Una red para cada cosa

De repente, hace unos días, a la gente le dio por inundar las redes sociales de un montaje con cuatro fotos distintas y menciones a Linkedin, Facebook, Instagram y Tinder. Empecé a indagar y como seguramente muchos de vosotros ya sabéis, el nuevo “reto” (“challenge” en inglés), lo ideó la cantante de Tennessee Dolly Parton, considerada la reina del country, que a sus 74 años parece que sigue más activa que nunca.

Al grito de guerra del hashtag #dollypartonchallenge, un montón de famosos y también desconocidos se apuntaron a crear su propio montaje en las redes, jugando con la finalidad de cada una de estas nuevas (algunas ya no tan nuevas) plataformas virtuales de relación social.

La foto de Linkedin era la foto “formal”, profesional. La de Facebook más personal o familiar, Instagram la más creativa y llamativa y Tinder la más frívola y provocativa.

En realidad, de una manera tal vez inconsciente, lo que Parton y sus seguidores e imitadores estaban haciendo era una reflexión sobre la utilidad de cada red y la parte de nuestra personalidad que queremos mostrar en cada una de ellas.

No conozco bien ni utilizo Tinder, aunque sé que es una red diseñada para ligar, para establecer contactos sentimentales o puramente intercambios sexuales. De ahí que tenga lógica que la foto muestre la foto más atractiva de cada usuario, aunque imagino la decepción de más de uno y de una si finalmente se produce el encuentro y te das de bruces con la realidad, a menudo tan alejada del filtro que nos muestra una imagen fotográfica.

En cambio, sí utilizo en mayor o menor medida, las otras tres redes, a las que habría que añadir Twitter, que también dispone de un espacio en el perfil para colgar la foto del usuario.

Y lo que más me interesa de este “reto” es definir bien para qué sirve cada una de las redes sociales citadas, sus ventajas e inconvenientes.

Facebook nació como un club social, de hecho, nació en 2004 en un campus universitario (en Harvard), limitado en principio a los estudiantes universitarios y posteriormente ampliado a otras universidades hasta conseguir su presencia global con más de 2.200 millones de usuarios activos. Con el tiempo, su público ha envejecido y muchos de sus usuarios se han alejado de esa red por los escándalos de cesión de datos personales sin autorización, el más conocido de ellos el de la empresa Cambridge Analytica. Su fundador Marc Zuckerberg, lanzó la empresa a la Bolsa en 2012 y ese mismo año, Facebook compró Instagram por 1000 millones de €. En 2014 también compró Whatsapp por 16.000 millones de €.

Facebook ha intentado ofrecer utilidad profesional a su red, pero en los últimos tiempos la compañía se ha enfrentado con una intensa presión por la cantidad de “fake news”, incitación al odio y las representaciones de violencia que aparecen en sus páginas, y está haciendo esfuerzos para contrarrestar esa imagen negativa.

En cambio, Instagram es una de las redes que más triunfa entre los jóvenes, un lugar donde la imagen es la reina, donde domina si cabe aún más sobre la palabra (que se convierte en casi innecesaria) y la incorporación de las “stories” aún la ha hecho más popular. Vídeos y fotos de nuestros viajes, de nuestras vacaciones, de nuestros platos favoritos inundan esta red, con frecuencia en un ejercicio indisimulado de narcisismo que nadie sabe bien a dónde nos lleva.

Linkedin es sin duda la red profesional por excelencia. Un porcentaje ya muy elevado de las contrataciones laborales se realizan a través de esta plataforma. Definida como una “comunidad social orientada a las empresas, los negocios y el empleo”, la web pone en contacto a millones de empresas y empleados. Lanzada en mayo de 2003, su principal virtud es que ha conseguido consolidarse como red estrictamente profesional. Sirve para encontrar trabajo, para ofrecer empleo, para contactar con otros profesionales del mismo sector, para compartir contenidos de interés para sus usuarios, para recomendar a otras personas, para seguir empresas y recibir notificaciones sobre posibles ofertas laborales, … Si en alguna red tiene pleno sentido (desde el punto de vista profesional) tener presencia, sin duda es aquí. Con foto (imprescindible), mirando al frente y con nuestro mejor aspecto. Ah! Y está muy mal visto utilizarla para hacer amigos o relaciones sentimentales. No es su función.

Y finalmente Twitter, una plataforma pensada como microblogging, es decir un lugar donde encontrar y ofrecer información y opinión con limitación de caracteres, podría ser de gran utilidad por su inmediatez, si no fuera por la gran cantidad de perfiles anónimos (en este caso, ni Dolly Parton sería reconocida) que usan la red para insultar impunemente o abocar su rabia hacia todo aquel que no piense como ellos. El resultado es una gran polarización donde la mayoría acaba buscando los perfiles similares desde el punto ideológico para obtener más “likes” y reafirmarse en sus convicciones, con poco debate civilizado de ideas e intercambio de pareceres.

Cada red tiene su utilidad, hay que elegir bien y, sobre todo, antes de entrar en alguna de ellas, preguntarnos exactamente para qué la queremos utilizar. Y a partir de ahí, y no antes, decidir qué foto es la que más encaja en nuestro perfil.

Al final, las redes muestran aquello, y sólo aquello, que queremos que los demás sepan sobre nosotros. Y esa es sólo una parte, a menudo minúscula, de la complejidad del ser humano que todos llevamos dentro.

Por eso las redes no reflejan la realidad, sino sólo una pequeña representación de la misma.

 

 

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