14F: unas elecciones extrañas. Crecen los huérfanos electorales

Las elecciones al Parlamento de Cataluña del mes de febrero se presentan de una manera extraña y no sólo por la pandemia y el riesgo que significa, sino por las características del escenario político.

Cada día que pasa aumenta el número de catalanes que se declaran indecisos porque no saben a quién dar su voto. Son los huérfanos electorales, que van creciendo y que en una parte importante acabará haciendo aumentar la abstención . Habrá que medirse con mucho cuidado porque en esta ocasión su dimensión tendrá un profundo significado político, dada la sensación de la orfandad que se extiende.

No es para menos. El gobierno catalán (es un decir) parece empeñado en demostrar su incapacidad a tres meses de las elecciones. Los 55 muertos en la residencia de Tremp son un pestillo difícil de borrar para todo el gobierno, especialmente para las áreas gestionadas por ERC. Y en concreto para la consejera Alba Vergés. En un orden muy diferente de esta tragedia, pero también demostrativo de la falta de capacidad, está el asunto de la gratuidad del 061, la línea telefónica del CatSalut, hace dos meses se afirmó que sería gratuita porque no tiene ningún sentido hacer pagar por un servicio necesario. La resolución de este asunto correspondía al vicepresidente y responsable económico, Pedro Aragonés. Y ahora constata que no se puede llevar a cabo. Hay varias razones, pero una sobresale entre todas las demás. El coste de asumir esta gratuidad es mucho mayor que la previsión que el mismo Aragonés hizo. La pregunta es evidente: ¿si no son ni capaces de calcular cuánto cuesta pagar el servicio de 061, como se puede pensar que puedan gestionar bien el Presupuesto de la Generalitat, la pandemia, los fondos europeos para la reconstrucción, las cuestiones realmente complejas … ? El papel lo soporta todo, pero es muy difícil creer que ERC se pueda presentar ahora como un partido de gestión.

Los partidos catalanistas, La Lliga, Lliures, Units, que tenían que construir una alternativa al independentismo a estas alturas están literalmente desaparecidos de la vida pública. Ninguna actividad, ningún proyecto, nada. Todo parece cerrado en un entorno de negociación para ir a la lista con el PSC. Con estas perspectivas es difícil que estas organizaciones puedan acabar significando una alternativa de futuro, tal y como en principio se podía presuponer. Sin duda, contribuye a la orfandad electoral.

Y es que el PSC hoy lleva una gran mochila que arrastra conflictos, contradicciones y sobre todo carga a la espalda a Colau y a Iglesias, de los que no se puede separar por necesidad electoral. Pactar con el socialismo hoy en día es también pactar con estas dos personalidades políticas y sus respectivas organizaciones por vía interpuesta, y esto para muchos es demasiado.

El PNC es el que todavía manifiesta iniciativas y lleva a cabo una cierta actividad pública. Su web www.aixecat.cat , que recoge iniciativas de propuestas programáticas y las presenta para el debate, es una buena práctica y recoge propuestas interesantes. Su principal limitación es que su entorno, el alcance de la propuesta, es limitado. Posiblemente por esta limitación Marta Pascal insistió sin éxito una y otra vez en pactar con el PDeCAT, en una alianza que parecía lógica. Al final, si van por separado, es muy difícil que ninguno de los dos obtenga representación.

Cada vez es más evidente que todos estos partidos, que tienen más puntos en común que diferencias reales, han dejado pasar la ocasión de formar una amplia alianza que sí que habría despertado expectativas y habría conseguido un buen resultado. Seguramente ha faltado presión de la misma sociedad civil y de los liderazgos económicos para que esta coalición se llevara a cabo, y este puede ser un error más a añadir a los muchos ya cometidos por grupos dirigentes, los líderes sociales de la sociedad civil catalana. Un hecho que en sí mismo ya es todo un síntoma de la situación.

El manual te dice que los partidos de izquierda y extrema izquierda sobre todo tienen tendencia a desmenuzarse en pequeñas opciones en busca de una pretendida «pureza» política que nadie tiene, pureza de sus ideas, prudencia de sus procedencias, y que esto siempre las ha debilitado. Pues bien, ahora este mal gauxista es el que sufre el amplio espacio del catalanismo político.

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