Harris ha pasado por dos oleadas de popularidad. La primera fue cuando la nombraron para sustituir a Biden, a quien todo el mundo veía como un fracaso seguro. La segunda fue durante la convención demócrata. Estas circunstancias le permitieron recuperar la desventaja que tenían los demócratas, hasta el punto de superar a Trump. Esto ocurrió cuando él ya había perdido los beneficios de su debate con Biden y su primer atentado.
Sin embargo, parece que la ola de Harris se ha paralizado e incluso ha empezado a decaer, especialmente en los siete estados clave que probablemente determinarán el ganador de esta elección.
El sistema electoral estadounidense no se basa en el recuento total de votos a nivel nacional. En realidad, la batalla se libra estado por estado. Cada estado tiene un número de votos electorales, que se da completamente al candidato ganador, aunque sea por una décima. Existen algunas excepciones a esta norma, pero es lo usual.
Así pues, este hecho debe tenerse en cuenta a la hora de examinar la situación. Además, debe recordarse que Nueva York y California, los dos estados más poblados, suelen inclinarse por el bando demócrata. Esto implica que, en muchas ocasiones, los demócratas obtienen más votos totales que los republicanos. Sin embargo, son estos últimos quienes ganan las elecciones gracias a una mejor distribución de los votos electorales.
Otro aspecto clave es que hay estados firmemente decantados por uno u otro partido. Esto hace que, en la práctica, un número relativamente reducido de estados “battleground” sea quien decida al ganador. Es precisamente en esos estados donde hemos visto la fluctuación.
A principios de octubre, la mayoría de estos estados parecía favorable a Harris, aunque sólo por uno o dos puntos de diferencia. Sin embargo, según la encuesta de Rasmussen Reports del 9 de octubre, la situación ha cambiado. Trump se impone en cinco de los siete estados clave: Georgia, Carolina del Norte, Pensilvania, Arizona y Michigan. Siempre con márgenes muy ajustados de uno o dos puntos, pero suficientes para dar la vuelta a la situación anterior. La única excepción es Arizona, donde Trump tiene una ventaja de tres puntos.
Harris, por su parte, gana en Nevada y Wisconsin, con un margen de un punto en Wisconsin y de tres puntos en Nevada. Sin embargo, es relevante observar que Harris ha retrocedido respecto a la encuesta anterior en Pensilvania, donde ha perdido un punto porcentual, y en Michigan , donde ha perdido tres puntos. Esto hace que, mientras a principios de octubre ganaba por dos puntos en Michigan, ahora Trump le trae la misma diferencia.
Ese retroceso no es un buen síntoma y la tendencia tampoco lo es. Más allá de las diferencias numéricas, en la mayoría de los casos, los resultados se mantienen en el margen de error. Hay que seguir de cerca la evolución de Michigan, que ahora mismo da a Trump un 47% y a Harris un 45%. Si se mantiene esta tendencia o se estabiliza, y añadimos el hecho de que Pensilvania (un estado estratégico que suele marcar al ganador) también se decanta por Trump con una ventaja de dos puntos, el panorama resulta complicado para Harris.
En Pensilvania, Harris ha pasado de ganar por un punto a principios de mes a perder por dos puntos. Trump, en cambio, ganó dos puntos. Queda muy poco para las elecciones, pero no puede descartarse que estas encuestas sean una instantánea temporal. Sin embargo, sí reflejan una tendencia consolidada. Harris se encontrará en una situación muy desfavorable, especialmente si le sumamos el impacto político que podría tener el huracán Milton sobre ambos partidos.