La victoria por un estrecho margen en Portugal del Partido socialdemócrata en alianza con otras fuerzas menores, incorporará un nuevo miembro de gobierno al partido popular europeo, que es de lejos el que gobierna en más estados miembros. Lo hace de forma reciente en Polonia y Luxemburgo, también en Grecia y Suecia, Finlandia, Letonia y Lituania, Croacia, Austria, Irlanda y Chipre. Se ha roto, por tanto, el mito de los países nórdicos socialdemócratas porque sólo en el marco de la Unión Europea, Dinamarca está gobernada por un partido socialista que sólo lo hace en Alemania, en España y en Rumanía, si bien en este último país el presidente, que pertenece al PPE, tiene atribuciones muy importantes y es quien asiste, y no el primer ministro, a las reuniones del Consejo Europeo.
Por tanto, de ser la primera fuerza de gobierno en Europa, el partido socialista y los socialdemócratas han ido perdiendo posiciones. Incluso, de los cuatro estados en los que gobiernan, dos tienen una situación precaria. En España y Alemania lo hacen en complejas coaliciones de gobierno y en ambos casos la oposición, según las encuestas, tiene clara mayoría. Incluso en el caso español, donde el primer partido en los resultados electorales fue el Popular, aunque la alianza de Sánchez con otros partidos le otorgaron la mayoría en el Congreso, que es lo que en definitiva cuenta.
Previsiblemente, las elecciones europeas que se producirán a primeros de junio consagrarán al PPE como la primera fuerza que es, pero la idea de que se trata de un “partido europeo” puede inducir a malentendidos porque en su seno existe una gran heterogeneidad, por lo que es difícil interpretar cuál es su línea en muchos aspectos.
En realidad, el PPE fue la denominación que asumieron los partidos democristianos a partir de 1976. Fue constituido por los partidos de esta naturaleza de Alemania y Baviera, los belgas y los flamencos, los cristianodemócratas y Centro Democrático Humanista, el irlandés Fine Gael. La democracia cristiana italiana, que ya no existe, el PP socialcristiano y los tres partidos de inspiración cristiana holandeses integrados en el Llamamiento Demócrata Cristiano. El precedente de este PPE era la UE de democratacristianos constituida en 1965, que todavía tenía como precedentes anteriores a los nuevos equipos internacionales de 1947. Esta opción democratacristiana nunca quiso formar un único grupo con los conservadores, aunque ésta era la tesis del partido democratacristiano alemán, fuertemente rechazada por la democracia cristiana italiana, que logró prevalecer sus tesis hasta que su debilitamiento y liquidación en Italia y el convencimiento de que había que poner fin a la hegemonía socialista propició la unificación del centroderecha europea en la década de los 90 y culminó en 2002 con la fusión del PPE, formado por democratacristianos y la llamada Unión Demócrata, que estaba integrada por partidos conservadores, sobre todo del norte de Europa.
Precisamente por esa razón y por el esfuerzo que hizo el político finlandés, Sauli Niinistö fue nombrado presidente honorario del nuevo PPE. En las elecciones al parlamento de 1999, en las que ya habían ido juntos, obtuvieron 233 escaños por 180 del grupo socialista.
Pero, por supuesto, a lo largo de este proceso se han acabado integrando ideas muy diferentes, además de la evolución que han registrado algunos partidos. Por ejemplo, el Fine Gael que gobierna en Irlanda es definido formalmente como un partido conservador y democristiano, pero es uno de los impulsores de la legalización del aborto en este país, del matrimonio homosexual en una campaña impulsada por el actual primer ministro, que hizo pública esta condición, y que ahora ha realizado un referéndum, en el que ha sido derrotado, que quería eliminar de la constitución la referencia al matrimonio.
Esta política está en las antípodas de los populares croatas o austríacos. El aborto es un tema particularmente divisivo, pero es previsiblemente uno de los grandes temas políticos de la actualidad, como demuestra la utilización de Macron.
Pero esa heterogeneidad se manifiesta también en un aspecto tan decisivo en política como es el de las alianzas. Una de las noticias de Portugal es que el ganador de la Alianza Democrática, que es el centroderecha portugués, no quiere pactar con el Chega de la derecha radical. Es la misma actitud que tiene la CDU alemana en relación con la Alianza por Alemania. Pero el PP austríaco ha gobernado y gobierna en alianza con la derecha radical de su país, como también se da esta característica en Finlandia y no digamos ya en Italia, donde Fuerza Italia de Berlusconi, miembro del PPE, es una pieza de confianza del gobierno de Meloni de los Hermanos de Italia.
Por tanto, cuando se vota al Partido Popular Europeo (PPE) en las elecciones en este ámbito, no se tiene muy claro qué se está votando, y eso lo ejemplifica muy bien la trayectoria diametralmente opuesta entre la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, y el presidente del PPE, el bávaro Manfred Weber, que tienen actitudes absolutamente contrapuestas, por ejemplo, con relación a qué hacer con los partidos a su derecha, especialmente con el grupo que encabeza Meloni.