La China actual es el laboratorio de gobernanza más grande del siglo XXI. Su modelo económico, social y político es cada vez más imitado en todo el mundo y admirado en las Naciones Unidas. En diversos ámbitos las iniciativas chinas rebasan las innovaciones más recientes venidas de los Estados Unidos.
Se podría hablar de los increíbles avances que China ha hecho para convertirse en líder mundial en telecomunicaciones (caso de la 5G) y en movilidad eléctrica. En el ámbito político, el sistema de crédito social es la otra cara de la misma moneda.
En cada uno de estos casos, Beijing ha sabido combinar de forma extraordinaria las partes más ventajosas de dos mundos que, desde la Guerra Fría, parecían diametralmente opuestos.
Inspirándose en el mundo liberal occidental, China comunista se ha incorporado en la economía libre-cambista, ha invertido masivamente en educación superior y ha dejado vía (más o menos) libre a la iniciativa y propiedad individuales.
Al mismo tiempo, sin embargo, nunca ha abandonado el modelo de planificación maoísta que se remonta hasta los inicios de la Unión Soviética y tiene como fundamentos la visión de largo plazo , la movilización masiva de recursos y el asentimiento total de la población .
Quizá China no ha combinado nunca tan bien estas dos poderosas fuerzas como en su nueva moneda digital, el yuan digital, oficialmente renminbi digital. Su principio es extremadamente sencillo: se trata de una moneda emitida y regulada por el Banco Central chino, y así pues tiene un estatus de curso legal garantizado por el estado.
De entrada, el yuan digital presenta una seguridad infinitamente superior para su portador respecto a las criptodivisas occidentales como el Bitcoin, que se basan precisamente en su independencia de todo poder público y se parecen más, en este sentido, a activos bursátiles.
En cambio, ningún comerciante puede rechazar un pago hecho en yuans digitales, a diferencia de otros medios como las tarjetas de crédito, o más importante, las criptomonedas independientes.
El hecho de que la moneda digital esté gestionada por el Banco Central permite también seguir cada uno de los pagos. Toda transacción hecha con yuans digitales estará pues sometida al escrutinio estatal.
Si su uso se convirtiera en obligatorio, como todo parece indicar, se podría potencialmente erradicar la economía sumergida, la corrupción y el comercio ilegal, incluyendo el tráfico de sustancias prohibidas, como drogas.
Se podría decir que China ha girado la tortilla: ante criptomonedas que se basan en una narrativa libertaria, Pekín propone otra basada en el principio exactamente opuesto, de control social.
Con el yuan digital China espera de hecho reforzar su vigilancia sobre la industria privada de Fintech y pagos electrónicos, que se ha convertido en la más importante del mundo y está dominada por dos empresas privadas, Tencent y Ant Group, filial de Alibaba.
Este año China ha iniciado la fase de pruebas sobre el terreno de su nueva moneda digital, y espera empezar tests a escala de ciudades enteras antes de que acabe el año. El objetivo es generalizar el sistema de cara a los Juegos Olímpicos de invierno de finales de 2022.
Según ha podido saber el Financial Times, el yuan digital sería compatible con la mayoría de smartphones y permitiría incluso hacer transacciones cuando no hay cobertura , gracias a un sistema de conectividad cercana parecida a Bluetooth .
«Los responsables políticos chinos son de lejos los más vanguardistas a la hora de pensar en términos de divisas digitales», confirmó al Financial Times un banquero de renombre especializado en los mercados asiáticos.
Mientras tanto, en Europa, Alemania ya ha pedido al Banco Central Europeo sacar adelante un proyecto de euro digital. En plena pandemia de la Covid-19, la presión para reducir la dependencia del dinero en efectivo se ha incrementado de forma notable.