El más singular de entre todos los ministros es sin duda el de Universidades, Manuel Castells que, por medio de sus artículos semanales en La Vanguardia, opina sobre lo opinable, mientras que permanece en la incertidumbre cómo se concibe el curso universitario para el próximo año y, en sus escasas comparecencias, envía mensajes cuanto menos desconcertantes.

Por si todo esto fuera poco, ahora lo ha acabado de redondear firmando un manifiesto europeo impulsado por la comunidad de San Egidio y firmado por 21 personalidades encabezadas por Andrea Riccardi, fundador de esta comunidad cristiana. Entre los firmantes hay personas tan destacadas como Romano Prodi, ex primer ministro italiano, Felipe González, ex presidente del Gobierno, y Jürgen Habermas, el conocido filósofo alemán. Como decimos, este manifiesto también lo firma Manuel Castells, que es el único ministro en ejercicio que lo hace. Cabe recordar que los ministros no actúan sólo de acuerdo con su criterio, sino que están sometidos a la responsabilidad colectiva del Consejo de Ministros y bajo la dirección del presidente del gobierno.

Lo más interesante de todo es que este manifiesto «Sin ancianos no hay futuro» es una crítica a la forma como ha sido tratada la gente mayor en esta crisis, una descalificación que «el estado de necesidad» legitime la posibilidad de discriminar una vida por razón de edad. En otras palabras, es una crítica a lo que ha sucedido en varios países y de forma particularmente intensa en España, donde se ha practicado el cribado y se ha disuadido a los ancianos de las residencias a poder acceder a los hospitales, al tiempo que no recibían la atención médica adecuada por parte de los servicios que se trasladaban a estos centros.

Es el país donde se han dado instrucciones por escrito de cómo argumentar que no es conveniente el traslado al hospital y que las personas mayores de 75 años no tenían que acceder a los respiraderos. Los datos sobre la ínfima presencia de personas de más de 70 años en la UCI resumen la discriminación a la que han sido sometidos.

Castells se comporta como una partícula cuántica y esto le permite ocupar dos posiciones simultáneamente. Por un lado, forma parte del gobierno que a través del mando único y el estado de alarma se ha responsabilizado de todo este desastre, al tiempo que puede firmar un manifiesto a escala europea criticando este procedimiento del gobierno como si él no tuviera nada que ver con él.

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Está claro que los promotores del manifiesto también tienen una parte de responsabilidad porque admitiendo su presencia, aceptan una actitud tan cínica que debilita la reivindicación de un texto y de unas personas, que por otra parte sólo merecen que reconocimiento.

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