Es sintomático de un estado de cosas que partidos anticapitalistas, como la CUP, o de super izquierdas, como los Comunes de Ada Colau, nunca hayan levantado la voz sobre los asuntos privados de TV-3, y es que si el beneficio es progresista deja ser ganancia para transformarse en servicio.
A lo largo de dos días La Vanguardia ha roto un tabú de los medios de comunicación de Cataluña: examinar las entrañas de la televisión pública catalana, TV-3, mostrando un panorama insostenible, que constata que en realidad la televisión nacional de Cataluña, «la nuestra», es en realidad la suya, la de unos cuantos
Y al decir «suya» no nos referimos a su radical sesgado contenido informativo y cultural, sino a la situación económica y la escandalosa manera de repartirse el pastel.
TV-3 tiene, en proporción a su audiencia, la plantilla más grande de España, con casi 2.400 trabajadores. Para situar una referencia, Atresmedia Corporación, que tiene como canales más importantes Antena 3 y la Sexta, tiene 2.567 trabajadores y Mediaset, con Telecinco y La Cuatro, 1551.
El coste de esta plantilla de TV-3 fue de 172,6 millones en 2019, una cifra que significa más de la mitad del presupuesto, y que ni siquiera se cubre con los ingresos publicitarios y venta de productos que, apenas, representan 60 millones. En otros términos, los costes de personal triplican los ingresos de mercado, que es lo que definiría el alcance real de TV-3. La diferencia se cubre con el presupuesto de la Generalitat; es decir, las aportaciones de todos los catalanes, que en 2020 en plena crisis representarán 240 millones, y aun así no es seguro que cubran costes, por lo que se producirá la aberración que de los fondos Covid-19, dedicados a la sanidad, se detraigan 15 millones para la televisión.
La media por trabajador, ateniéndonos al coste empresa es de 72.068 euros anuales, un sueldo mensual de 6000 euros, que da una idea de las muy elevadas remuneraciones de los trabajadores de TV-3, que constituyen un burbuja de privilegiados, sobre todo en sus cargos directivos.
Cabe preguntarse si un país en crisis como Cataluña se puede permitir este tipo de privilegios. Pero parece que nadie se atreve con TV-3
Por si esto no fuera suficiente, se produce otro escándalo: la contratación de producciones externas. Todas las televisiones lo hacen, pero es que en el caso de TV-3 copan la mayoría de programas de cierta relevancia, salvo los informativos. De hecho, TV-3 como producción propia de una cierta dimensión tiene los informativos, y poco más.
La paradoja es que a menos recursos para la producción más peso de la producción contratada. Esta es una regla que viene precedida de otra: a menos ingresos, menos producción de contenidos, porque las cifras de las retribuciones son intocables, a pesar de que la plantilla está muy envejecida y además sobra personal por todos lados. Una auditoría del tiempo de trabajo de todo el personal mostraría situaciones de escándalo, propias de la burocracia española del siglo XIX, en cuanto a cobrar por una escasa dedicación.
En 2010 con un gasto total en producciones de 149 millones de euros la producción externa era del 21%, en el 2019 con sólo 50 millones para la producción, los encargos externos significaron el 26% del total. La pregunta es ¿qué hacen 2.400 personas trabajando? El ratio de la producción propia, asociada, coproducciones, en relación al total de los trabajadores es de 12. 917 euros anuales. Esta es su productividad. Si la comparamos con su coste, de 76.068 euros, resulta un negativo del orden de 63.000 euros trabajador y año. Es una obviedad que se trata de una situación insostenible y escandalosa que sólo se explica por el artefacto político que significa TV-3
Pero, aún hay más. En la práctica, por la vía de la contratación de programas externos de carácter estructural, TV-3 se ha privatizado a la inversa. El grupo privado, las productoras externas de toda la vida, no únicamente no aportan capital sino que obtienen sustanciosos ganancias por los contratos que firman, al tiempo que controlan los contenidos de los productos.
Los programas que controlan las productoras son informativos y políticos, como FAQS en manos del máximo patrón de la televisión catalana, Jaume Roures, y Planta Baja de la Manchester radiofónica, producciones, de adoctrinamiento como Caso Abierto de DLO de Madrid pero que en realidad fue una coproducción con el Nacional de Jose Antich, o el Proceso dentro del Proceso, y Luces y Sombras, un reportaje contrario a los Mossos de escuadra, ambos de incio Films. También los informativos de fin de semana- seguramente TV-3 no tiene gente para trabajar en fechas tan señaladas- que produce y presenta Ramon Pellicer, con su empresa Sticaki. Luego están los programas de humor políticamente orientados, como el famoso Polonia, y Está Pasando, ambos de uno de los otros millonarios que ha forjado TV-3, Toni Soler, aunque a años luz del precursor Jaume Roures.
Y no se trata sólo de la producción, sino que también están en buena parte privatizadas las corresponsalías exteriores más importantes, Londres (empresa de Jaume Roures), Moscú (Overon) y Bruselas, París, Berlín, Washington (Lavinia / Alice)
En total, para el 2019 lo que se ha pagado en servicios externos se aproxima a los 30 millones de euros considerando producciones enteras y el importe de colaboraciones y servicios; la mayor parte del presupuesto de producciones, por lo tanto.
En el listado de factótums salen casi todos los que han salido de TV-3, Robles, Toni Soler, Antoni Bassas, Ramon Pellicer, Eugeni Sallent, otro ex director de TV-3 y Andreu Buenafente hasta que su empresa fue adquirida por Robles.
La media por trabajador, ateniéndonos al coste empresa es de 72.068 euros anuales, un sueldo mensual de 6000 euros, que da una idea de las muy elevadas remuneraciones de los trabajadores de TV-3 Clic para tuitear
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