Los paralelismos históricos son siempre arriesgados, más cuando es tan difícil demostrar las verdaderas intenciones de los gobernantes. Pero lo cierto es que la estrategia china respecto a uno de sus campeones tecnológicos, TikTok, recuerda cada vez más una venganza contra el episodio clave que dio pie al Siglo de humillación china.
Efectivamente, la primera Guerra del Opio estalló en 1839 entre el imperio chino y el británico, a raíz de la prohibición por parte del primero de las importaciones de opio del segundo. Por aquel entonces, el opio era una droga de gran popularidad en China. Causando una verdadera epidemia de adiciones, el gobierno de Pekín adoptó una postura inflexible hacia el opio que los ingleses hacían entrar masivamente al Imperio del Medio.
Hoy, no son los británicos sino los chinos quienes están exportando con gran éxito y en todo el mundo occidental otro producto altamente adictivo: la red social TikTok.
Más que el simple hecho de ofrecer esta aplicación para teléfonos inteligentes destinada a un público joven de entre 12 y 25 años, lo que llama más la atención, como Converses ya explicaba recientemente, es que el gobierno chino ha restringido severamente el uso de TikTok entre su propia juventud .
Las diferencias entre TikTok, el producto de exportación, y su versión local, Douyin , son flagrantes : en China, las publicaciones que adolescentes y jóvenes reciben consisten únicamente en experimentos científicos, visitas a museos, paisajes del país y vídeos pedagógicos de carácter histórico. Además, la aplicación se auto-bloquea entre las diez de la tarde y las seis de la mañana y el tiempo de uso está restringido a 40 minutos diarios para los menores de 14 años.
TikTok, en cambio, utiliza (supuestamente) los mismos algoritmos de Douyin para proponer un contenido totalmente diferente, donde abundan danzas absurdas de todo tipo, bromas de mal gusto y contenido erótico. Sus usuarios pasan a la aplicación una media de una hora y 35 minutos al día, según datos del año pasado, y TikTok tiene minuciosamente estudiados el mecanismo de scroll y la secuenciación de los vídeos para hacerlos altamente adictivos.
Las diferencias entre TikTok y Douyin son simplemente demasiado flagrantes para obviar que nos encontramos al menos ante una política china de protección y potenciación de su juventud, y en el peor de los casos de un esfuerzo orientado a volver inteligentes a sus niños, y estúpidos los occidentales.
Paradójicamente, en los últimos 20 años China ha aprovechado al máximo las oportunidades que le brindaba el sistema universitario occidental, enviando masivamente a sus estudiantes. Sumados al know-how que las empresas estadounidenses y europeas compartieron con sus socios locales chinos de una forma que ahora nos parece totalmente naíf, China ha logrado preparar auténticas legiones de ingenieros y personal altamente cualificado.
Al fin y al cabo, TikTok no es más que una consecuencia particularmente nefasta de causas puramente occidentales
El otra pilar de la misma estrategia, enmarcada dentro del objetivo explícito del Partido Comunista Chino de convertirse en la primera potencia mundial en 2049, sería el sabotaje de las nuevas generaciones occidentales.
Pero de hecho, para lograr este segundo objetivo, no parecen necesarios tantos esfuerzos: al fin y al cabo, TikTok no es más que una consecuencia particularmente nefasta de causas puramente occidentales: desvinculación de los valores y tradiciones occidentales, sustitución de la auténtica cultura por un sucedáneo “pop”, consumismo desfrenado y emotivismo como base para la toma de decisiones.
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