Nuestro gobierno catalán ha hecho un pésimo papel ante la pandemia. Lo constatan los hechos y lo formaliza una vía oficial, el informe del Consejo Asesor de Salud de la Generalitat publicado este mes de mayo.
Este texto subraya la falta de previsión de la administración en el drama vivido en las residencias. Denuncia la falta de coordinación entre el sistema social y sanitario, por cuya causa cientos de ancianos han sufrido una insuficiencia grave en la atención. El resultado es que de las 10.785 personas que han muerto en Cataluña de coronavirus, 3.155 lo hicieron en residencias de ancianos. Casi una de cada tres. Es una brutalidad, cuya responsabilidad ha de ser exigida a todos los niveles.
El informe también se manifiesta crítico con la falta de protección a los profesionales, la gestión de los stocks esenciales, incluidos los respiradores y la falta de canales seguros de compra. Precisamente la falta de respiradores ha sido uno de los puntos trágicos de la pandemia, que ha afectado sobre todo a la gente mayor de 75 años. El informe no profundiza en las consecuencias, pero disponemos de datos oficiales para hacerlo: sólo el 1,68% de los ingresados en los hospitales de más de 70 años accedieron a la UCI, cifra que se redujo hasta el 0,68%, para los mayores de 80 años (datos hasta el 23 de abril).
En realidad, el gobierno Torra, que lidera el independentismo, ha sido la única administración que se ha atrevido a formalizar el triaje por edad, en el documento de la Generalitat “Recomendaciones para el apoyo a las decisiones de limitación de esfuerzo terapéutico (LET) para pacientes con sospecha de Covid-19 e insuficiencia respiratoria aguda” (24 marzo 2020). En él se especifica que la persona de más de 75 años, “Recibirá sólo oxigenoterapia con mascarilla reservorio de alta concentración tipo Monaghan®”, y se descarta el último recurso del respirador. El texto también se entretiene en explicar como actuar para no trasladar un enfermo de una residencia al hospital: será desalentado a ser trasladado, si bien se debe “plantear la limitación como un bien para el paciente” y no mencionar que “no hay camas para todos “.
Pero en el debe del gobierno de la Generalitat hay más y peor. En la fase más aguda de la crisis existían en España más de 2.000 camas UCI sin utilizar, según la Alianza de la Sanidad Privada Española (ASPE), pero cuando aquí, las UCI y uso de los respiradores quedaron desbordados, se prefirió el descarte de los ancianos antes que acudir a una distribución de enfermos graves en otros territorios que tenían camas disponibles. Todo esto exige una rendición de cuentas.
El informe del Consejo Asesor de Salud también se refiere a “la inhumanidad que se cometió al prohibir que se pudiera acompañar a la persona que se moría, condenada a la soledad al final de su vida con independencia de su voluntad”
Podríamos citar más hechos lamentables, como el abandono irresponsable de los Mossos de Esquadra con 1500 agentes confinados por faltas de test, el escaso número de pruebas de contagio a la población, o el fiasco en cosas tan sencillas como el reparto de mascarillas. Y volviendo todavía más la vista atrás, el desastre del confinamiento de Igualada y la Conca d’Odena el 12 de marzo, hecho de manera improvisada, sin considerar que uno de los focos principales era el propio Hospital Comarcal. Los dejaron durante semanas aislados y sin medios, con el resultado de convertirse una de las zonas de Europa con mayor mortalidad por habitante.
Nuestro gobierno catalán ha hecho un pésimo papel ante la pandemia Share on XUna breve cronología evidencia la calidad de estos responsables. El 30 de enero la Organización Mundial de la Salud declara la emergencia por coronavirus. El 29 de febrero se produce la concentración en Perpiñán, que reunió a decenas de miles de personas. Claro que antes, el 24 de febrero. Joan Guix, principal responsable de la materia en el Departamento de Salud señala “Nosotros podemos identificar 2, 3 o 4 casos. Pero es la gripe nuestro principal problema en estos momentos” Algo en lo que insiste el ¡9 de marzo ¡. El 6 de marzo. Chakir el Honran, consejero de Trabajo y Bienestar, declara: “Sobre las residencias se puede estar perfectamente tranquilos”, El 15 la consejera Alba Vergés afirma: “En ningún caso nos encontramos en una situación como la que pueda darse en Italia” (hace tiempo que la hemos superado) y añade “Tenemos casos importados, pero no existe transmisión local. Estamos absolutamente preparados para detener rápidamente cualquier caso y tratarlo también con rapidez”, y lo redondea: las mascarillas “No aportan nada de seguridad”.
Inhumanidad, actitudes de presuntuosa incompetencia esto es lo que nos ha ofrecido el gobierno independentista, como ejemplo de lo que sabe hacer.
Por todo esto resulta tan demagógico e irresponsable, tan dañino para los propios catalanes, tanto que asusta y alarma, las declaraciones de Meritxell Budó, Consellera de Presidencia, que daba carta de naturaleza al “España nos mata” al declarar que en una Cataluña independiente probablemente “no habría habido ni tantos muertos, ni tantos infectados “. Poco después, lo reiteraba el presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona Joan Canadell: «España es paro y muerte; Cataluña es vida y futuro«. En realidad, los hechos demuestran que, en sus manos, lo que consiguen es un desastre presuntuosamente mortal.
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