China encabeza el acuerdo de libre comercio más grande del mundo formado por quince países de la región Asia-Pacífico

Se acaba de crear la Asociación Económica Integral Regional (AEIRI) o RCEP en siglas inglesas (Regional Comprehensive Economic Partnership). Se trata del acuerdo de libre comercio más grande del mundo. Su firma tuvo lugar el 15 de noviembre en Vietnam, después de ocho años de negociaciones. El acuerdo agrupa quince países: los diez miembros de la ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste asiático) (Birmania, Laos, Tailandia, Camboya, Malasia, Singapur, Vietnam, Filipinas, Brunei e Indonesia) más cinco estados de la región: Japón, China, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda. Por primera vez, los tres grandes actores económicos de la región Asia-Pacífico -China, Corea del Sur y Japón estarán unidos por un tratado multilateral único. Para que entre en vigor, el RCEP deberá ser ratificado por al menos seis países de los diez que conforman la ASEAN y por tres de los cinco socios externos, un proceso que puede durar meses.

El acuerdo representa cerca de un 30 por ciento del comercio mundial, con un mercado de 2.200 millones de personas, y agrupa un tercio de la población del planeta en la región que más crece del mundo en estos momentos. La riqueza producida por los países firmantes es de unos 23 billones de euros, más de un cuarto del PIB mundial (unos ochenta billones de euros).

El objetivo es conseguir una apertura de los intercambios comerciales y por ello se prevé la eliminación de un 90 por ciento de las barreras arancelarias entre los quince países fundadores. Aborda temas concretos como economía digital, propiedad intelectual y uniformización de reglas administrativas. Un 65 por ciento de los servicios se verán libres de restricciones comerciales y los extranjeros podrán adquirir más participaciones.

Esta iniciativa se puede percibir como una respuesta a las dificultades de la pandemia. Así lo ha reconocido, por ejemplo, el primer ministro de Vietnam, Nguyen Xuan Phuc, al declarar lo siguiente: «El acuerdo contribuirá a desarrollar las cadenas de valor destruidas por la Covid-19 y a sostener la recuperación económica».

Pero, sobre todo, es una iniciativa que significa una reacción contra el aislacionismo de Estados Unidos, que bajo la presidencia de Trump ha abandonado otro tratado comercial de gran importancia en la misma región del mundo, que unía las dos orillas del Pacífico, la asiática y la americana: el Trans-Pacific  Partnership  (TPP). La retirada estadounidense del TPP ha dejado de facto el terreno libre para que China extienda su liderazgo e intensifique una globalización regional, ya que el RCEP es el primer tratado multilateral al que Pekín se añade. El TPP se ha acabado creando, de todos modos, sin Estados Unidos y bajo el liderazgo de Japón con el nombre de Comprehensive and Progressive Agreement for Trans – Pacific Partnership (CPATPP) . El nuevo TPP incluye los siguientes países: Japón, Australia, Brunei, Canadá, Chile, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam. El TPP era la pieza central del programa strategy pívot to Asia del presidente Obama (nueva orientación de la política exterior norteamericana que tenía Asia como prioridad). Sin la retirada de Estados Unidos del año 2017, el TPP habría supuesto el acuerdo de libre comercio más grande del mundo, cubriendo un 40 por ciento del PIB mundial.

El nuevo tratado regional consolida las ambiciones geopolíticas regionales más amplias de China, alrededor de «las nuevas rutas de la seda», y ayudará a China a reducir su dependencia de los mercados y de la tecnología occidental, un movimiento acelerado por la creciente fractura con Washington durante los cuatro años de mandato presidencial de Trump. El nuevo tratado es un indicio de que la globalización industrial había ido demasiado lejos y que ahora es cuestión de ir hacia una fórmula intermedia de regionalización de tipo regional.

Pekín ha aprovechado la presentación del nuevo tratado regional para presentar su país como «campeón de la globalización» y de la «cooperación multilateral», obviando los problemas políticos y sociales de democracia interna en su territorio.

La India es la gran potencia asiática ausente del acuerdo. Esto es particularmente importante si se piensa que el crecimiento económico regional más grande del mundo se va trasladando rápidamente desde la región Asia-Pacífico hacia la región Indo-Pacífico, con el estrecho de Malaca como centro de gravedad. La India se había añadido inicialmente, pero decidió dar marcha atrás, aunque se le deja la puerta abierta para cuando cambie de opinión. Delhi teme, con su posible acceso al nuevo acuerdo, que su país se vea inundado de productos más baratos, provenientes principalmente de China, pero también, por ejemplo, de leche y quesos provenientes de Australia y Nueva Zelanda. La economía india tradicionalmente tutela su sector agrícola, formado por pequeñas empresas, y tiene en general un régimen comercial bastante proteccionista.

En el RCEP, además de obviar los posibles problemas de democracia interna de sus países miembros, tampoco se hace referencia a los derechos laborales y el respeto al medio ambiente, dos cuestiones difíciles para muchas economías emergentes en el área.

Aunque los líderes chinos no presumen abiertamente de que el RCEP sea una victoria china sobre los Estados Unidos, la firma del tratado confirma la idea de que Pekín lidera los flujos de integración económica regional en unos momentos en que muchos estados focalizan la integración económica en el multilateralismo. China es el líder comercial de la región y el primer donante en países pobres como Camboya. Ahora puede presentarse como el líder protector del libre comercio regional, y ha conseguido que algunos aliados claves de Estados Unidos en la región, como Japón o Australia, hayan entrado en el RCEP.

No hay duda, por tanto, de que para China el RCEP es una victoria geopolítica. China aspira a ser el primer motor económico regional, sobre todo después de la retirada de Estados Unidos del TPP.

ASEAN también puede clamar victoria. Sus líderes pueden presumir de que el RCEP une más fuertemente el grupo de diez países que conforman aquella Asociación regional.

Bruselas está analizando actualmente los impactos de la creación del RCEP sobre la UE. En primer lugar, se constata el  gran éxito diplomático de China y su victoria tanto geopolítica como económica . El acuerdo confirma que China está en el camino de convertirse en el principal actor comercial de la región Asia-Pacífico, tras la retirada de Estados Unidos del TPP en 2017 y el fracaso consecuente de la política asiática que había diseñado Obama.

El RCEP podría terminar inclinando el péndulo de la producción manufacturera mundial hacia Asia. Las cadenas de suministro de Europa en la región se verán afectadas. Países como Japón podrán diversificar mejor su oferta productiva a través de las nuevas cadenas de valor regional que posibilita el nuevo acuerdo.

El acuerdo también va en contra de las ambiciones de la UE de ser un global rule-maker  (creador de normas técnicas y estándares de producción globales). Hacen a Europa menos competitiva en una región líder de crecimiento mundial. Los estándares europeos irán a menos en la región Asia-Pacífico.

En virtud del olvido que hace el RCEP de exigencias democráticas en materia laboral y medio ambiente, Europa aparece cada vez más aislada en materia de tratados comerciales éticos.

Un punto débil del RCEP consiste en que no es un acuerdo de libre comercio completo. Esto hace que no se espera que genere un aumento muy grande del comercio interregional. Por otra parte, la ausencia de la India del acuerdo es otro factor perturbador. Su retirada fue un duro golpe para los organizadores, ya que la India es la quinta economía del mundo y su mercado crece rápidamente.

Ante la asertividad de China, Bruselas querría resucitar el TTIP ( Transatlantic Trade and Investment Partnership ), el otro proyecto de gran tratado de libre comercio regional entre la UE y Estados Unidos que Trump torpedeó, así como el TPP. El TTIP era un proyecto prioritario para la UE. Representaba el 60 por ciento del PIB mundial, el 33 por ciento del comercio en bienes y el 42 por ciento del comercio en servicios. Hubiera sido el mayor acuerdo de libre comercio de la historia. La reanudación de contactos al respecto entre los nuevos responsables de comercio de la administración Biden y Bruselas podría ser inminente.

Es muy significativo que el europarlamentario alemán Manfred Weber, líder del Partido Popular Europeo (PPE), mayoritario en el Parlamento Europeo, y político muy cercano a la cancillera Merkel, haya declarado recientemente lo siguiente: «El RCEP debe impulsar Europa y Estados Unidos a unir fuerzas contra la influencia creciente de China en el mundo. Una buena manera de conseguirlo sería retomar la gran iniciativa comercial transatlántica que boicoteó Donald Trump: la adopción de un gran acuerdo comercial entre la UE y Estados Unidos «.

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