Recuperar el catalanismo reivindicativo

Para orgullo y satisfacción de todos, España repite en el grupo de Full democracy en el ranking que The Economist publicó hace pocas semanas referido a 2019. A pesar de este lugar de honor, en las páginas 48 y 49 nos dedica un inusual párrafo que copio y pego (el subrayado es mío):

In Spain, the sentencing by the Supreme Court in October 2019 of nine Catalan separatist leaders to prison terms of between nine and 13 years for their role inregion’s failed independence campaign in 2017 provoked widespread condemnation and mass demonstrations in Catalonia. The court acquitted all nine accused of the charge of violent rebellion but convicted them of charges of sedition, misuse of public funds and disobedience. Although the sentencing complied with the letter of the law, the long prison terms for elected politicians on charges such as sedition were not in the spirit of democracy. With their excessively legalistic response to dealing with the Catalan question the Spanish authorities have shown a lack of confidence in addressing the issue through political dialogue and open debate, weakening their democratic credentials in the process. These deficiencies were already captured in a decline in Spain’s score in 2017-18. The very modest improvement in its score in the 2019 Democracy Index reflects an improvement in relation to one question concerning local elections, which were held in May 2019 and were deemed to have been free and fair.

Saco a colación esta cita porque creo que Converses a Catalunya debería poner el foco no sólo en denunciar las locuras independentistas sino también, y con tanta o más fuerza, en denunciar las debilidades del sistema institucional español, cuya denuncia no debe llevar a la ruptura institucional ni constitucional pero sí a la mejora de la democracia y recuperar electoralmente la mayoría catalanista.

¿Por qué? Pienso que en las próximas elecciones al Parlamento de Cataluña no podemos esperar ningún cambio entre los dos bloques. Los expertos dicen que habrá fuertes movimientos dentro de los bloques, pero no trasvase de votos entre bloques. Por eso creo que lo más urgente y lo más difícil es precisamente atraer a personas del bloque independentista, al igual que los más inteligentes de los independentistas (Tardá, parece que Junqueras, Mas-Collell…), que sostienen que su reto es ampliar a medio plazo la base independentista.

Yo creo que la mayoría no vemos el conflicto cien a cero. La mayoría nos ponemos muy nerviosos, incómodos y rechazamos muchos comportamientos de las instituciones y partidos de España: a mí no me gusta que haya presos, ni me gusta que Madrid sea un paraíso fiscal, me escandalizo cada día más con las posiciones profundamente antidemocráticas de los tres partidos de derechas que tanto me recuerdan al franquismo, y que de nuevo han encontrado en el anticatalanismo su sentido y su cohesión. Y creo que no sólo lo tenemos que decir de cara «a los de aquí» para decirles que la respuesta a estas enormes deficiencias no es el independentismo, sino sobre todo a los de allí, para decirles que su política, sus tonterías, a lo único que nos sigue llevando es a ampliar la base independentista. Y si la base se amplía, creo que la autodeterminación será imparable y la independencia será inevitable en un futuro más o menos largo; creo yo, insisto.

Y ya que en Converses a Catalunya tenemos a grandes y reconocidos juristas, deberíamos hablar de la enorme politización del poder judicial, que está supliendo al Ejecutivo sin la credibilidad ni la autoridad democrática para hacerlo. El espectáculo en las cúpulas judiciales y la resistencia de la derecha al cumplimiento de la ley para su renovación va en contra de encontrar soluciones para este y otros conflictos. ¿O es que alguien cree que puede haber alguna solución o que podremos ampliar la base no independentista con políticos presos y con decenas de procesos judiciales en marcha?

Debemos recordar a los de aquí que, si bien las encuestas dicen (o decían) que la mayor parte de los catalanes está por una consulta, también -y aunque una mayoría superior- está por negociar una solución pactada que sin independencia mejore el respeto de España hacia Cataluña, el autogobierno y una financiación más justa y equilibrada que trate a todos los ciudadanos de España por igual. En este sentido, creo que la propuesta de los 44 puntos del gobierno de España es un paso extraordinario para… hablar. Y para poner en evidencia que quiere arreglar el conflicto. Y quién está y quién no está por el progreso.

Y para los de aquí, debemos preguntarles insistentemente: ¿independencia para qué? Para ser Singapur (ahora que está de moda) o para ser no sé qué pero el estado más radical de izquierdas del mundo o como ya estamos yendo, explicar la comparación de fiscalidad y la nueva barbaridad fiscal que significan los nuevos presupuestos que el Parlamento previsiblemente aprobará… sin introducir ninguna disciplina en los gastos. O las mentiras que dicen de las pensiones en el nuevo estado catalán … O el desastre de la gobernación en Cataluña y sus consecuencias ya reales desde 2012. O… ¿Por qué no decimos las cosas por su nombre?

Creo que, al igual que prohombres del independentismo (Mas-Collell, Castells, Oranich, etc.) han hecho un manifiesto reclamando la amnistía, nosotros podríamos tratar de encontrar puntos en común con personas independentistas pero demócratas para superar la crisis institucional. Y hacer evidente quién quiere y quién no quiere superar la crisis. Creo que las sentencias a favor y en contra, contradictorias o no de las instancias comunitarias, están -o nosotros deberíamos aprovecharlas- para desempeñar el papel de mediador que tanto reclaman. Nos puede ayudar a todos recordar que las instancias de la UE también son instancias que nos obligan de nuestro cuerpo institucional.

Perdonadme los juristas y políticos, yo no soy ninguna de las dos cosas; pero a mí me parece que en gran parte el conflicto legal y jurídico viene porque nuestro cuerpo legal, lo que se deriva de la Constitución del 78, no había previsto que una parte del Estado se rebele contra otra parte. Y por eso creo que las cosas se han hecho tan mal y la reacción del estado no siempre ha sido acertada. Empezando por la reacción de fiscales y jueces e incluyendo aquí el ya famoso discurso del rey del 3 de octubre. Las leyes prevén los delitos contra el Estado, pero no el ataque desde dentro, como es nuestro caso… Y creo, insisto, que no lo hemos hecho bien.

Bueno, volviendo al The Economist, «el procés» está debilitando nuestra democracia. Podemos seguir orgullosos de ella; pero se está debilitando…

En España, la sentencia del Tribunal Supremo de octubre de 2019 de nueve líderes independentistas catalanes a penas de prisión de entre nueve y 13 años por su fallida campaña de independencia del gobierno en 2017 provocó una condena generalizada y manifestaciones masivas en Cataluña. El tribunal absolvió a los nueve acusados ​​de la acusación de rebelión violenta, pero los condenó por acusaciones de sedición, mal uso de fondos públicos y desobediencia. Aunque la sentencia cumplía la letra de la ley, los largos períodos de prisión para los políticos electos con cargos como la sedición no estaban en el espíritu de la democracia. Con su respuesta excesivamente legalista a la hora de tratar la cuestión catalana, las autoridades españolas han mostrado una falta de confianza para abordar el tema mediante un diálogo político y un debate abierto, debilitando sus credenciales democráticas en el proceso. Estas deficiencias ya se registraron en un descenso de la puntuación de España en el periodo 2017-18. La muy modesta mejora de su puntuación en el índice de democracia de 2019 refleja una mejora con relación a una pregunta relativa a las elecciones locales, que se celebraron en mayo de 2019 y se consideró que eran gratuitas y justas.

Nuestro cuerpo legal no había previsto que una parte del Estado se rebele contra otra parte Clic para tuitear

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