¿Qué implica enviar vehículos blindados de ataque a Ucrania?

Durante las primeras semanas de la ofensiva rusa contra Ucrania, las armas ligeras, y especialmente anti-tanque, enviadas por los países occidentales jugaron un papel importante para frenar el avance de los atacantes.

Desde entonces, Europa y Estados Unidos han ido progresivamente incrementando la cantidad pero sobre todo la categoría de sus suministros armamentísticos en Kiev. Esto ha sido sobre todo cierto a partir del momento en que Ucrania pasó a la ofensiva, a mediados del pasado verano.

Sin embargo, desde hace meses las fuerzas ucranianas parecen haber perdido al menos parte del ímpetu que demostraron tener durante la campaña estival.

Una de las razones de este fenómeno, además de la experiencia de sus propios errores acumulados por los rusos, podría ser la falta de vehículos blindados de ataque.

Tal y como los datos recopilados por expertos militares como el español Yago Rodríguez demuestran, Kiev llevaba ya en diciembre pasado varios meses perdiendo cantidades importantes de material pesado, particularmente difícil de sustituir.

Sin las capacidades productivas pesadas que sí cuenta Rusia, Ucrania es totalmente dependiente del soporte material que le brinda Occidente para hacer retroceder al invasor hasta sus fronteras.

Y es que si bien las armas ligeras pueden resultar suficientes para detener el avance del enemigo, los vehículos blindados pesados, y más particularmente los de dos categorías bien diferenciadas, siguen resultando claves en la guerra moderna para ganar terreno.

Dicho de otro modo, sin material móvil pesado, Ucrania nunca podrá desalojar a las fuerzas rusas del territorio que todavía ocupan el país.

Estas dos categorías son los  carros de combate (o “tanques” en el lenguaje coloquial) y los  vehículos de combate de infantería.

Los primeros se distinguen por su mayor peso, están equipados de orugas para soportar mejor su peso y garantizar la maniobrabilidad todoterreno, y tienen como arma principal un potente cañón. Su misión es penetrar en las defensas enemigas gracias a su rapidez, potencia de fuego y elevada protección. En Europa el modelo de tanque más común es el Leopardo 2 alemán.

Los segundos, los vehículos de combate de infantería, tienen como principal misión transportar y ayudar a los soldados que combaten a pie. Suelen ser más ligeros y más rápidos que los tanques, y estar equipados de orugas o ruedas. Por último, disponen de sistemas de armamento de calibre más pequeño, diseñados para ofrecer soporte a la infantería. Su representante en España es el Pizarro .

Por tanto, tanques y vehículos de combate de infantería constituyen una combinación clave para llevar a cabo una ofensiva exitosa contra otro ejército, en lo que constituye la guerra convencional (la que enfrenta a dos o más estados, a diferencia de un conflicto asimétrico que suele enfrentar un estado y un grupo insurgente).

Desde esa perspectiva, pues, no debería extrañar la presión que el presidente ucraniano Volodymir Zelenski ejerce para que sus aliados europeos y estadounidenses le envíen material pesado.

Numerosos países han acabado por responder favorablemente: Estados Unidos ha anunciado el envío de 50 vehículos de combate de infantería M2 Bradley, Reino Unido 10 unidades de su tanque Challenger 2 y Francia un número indeterminado de vehículos de reconocimiento AMX-10, dotados de un cañón que se parece en potencia al que montan los tanques.

Por otra parte, Alemania ha prometido 40 unidades del vehículo de combate de infantería Marder. Además, Berlín está en el punto de mira para enviar a sus famosos Leopard 2, algo que Polonia ya ha declarado estar dispuesta a hacer.

La primera consecuencia del suministro de estos vehículos en Ucrania parece ser política

Hasta ahora, el envío de verdaderos tanques como el Leopard o el Challenger ha sido un tabú por la escalada que supone hacia Rusia. Efectivamente, una cosa es enviar armas eminentemente defensivas, como los misiles anti-tanque, y otra bien distinta, armas de naturaleza ofensiva. Entre estas, el tanque sigue siendo visto como el “arma suprema” por los militares.

Así pues, la primera consecuencia del suministro de estos vehículos a Ucrania parece ser política y desencadenar represalias por parte de Moscú.

La cuestión es especialmente delicada si se tiene en cuenta que los vehículos occidentales podrían potencialmente ser desplegados para la reconquista de áreas como Crimea, sobre la que existe bastante consenso entre los expertos de que podría implicar una escalada nuclear por parte de Rusia.

En este sentido, es probable que Occidente imponga condiciones en Ucrania sobre el uso de los vehículos pesados, algo que ya ha hecho por ejemplo sobre la artillería de largo alcance que ha facilitado en Kiev.

En segundo lugar, hablando en términos operacionales, si bien Ucrania necesita más vehículos pesados ​​para lanzar nuevas ofensivas, también es cierto que las entregas occidentales implican varios problemas.

En concreto, son de momento demasiado escasos para representar un salto cuantitativo para Ucrania.

Se trata además de sistemas occidentales, totalmente desconocidos para la inmensa mayoría del personal ucraniano, que sirve a unas fuerzas armadas que siguen siendo esencialmente soviéticas tanto por la organización como por el material y cultura militar.

Por si fuera poco, la gran diversidad de maquinaria implica dolores de cabeza logísticos y de entrenamiento que no son en absoluto despreciables.

En tercer lugar, y contrariamente a lo que algunos ucranianos probablemente esperan, la diferencia de calidad entre el material ruso (ya sea o no de la era soviética) y la occidental no tiene porqué marcar la diferencia en el campo de batallaSólo hay que recordar que durante la Segunda Guerra Mundial los aliados disponían de tanques en general sensiblemente inferiores a los alemanes, y sin embargo hicieron retroceder al III Reich hasta su rendición incondicional.

Imagen de ilustración: un vehículo de combate de infantería M2 Bradley estadounidense operando en Irak

La diferencia de calidad entre el material ruso (ya sea o no de la era soviética) y la occidental no tiene porqué marcar la diferencia en el campo de batalla Clic para tuitear

 

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