La desdicha de Cataluña desde el momento en que los que pilotaban CDC decidieron hacer tabla rasa, romper virulentamente con Unió y tomar el camino del independentismo tiene ya una dimensión histórica. Pesará como una de esas derrotas cuando, de vez en cuando, los catalanes destruimos nuestras buenas trayectorias con una vuelta catastrófica. Nada ni nadie que represente tal cosa puede tener reconocimiento y espacio político, y menos cuando nadie ha entonado el mas mínimo mea culpa. Y que se entienda. No se para que decidieron que el camino era la independencia; muchos escoceses hace años que lo han decidido y el país funciona bien. Son las razones oportunistas de por qué lo decidieron, la mentira que construyeron con «las pantallas pesadas» y la independencia a 18 meses, la falta de preparación en que, año tras año, abordaron el proceso, la falta de madurez y personas preparadas para gobernar, el partidismo que lo devora. De todo esto sí que son culpables; no de la idea.

Será también la confirmación de que ni siquiera en interés propio, ERC necesitaba las elecciones y JxCat ya las veía mucho más claras. Han sido capaces de embridar la pandemia y poder hacer unas elecciones en situación mínimamente controlada.

Si el nuevo escenario se confirma, el principal perdedor, no el único, será Illa y el PSC. Al ministro de Sanidad le habrán dejado sin escalera y colgado de la brocha, y toda la cuidadosa estrategia del PSC habrá ido a pique. Porque no únicamente esfumará el efecto Illa, sino que por muy de perfil que se ponga deberá aguantar ante el ministerio la tercera ola y el doble desgaste que conlleva este hecho, ligado al de ser un candidato electoral. A Sánchez se le agotan los plazos. La mesa de negociación, las ofertas para Cataluña, los indultos y la situación de los presos, son cuestiones que no puede retrasarse más, igual que ERC no puede silenciar más las exigencias comprometidas.

ERC tiene todos los números de ser otro perjudicado porque tiene toda la carne en el asador de un gobierno inútil, con consejeros y consejeras perfectamente chamuscados. Es muy difícil que puedan dar una imagen de gente capacitada los mismos responsables de los desastres, por mucho que multipliquen las declaraciones.

JxCat no da ninguna baza al gobierno. Puede ser una ventaja y un inconveniente. Nada para exhibir en buenos resultados, muchos incentivos para hacer oposición.

A Cs todo lo que no sea ir a elecciones a bodas le invitan, y al PP, que seguramente le conviene más ahora, tampoco se le abre ninguna tragedia.

A PDECAT y PNV les otorga la posibilidad de rectificar y una vez constatadas sus pocas perspectivas pueden llegar a un acuerdo, mientras que los partidos como la Lliga y Lliures, que en tantos meses no han podido construir una alternativa, parece improbable que lo hagan ahora.

Unidos queda comprometido con la trayectoria socialista y acentúa su imagen de subalterno sin más interés.

Todo ello, lo que decíamos al inicio: desdicha

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