Cataluña se va convirtiendo progresivamente en un país exótico, no tanto porque nosotros los catalanes lo seamos, sino porque las instituciones públicas van adoptando esta extraña caracterización.
Sin ir más lejos, ayer TV3 en su programa Els matins se dedicó a promocionar la huelga de hijos, de natalidad, como la forma más eficaz para luchar contra las emisiones de dióxido de carbono (sic). A lo largo de 15 minutos, que es mucho tiempo en televisión, el programa de las mañanas de TV3 se dedicó a cantar las excelencias de una medida absolutamente absurda y además en un doble alcance. Lo es porque toma como solución tirar el agua sucia con el bebé dentro de la bañera, y nunca mejor dicho. Es aplicar a las personas humanas aquel dicho tan catalana de «muerto el perro, se acabó la rabia», traducido como «sin humanos no hay contaminación». Pero además es una brutalidad conceptual porque los seguidores de esta medida se concentran precisamente en los países que ya tienen una natalidad de derribo, mientras que es olímpicamente ignorada, por otra parte un hecho lógico, por los países donde hay un crecimiento demográfico muy alto, como un nigeriano con 7 hijos por mujer, y que acabará convirtiéndose en la segunda potencia demográfica del mundo, superando a China y sólo por detrás de la India.
Lo más estrambótico del caso es que este movimiento contra la natalidad y que pide que las mujeres no tengan hijos, Birth Strike, que tiene escasos seguidores en Europa, no tiene ninguno en Cataluña, es decir, que el programa se hace para explicar una realidad escasa en el mundo e inexistente en nuestro país. De hecho, podríamos decir que en el caso catalán, como en el español, la huelga de natalidad existe de facto porque el número de hijos por mujer es de derribo, 1,4, cuando serían necesarios 2,1 para mantener la población en la su situación de equilibrio. Pero es que además esta cifra es una media en la que la mayor aportación la hacen las mujeres inmigrantes, porque las catalanas apenas llegan a 1,3 hijos por mujer, y es una tendencia que crece. Hay una estrecha relación entre el sistema de creencias y la natalidad. Las mujeres que se declaran no creyentes, ateas o agnósticas, tienen una tasa menor a 1 hijo por mujer, y dado que esta posición crece en la gente más joven, es de prever que el descenso continuará. A este hecho se le añade la larga crisis que hemos vivido y que ahora se acentuará por la coronacrisis, lo que evidentemente disminuye las posibilidades de tener hijos.
No se entiende bien cuál es el fin de reducir aún más esta natalidad. Un reciente estudio «Nos encaminamos hacia un mundo de viejos» publicado por The Lancet determina que España perderá la mitad de su población debido a la natalidad de aquí al 2060. Hecho que también se reproduciría en Cataluña, que pasaríamos a una población en torno a los 4 millones de habitantes. Lo más pintoresco de esta peligrosa campaña de TV3 es que la única mujer que entrevistaron que era partidaria de no tener hijos afirmó rotundamente ante las cámaras que no lo hacía por nada que tuviera que ver con la crisis del clima, sino porque pensaba que el mundo al que le llevaría tendría para él muchas menos posibilidades de las que ella había tenido, y que en todo caso estaba dispuesta a cambiar de criterio si se producía un movimiento que cambiara este escenario. Por lo tanto, el único testigo que encontraron estaba en el fondo de su razonamiento en las antípodas de su planteamiento. No era para evitar las emisiones de CO2, (sic) sino por no poder asegurar unas mejores condiciones de vida a su hijo.
Hay que recordar que TV3 es la televisión que pagamos con nuestro dinero todos los catalanes y que es la más costosa de todas las televisiones españolas por punto de audiencia.