Ruptura de la alianza transatlántica, Europa perjudicada, Rusia rehabilitada y China beneficiada

El discurso del Vicepresidente de Estados Unidos, J.D.Vance, pronunciado en la última edición de la Conferencia de Seguridad de Múnich (14/15 de febrero) ha provocado un auténtico  terremoto en Bruselas.

La capital comunitaria piensa que los grandes acontecimientos geopolíticos en curso – acercamiento de Estados a Rusia y votos conjuntos de ambos en la ONU contra Ucrania, exclusión tanto de Ucrania como de Europa en las negociaciones de paz con Rusia, final de ochenta años de alianza transatlántica – constituyen el inicio de una época nueva e insólita.

Bruselas cree que estamos ante una de las mayores reversiones de alianzas de la historia. Comprueba como ha quedado obsoleto el equilibrio que ha permitido a Estados Unidos ostentar durante décadas un lugar privilegiado en el mundo gracias al orden internacional liberal inventado por ellos mismos. El ascenso de China y el irredentismo imperial de Rusia habrían convencido e impulsado a reaccionar al republicanismo nacionalista y populista norteamericano. Se habría acabado la era del soft power, tan característico de la UE.

Habría llegado el momento de debilitar a la UE y de satisfacer a Rusia para separarla de Irán y alejarla de China, cuya reemergencia constituye la gran obsesión de Estados Unidos. Bruselas está convencida de que las relaciones entre Estados Unidos y China determinarán el futuro del mundo. Trump pretende ahora arrancar a Rusia – a la que considera una potencia de segundo orden, pero con grandes recursos naturales y muchas armas nucleares – de los brazos de China. En cualquier caso, China es la gran prioridad de Estados Unidos.

Bruselas reconoce que el mundo se ha acelerado y que la retórica del poder duro se impone desde Washington y Moscú. El mundo se reconfigura en contra de los intereses de Europa y esto obliga a la UE a repensar sus equilibrios y las alianzas construidas durante setenta años de proyecto de integración europea. El discurso de J.D. Vance se ha convertido en el símbolo de la ruptura existencial del eje transatlántico.

En el prestigioso semanario The Economist se puede leer estos días lo siguiente:

“Europa debe empezar a prepararse para vivir sin la alianza transatlántica. Lo que se ha vivido la semana pasada en Múnich es lo más grave que ha ocurrido en Europa desde la caída del muro de Berlín. El vicepresidente de Estados Unidos, J.D. Vance, ha ridiculizado a Europa calificándola de decadente y antidemocrática. Ucrania se ha visto abandonada a su suerte, Putin ha sido rehabilitado por Trump, Estados Unidos ya no se puede considerar un aliado de Europa en tiempo de guerra. Europa necesita reaccionar urgentemente o será víctima del nuevo desorden mundial. Europa todavía es un gigante económico y comercial, con grandes reservas de talento y de conocimiento. Necesita urgentemente utilizar sus grandes recursos para revigorizar su crecimiento económico, rearmarse y ser asertiva.  De lo contrario, puede perecer.

El famoso discurso de J.D. Vance en Múnich ha sido muy mal recibido en Bruselas y ha sido escuchado con mucho interés en Pequín.

Allí también piensan que Estados Unidos parece dispuesto a hacer volar por los aires los puentes de la alianza transatlántica y, además, piensan que todo ello ofrece grandes oportunidades a China.

En medio del huracán Trump, China mantiene extendidas sus redes de arrastre en la aldea global a través de su política conocida coloquialmente como La Nueva Ruta de la Seda, caracterizada por su persistente penetración en el Sud Global a través de grandes inversiones en infraestructuras y préstamos a largo plazo. Mientras Trump habla de aranceles, proteccionismo, tasas y conquistas territoriales imperiales, Pequín habla de garantizar el libre comercio, respetar la soberanía de todos los países y necesidad de crear un nuevo mundo multipolar, justo, pacífico y duradero.

China está jugando bien sus cartas. El discurso del ministro chino de asuntos exteriores, Wang Yi, en la Conferencia de Múnich, ha sido la antítesis del pronunciado por J.D. Vance. Tan opuesto que hace pocos años alguien hubiera podido pensar que ambos mandatarios se confundieron y leyeron el discurso del otro.

Wang Yi dijo cosas como las siguientes. “China siempre ha visto en Europa un elemento importante en el nuevo mundo multipolar que está aflorando. Europa y China son socios, no rivales. Este año celebraremos el 50 aniversario de las relaciones diplomáticas entre China y la UE. Aprovechemos esta oportunidad.  China está dispuesta a trabajar con la parte europea para profundizar en la comunicación estratégica y en una cooperación mutuamente beneficiosa, y así dirigir el mundo hacia un futuro brillante de paz, seguridad, prosperidad y progreso”.

Mientras Estados Unidos está rompiendo sus señas de identidad del último siglo en materia de relaciones transatlánticas, China sigue aplicando su hoja de ruta para llegar a ser la primera potencia del mundo con planes que tienen horizontes de acción a corto, medio y largo plazo.

China es paciente pero constante en su camino trazado para llegar a ser la primera potencia mundial.

China está convencida de que acabará superando en todo a Estados Unidos en algún momento del próximo futuro, antes de la celebración del 100 aniversario de la Creación de la República Popular China (2049). China es paciente pero constante en su camino trazado para llegar a ser la primera potencia mundial. También está convencida de que Estados Unidos está dispuesto a evitar que esto suceda. La respuesta de China a los nervios de Estados Unidos ante su ascenso, según Wang Yi, es que “ambas potencias deben evitar la confrontación y trabajar juntas hasta alcanzar un mundo multipolar, igualitario y ordenado”.

También se refirió en su discurso a las grandes propuestas del líder máximo chino, el presidente Xi Jinping, escritas por él mismo y publicadas recientemente, en los siguientes términos: “Las grandes propuestas del presidente Xi Jinping se basan en nuestra sincera expectativa de un mundo multipolar, un mundo multipolar que no traiga caos, conflicto y confrontación, que no signifique la dominación de los grandes países y el acoso de los fuertes a los débiles”.

el diplomático chino hizo diplomacia exterior, mientras que el político estadounidense hizo diplomacia interna

La gran diferencia entre los discursos de J.D. Vance y Wang Yi quedó manifiesta en el encuentro diplomático de Múnich y trajo otra peculiaridad: el diplomático chino hizo diplomacia exterior, mientras que el político estadounidense hizo diplomacia interna. Los asistentes se preguntaban estupefactos por los pasillos de la Conferencia qué sentido tenía lanzar un furibundo ataque público a sus socios europeos por parte de Estados Unidos. ¿Por qué no hacerlo a puerta cerrada?

Un reconocido analista chino publicó días más tarde lo siguiente en un medio no oficialista de Pequín: “El discurso de Vance puede sonar ridículo a muchos oídos, pero puso de relieve la brecha en las visiones del mundo entre la administración Trump y Europa, así como la forma en que Vance priorizó una audiencia doméstica sobre los aliados tradicionales de Estados Unidos. El discurso de Wang Yi presentó China como socio de Europa y dispuesto a colaborar con Estados Unidos para construir un orden mundial justo de carácter multipolar”.

La impresión general en Múnich ha sido que China ya se ha lanzado a ocupar el hueco que deja Estados Unidos con su desprecio a las relaciones transatlánticas. Mientras Vance se dedicó a criticar a la UE, China a cortejarla.

Keith Kellogg, enviado especial de Trump en el conflicto entre Rusia y Ucrania, advirtió a Europa que no debía entrometerse en las negociaciones entre Moscú y Washington, mientras Wang Yi aseguraba a Kaja Kallas, la nueva responsable de política exterior y de seguridad de la UE, que “China apoya todos los esfuerzos conducentes a la paz y apoya el importante papel de Europa en el proceso de conversaciones de paz”.

China parece haber entendido muy bien el significado de la segunda presidencia de Trump. El pasado 8 de enero, cuando el magnate no era todavía formalmente presidente, el medio chino oficialista Global Times publicaba un artículo de opinión que hoy parece una profecía. Su primer párrafo dice así:

La nueva administración de Donald Trump será una repetición de su primera presidencia, pero con más intensidad. La administración entrante en USA posiblemente significará el fin del multilateralismo estadounidense posterior a 1945; un creciente abismo se puede abrir entre Europa y EUA; el fin de la guerra de Ucrania se alcanzará pronto, Trump y Putin se entenderán; Trump desencadenará una guerra comercial con China, pero no una guerra encarnizada, que fracasará en sus objetivos y también creará una mayor presión sobre todos los aliados de EUA, tanto europeos como  de Asia Oriental, para que paguen su defensa. La nueva administración de Donald Trump marcará un cambio de paradigma a una escala mucho mayor y de consecuencias mucho mayores que otros cambios anteriores conocidos. Marcará un importante giro a la derecha en la política EUA. Todo ello supondrá una retirada a gran escala del papel global de Estados Unidos en el mundo”.

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