El pasado mes de noviembre los empleados que realmente trabajaron fueron inferiores a los de los meses de octubre y a pesar de este hecho la afiliación ha crecido en 32.000 cotizantes, y al mismo tiempo el paro lo ha hecho en 25.000 hasta llegar a 3,8 millones de parados y anotar la mayor subida desde 2012.
De esta manera se han encadenado 8 meses consecutivos de aumentos interanuales de desempleo superiores al 20%. Un hecho que deberíamos remontarnos a 2010, en plena crisis económica, para encontrar una equiparación. Y es que con los datos sobre las cotizaciones de la Seguridad Social no se tienen en cuenta los efectos de los ERTE, es decir las personas que han dejado de trabajar que cobran una parte de su salario y que continúan dadas de alta en la Seguridad social. Son trabajadores inactivos que en el registros estadísticos aparecen como cotizantes, y este hecho es el que puede desvirtuar la realidad. Sus salarios son pagados básicamente por el estado y mientras esta situación continúe dispondremos de una cifra de afiliación y de ocupados superior a la que realmente está trabajando. Y no es una cifra pequeña, es prácticamente 747.000 personas.
Es evidente que una parte de estos ERTE se transformarán en EROS, es decir en expedientes de regulación de empleo, pasarán a engrosar el paro en función de la magnitud que tenga esta variable. Es evidente que el escenario será muy diferente. Cuántas de las empresas y autónomos que tienen trabajadores en el ERTE volverán a la actividad? Esta es la cuestión, la gran incógnita para los meses que vienen y su resolución choca con dos exigencias hasta cierto punto contradictorias. De una parte que el estado continúe financiando estas personas, de otra que esta financiación más el sistema de créditos a la empresa, no de lugar a la proliferación de empresas «zombies»; aquellas que realmente están en pérdidas irrecuperables, que no tienen viabilidad y que se mantienen por la respiración artificial que les inyectan los recursos del estado.
Esta incertidumbre sobre el futuro tiene su expresión en las previsiones sobre el PIB del último trimestre del año. El gobierno sostiene a través de la vicepresidenta Nadia Calviño que el signo será positivo. Coincide con esta apreciación el BBVA Research, pero discrepan de él FUNCAS, que mantiene una estimación negativa del 5% así como CaixaBank Research que también considera que habrá un resultado negativo. La respuesta la tendremos aquí no demasiado semanas y podremos constatar si el descenso de este año ha sido terrible o simplemente mala.