No es que sea una mala noticia, ni una mala decisión lo que Sánchez ha declarado en la SER de rebajar el IVA del gas del 21% al 5%. Lo que ocurre es que pone en evidencia una vez más, y esto demuestra que sufrimos un mal estructural, que el presidente del gobierno actúa al margen de las instituciones ejerciendo un poder omnívoro basado en la arbitrariedad y la improvisación.
Recordemos los hechos:
Hace muy pocos días este mismo gobierno ha llevado un decreto ley sobre la energía al Congreso para su debate y aprobación. En realidad, y tal como ya apuntamos en Converses, se trata de un verdadero cajón de sastre. Además, y para conseguir los votos necesarios, al final el gobierno tuvo que comprometerse, a cambio de la aprobación, que seguidamente sería tramitado el proyecto de ley para poder introducir enmiendas.
A lo largo de todos estos días que ha durado este debate, en ningún momento se formuló una cuestión tan trascendente como era la reducción del IVA del gas. Es más, se cerraron en banda porque, recordémoslo, esta era una de las condiciones que pedía el PP para apoyar el decreto ley. De aceptarse se habría facilitado el necesario consenso parlamentario.
No fue así, todo fue presidido por el no y ahora pocos días después el propio presidente rectifica radicalmente y olvidándose en todo el debate y todo el texto aprobado, dice que reducirá el IVA.
Lo hace además fuera de todo ámbito institucional. Lo omitió en el debate en el Congreso, y ahora que tiene un nuevo debate sobre la materia en el Senado, en lugar de esperarse a la formalidad del ámbito para manifestarlo, se precipita a decirlo en una vulgar entrevista con la emisora del régimen, la SER.
El menosprecio del presidente del gobierno por las instituciones representativas de este país está haciendo un daño extraordinario a los fundamentos de la democracia, porque si es el propio Sánchez el que se pasa por el forro las formas institucionales, ya me diréis qué debe hacer el ciudadano común y corriente.
La medida repentina de Sánchez no tiene otro sentido que quitarle un argumento, parcialmente, a Núñez Feijóo en su debate, pero sobre todo lo que hace es demostrar la inutilidad de las medidas adoptadas hasta ahora para reducir el precio de la energía.
La famosa excepción ibérica y presentarse como líder europeo de la nueva política energética no ha servido de nada o de muy poco, como trataremos mañana, medido desde el bolsillo de los ciudadanos y la situación de las empresas.
Puestos a fijarnos en el ámbito europeo, nos irían mejor las cosas si en lugar de las improvisaciones del gobierno de coalición, éstos se limitaran a copiar las medidas de Francia, que no sólo logra haber puesto límite al incremento de la energía eléctrica, sino que además presenta un nivel de inflación extraordinariamente más bajo que el español, poco menos de 6 puntos de incremento en agosto por más de 10 – y es el tercero mes consecutivo de los 2 dígitos- de la situación española.
Un país no puede estar al albor de los chistes de un solo hombre, más cuando éste presenta tantas deficiencias como gobernante, publicidad sobre su persona al margen, como viene demostrando con su trayectoria. No hay más que recordar otro cambio radical en relación con la política del Sáhara que ha tenido como consecuencia cuestionar en un momento tan delicado la provisión de gas de Argelia y abrir la puerta a nuestros otros competidores europeos, como son Francia e Italia.
A lo largo de todos estos días que ha durado este debate, en ningún momento se formuló una cuestión tan trascendente como era la reducción del IVA del gas Share on X