Urbanismo, circulación y seguridad. Tres llagas de la gestión de Colau

Está claro que las condiciones de seguridad de Barcelona han empeorado gravemente en el transcurso de estos últimos años. Es un capítulo e importante, una mancha negra de la vida de la ciudad, pero no es la única. Dos más están alterando profundamente nuestro futuro, y las dos son consecuencia de los apriorismos ideológicos que rigen el Ayuntamiento de Barcelona. Una hace referencia a la circulación y la otra a un ámbito tan decisivo como es el urbanismo.

Ada Colau tiene una obsesión contra los coches, de tal manera que comete el grave error de confundir la lucha para una mejor calidad de la atmósfera urbana con cargar contra los automóviles. A algunos les puedes parecer lo mismo, pero no lo es. Incentivar una circulación fluida bien coordinada con un buen transporte público, estimular la sustitución de vehículos más contaminantes por otros de bajo o nulo impacto ambiental es lo que necesitamos para funcionar bien. Las personas en Barcelona, en su inmensa mayoría, utilizan el vehículo por exigencias de trabajo y no porque se dediquen a pasear arriba y abajo cada día. El deber del Ayuntamiento es facilitar que esto se pueda producir pero de manera que el resultado sea lo más positivo posible para el conjunto, y esto no se consigue cortando calles y poniendo dificultades a la circulación de vehículos, porque mientras no se produzca una mejora radical del transporte público, la consecuencia de todo ello es un aumento del tiempo de circulación, y por tanto de funcionamiento del motor y con él del impacto ambiental.

Ahora Colau, con la oposición de los vecinos y comerciantes, quiere hacer una transformación radical de la Via Laietana que pasará de tener tres carriles descendentes y uno ascendente para automóviles, y otro para buses y taxis, a tener un carril ascendente y descendente para buses y taxis, otro descendiente común para bicis y coches, y un ascendente para bicis. La decisión es espectacularmente equivocada porque no responde a la intensidad real de tráfico.

¿Cuántas bicicletas subirán cada día por la Via Laietana? Los vehículos que circulan ahora de manera apretada por los tres carriles, ¿desaparecerán? ¿Alguien cree que se quedarán en casa? El resultado de la medida que es bien ilustrativa de las manías de nuestra alcaldesa, es que entre el Paralelo y el Paseo Lluís Companys no habrá ninguna vía de acceso de la parte baja a la parte alta de la ciudad, y sólo una para descender combinada con la circulación de bicicletas. Los kilómetros de más que generará este tráfico obligadamente forzado a abandonar la Via Laietana complicarán la circulación en otras zonas y no mejorará el impacto ambiental, pero además el perjuicio para la actividad comercial será extraordinario, porque hay que recordar que dentro de este gran espacio central además de actividades comerciales y terciarias, se sitúa uno de los núcleos más importantes de atracción turística.

Y del tránsito al urbanismo. Todas las grandes decisiones que ha tomado Ada Colau hasta ahora en este campo han sido equivocadas. Son políticas populistas que sólo consiguen paralizar la ciudad. El lío del Plan Especial de Alojamientos Turísticos (PEUAT) y la reserva de un 30% de vivienda protegida en suelo consolidado, sin un reglamento claro que permita desarrollarlo, es un ejemplo de la improvisación con la que actúa Colau, que termina afectando a proyectos y desarrollo urbanos, tanto los buenos como los malos. La obligación del 30% de vivienda social se ha traducido en el 0% de vivienda que se hace en la ciudad. El PEUAT por su parte ha conseguido paralizar el sector hotelero. Y ahora se le añade la suspensión de licencias urbanísticas del 22@ durante 4 meses y en una quinta parte del distrito.

No hay detrás de todos estos planteamientos una concepción global, ni a medio ni a largo plazo, de cómo se quiere que sea la ciudad. Y si a esta carencia, que viene de los años iniciales del gobierno de Colau, se le añaden los tics ideológicos, lo que se está haciendo es crear las condiciones para que Barcelona tenga un mal futuro.

Urbanismo y circulación están alterando profundamente nuestro futuro, y son consecuencia de los apriorismos ideológicos que rigen el Ayuntamiento de Barcelona Share on X

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