation, que nadie conoce qué destino tendrán en el caso catalán, a todo esto que es vital y que cada uno de ellos ya define una situación crítica, se añadirá ahora la crisis del orden público en un país y una ciudad como Barcelona que encabeza muchos problemas en este sentido. Y no sólo de disturbios en la calle, sino de naturaleza delictiva, como cultivo y tráfico de marihuana, la localización de la gran delincuencia y la concentración de un número muy elevado de grupos sospechosos de yihadismo de toda España.
Las negociaciones entre JxCat y ERC, que son las decisivas y que también se produjeron ayer, presentan en primera instancia dos paradigmas incompatibles que, por un lado, deberán inclinar si quieren gobernar juntos. ERC plantea centrar estos 4 años de gobierno en la negociación para el referéndum y la amnistía. Mientras que JxCat pregunta con buena lógica hasta cuando deberán estar negociando hasta decidirse a emprender la vía unilateral, porque es evidente que a estas alturas un referéndum de autodeterminación es políticamente inviable, y formalmente largo y complejo de resolver porque exige una modificación constitucional y el correspondiente referéndum para aprobarlo en toda España.